Una mejor respuesta

Aún recuerdo la noche que te fuiste, no llovía, ni había una luna grande y blanca, el cielo no estaba estrellado y no hacía tanto frío como para usarlo de pretexto. No deseaba que te fueras, pero en el fondo, quería estar solo. La noche que te fuiste no sabías que te quería, después de un café caliente en mi alcoba humilde, y una velada nada romántica, te vi dar la vuelta de nuevo, mientras, lo que pudo ser se iba contigo.

Si culpo al destino o al azar es para quitarte la responsabilidad de corresponderme. Quizás, pude decir algo más con la boca, pero ya me conoces, siempre he sido malo para decir lo que pienso o peor, para decir lo que siento. Tengo la mala maña de querer que lean mi mirada, que busquen en mis expresiones, es decir, me ahorren el trabajo de explicarme.

Ahora te escribo, porque ya entendí, creía que todo era mi culpa. Sin embargo, creo, tratando de justificar mi cobardía, encontré una mejor respuesta: Te fuiste porque no hable, pero yo te deje ir porque no me querías.

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