De pensamiento en pensamiento, va un barco a la deriva en un mar de dudas, las olas amenazan constantemente con destruir la pequeña embarcación, envejecida nave que vivió mejores tiempos, su madera nueva y brillante antes competía con la luz del sol, la vela era tan blanca que las estrellas sentían celos, y su capacidad de navegar tan increíble, como si volará sobre las olas.

Hoy una tormenta lo ha atacado mientras anochecía, la luna desapareció detrás de nubes gris plomo y las gotas de lluvia caen como proyectiles sobre toda la superficie, una gota tras otra van haciendo mella sobre su fina madera, cicatrices eternas de batallas ganadas. Hoy las olas de varios metros de altura apuestan entre ellas a quien lo voltea primero, una embestida por estribor, un ataque por la proa, una emboscada por favor y una cuchillada a traición por la popa. 

El tímido barco, ganador de batallas en otros tiempos, se mantienen tímidamente a flote, toda su cubierta está llena de pedazos de madera, sacada a golpes por las gotas de lluvia pero el sigue allí, en medio de la tormenta intentando mantenerse sobre el mar, gritando a los dioses que el puede un poco más.

Lejos de ese escenario una chica tímida, está mirando a través de una ventana, el sol cae de la manera más dulce, dejando tonos de naranja, amarillo y rojo, pero sus ojos lloran a raudales, como si la vida se le fuera en ello… Ojalá resista la embarcación de su corazón, pero; si dejara de llover pronto… Sería un respiro para nuestra valiente nave.

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