Buscaba la manera de huir, buscaba la manera de alejarse de aquel lugar, pero eso no era posible, se encontraba encerrado y la llave no estaba a su alcance.
-¿Qué hice? ¿Por qué estoy aquí?
Nadie respondió a estas preguntas, la soledad invadía aquel lugar tenebroso y oscuro que lo rodeaba.
-¿Alguien podría ayudarme?
El silencio volvió a reinar, fue entonces cuando no pudo más, un nudo se le estaba formando en la garganta, ya no pudo pronunciar ninguna palabra y una lágrima cayó, seguida de muchas más.
A lo lejos una voz pronunció:
-Se lo advertí señor Corazón. Le advertí que aún no era tiempo, que era mejor esperar pero como siempre lo hace, ignoró mis advertencias.
Era la señora Razón quien hablaba para cortar el llanto del señor Corazón. No esperaba respuesta alguna sin embargo:
-Lo sé, ahora lo entiendo, siempre estoy cometiendo errores, sin embargo, en esta, como en muchas otras ocasiones pasadas saldré de esta jaula de tristeza y desolación y nos fortaleceremos. No espero que me comprendas, pero los sentimientos van más allá de cualquier raciocinio.
La señora Razón se quedó pensando un momento, no sabía como debatir aquel punto de vista, ya que ella siempre era la que debía advertir acerca de lo que se debía y no hacer, sin embargo, sólo señor Corazón era quien tomaba realmente la decisión.
-Bien, tal vez crees que son errores, en realidad no lo son. Gracias a ello hemos crecido, hemos aprendido y ahora somos más fuertes de lo que eramos hace algunos años. Recuerda que debemos tomar siempre lo bueno y lo malo de cada momento, lo bueno para guardarlo en nuestro cofre de tesoros y lo malo para aprender y tratar de no volver a caer, pero, si en lo segundo fallamos, recuerda que siempre tendremos un nuevo amanecer, un nuevo día, una nueva oportunidad para mejorar. Por el momento, le daré la llave para que sea libre en el momento en que lo desee, cuando considere que ya es tiempo de salir y buscar nuevas memorias. Tómelo cuando lo crea pertinente y no olvide que siempre estaré junto a ti aunque no logre notarme.
La señora Razón dejó la llave en la puerta de la pequeña jaula y se marchó sin decir una palabra más.
-Buscaré el momento adecuado para salir nuevamente a enfrenta al mundo y volver a sonreír.
En ese momento, a lo lejos se pudo observar una tenue luz que, conforme se acercaba a la jaula, era más intensa hasta que alcanzó a iluminar toda la habitación.
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