Espero encontrarme a la Irma; puta madre como me gusta: morena, chaparrita, sus pechos firmes, las pantorrillas gorditas, las quiero morder; la sueño todas las noches, desnuda, nunca me la he cogido, en el sueño quiero decir, por que no me he atrevido ni a besarla; chingada madre, cuando estoy con ella creo que no la debo tocar, que debo tratarla con respeto, pero me doy cuenta que ella me da entrada, pero yo soy, he sido un pendejo. Hoy en la noche la voy a ver, me compré unos libáis nuevecitos, y la loción de mi papá huele chingón, también le voy a tomar prestadas un par de botas que tiene sin estrenar; no es por nada, pero ahora, cuando la saque a bailar las calmaditas, me voy a animar, si ha funcionado con otras, por que no va a funcionar con ella: primero respiras suavecito cerca de su cuello, si no se hacen para atrás, les besas el cuello, pero lento, casi como si quisieras dejar el vaho de tu aliento en un espejo, luego dejas que tus labios le rocen el cuello y si hasta ahí ella no se ha quejado, le besas el cuello con decisión y luego le buscas los labios y fuerzas tu lengua en su boca, pero, siempre, suavecito y todo esto tiene que pasar antes de la tercera canción, porque si no no te va a alcanzar el tiempo, pues hay que bailar unas dos mas bien prendidos y tratas de que no se asuste cuanto le acerques el pito para que te sienta y luego te vas sentar con ella y platican de lo que sea, porque la verdad ninguno quiere platicar mucho y los dos queremos besarnos y, a lo mejor salir y ella te va a dejar que la fajes; puta madre ojalá que se haga con la Irma. Ya llegaron por mi y me faltan las pinchis botas que no se dejan, chingado un poco mas y me voy en tenis y la raza chingando con que se nos hace tarde y es que estan calientes por irse a comprar las ballenas y ya llegar medios pedos a la tardeada; a mi me vale madres llegar pedo, yo voy por la Irma. En el carro esta bola de cabrones comenzaron a joder con mis botas, que si apretaban, pero a mi me parece que me quedan a toda madre; los callé cuando les dije que yo iba a divertirme no a lucir botas y que no me importaba lo que pensaran; a la única persona que quiero impresionar es a la Irma y fue a la primera que vi cuando llegamos a la disco; estaba con sus amigas, a ver como le hago para sacárselas de encima, también vi a ese pinche maricón que anda tras ella, y feísimo el hijo de la chingada, no se como la Irma puede fijarse en ese pendejo, y estaba una chamaca gringa que trae tras de sí a un idiota que se cree galán y es una chingaderita que cree que los demás le tenemos miedo por que tiene un hermano que dizque es pandillero, pero la que me importa es la Irma y no se me va a ir esta tarde. El Beto deja el carro al fondo del estacionamiento, para que podamos pistear a gusto, a mi me vale madres, pero tengo que echarme unas con la raza antes de meternos a la disco. Cuando entramos, me di cuenta que faltaban 4 o 5 rolas para que entraran las calmaditas; la Irma estaba sentada platicando con ese pendejo acompañado por la gringuita y el galán idiota, y cuando llego les saco plática y la Irma me dice, a la sorda, que saque a bailar a la gringuita por que quiere zafarse del idiota, que chingados voy a hacer: sacar a la pinche gringa y dejar a la Irma con ese pendejo y cuando saco a la gringuita a la siguiente rola ponen las calmaditas y la Robin, así se llama la gringa, no se quiere ir a sentar porque no quiere que se le acerque el idiota, y me tengo que quedar y no veo a la Irma por ninguna parte y si ve al galán idiota en filo de la pista platicando con otro cabrón y volteando para donde estamos la Robin y yo y cuando se acaban las calmaditas, la Robin me dice que se quiere ir; la tomo de la mano y nos vamos, al salir el galán y dos pendejos mas se me ponen picudos y como la raza esta adentro, seguramente peda, no me queda de otra que apechugar lo que pase y les digo que se vayan y dejen a Robin por ella se va conmigo, se dejan venir y me subo a una banca con Robin a mi espalda, les tiro patadas que mis botas hacen ver mas peligrosas y la bola de pendejos no se atreve a atacarme, están mas sorprendidos que yo y entonces veo que el Beto y la raza ya vienen con en el carro: piches batos no me habían dejado solo, y entonces las botas no se me hicieron duras: un brinco, dos zancadas y estamos en el carro mentándoles la madre a esos pendejos. A la Irma ya no la ví, hasta el otro día, cuando me presentó a aquel pendejo como su novio y se me partío el alma y el dolor todavía me dura.
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