Universo circular

Y tu pupila se clavo en la mía paralizándome el corazón. Vos que parecías tan distante e ingenua sabías que yo te observaba noche tras noche desde el espacio diminuto de la cerradura.

Durante meses me pasee frente a tu puerta aguardando a que la casa se sumiera en el silencio nocturno. Esperaba que la penumbra escondiera todos los rincones para que ninguna mirada alerta pudiera atraparme y solo cuando veía que un hilo de luz escapaba por la cerradura cortando la oscuridad, solo ahí me animaba a acercarme.

Te observe por largas noches, tu pelo, tu piel, tu andar suave por la habitación. Te observe de lejos como alguien que contempla un cuadro, absorto y convencido de que ignorabas mi existencia.

Y ahora ante mi desconcierto tu pupila al otro lado de la cerradura me achica el espacio, recorta la imagen a un punto diminuto y así el cuadro se me hace círculo; un círculo de un azul profundo que me responde, me interpela y me provoca del otro lado del frio herraje. Ya no eres más una imagen idílica y lejana, ahora eres presencia pura y tangible.

Pestañeas y suspiras pero mantienes firme el ojo en la cerradura, yo también sigo ahí sin saber que hacer o decir. Me pierdo entre el azul y el negro hipnóticamente viendo imágenes que no están ahí. Nuestros cuerpos desnudos entre caricias y susurros sobre tu cama y los ojos de ambos clavados uno en el otro siempre sin dejar de mirarnos, como ahora a través de esta cerradura.

La electricidad corre a través del pequeño espacio que nos separa, se que puedes sentirla. Tu pupila de pronto se dilata y un gemido del otro lado de la puerta me indica que algo cambio, te alejas y en un segundo nuestro pequeño universo circular se desmorona; vuelvo a ver el cuadro de fondo pero vos no estás en el. Te busco inútilmente y mi ojo se cierra, si no estás del otro lado no tiene sentido continuar, quedo vencido apoyado en tu puerta.

Minutos después me levanto para irme pero un ruido conocido me obliga a detenerme, es el chasquido de la llave al girar en la cerradura.