UNA CARTA QUE NUNCA SE ENVIÓ

Sentado en una silla azul, esperaba que el servidor de xbox buscara una nueva partida. Alguien comenzó a tocar una guitarra, era un sonido simple pero tranquilizante, sin duda alguien apenas estaba aprendiendo a tocar, el sonrió al recordar que en su casa, exactamente en el rincón de su cuarto, detrás de de un armario de metal, se encontraba su instrumento favorito.

Al terminar de jugar videojuegos partió a casa, aquel sonido le había regalado una tranquilidad que el buscaba desde hacia algunos días, al llegar, lo primero que hizo fue dirigirse a su cuarto, cerro la puerta y con la mayor de las felicidades tomo su guitarra. Entonces, justo antes de tocar el primer acorde, ella regreso; estaba igual de hermosa que la ultima vez, sus ojos color miel lo miraron, su boca se curvo dejando al descubierto una sonrisa, pero el sabia que no era cualquier sonrisa, era la sonrisa más hermosa del universo, capaz de darle la fuerza para luchar con el hombre más fuerte del mundo, o de ganarle en un juego de ajedrez al más diestro de la historia. Ella estaba ahí, frente suyo, era tan real, tan hermosa, tan perfecta que el intento tocarla, lo hubiese conseguido de no ser porque salio corriendo para esfumarse en el recuerdo. Se maldijo por haber intentado tal cosa, pues fue este acto el que le recordó que ella aun seguía teniendo la sonrisa capaz de hacer emocionar al hombre más frío, pero el ya no la provocaba, pues era otro quien disfrutaba aquella dicha.

Tomo su guitarra, la puso nuevamente en el lugar donde había estado desde la ultima vez que el la había echo sonar, se quito la ropa, quedando solamente en ropa interior, se refugio en su cama y cuando el sueño cerraba sus ojos, seco sus lagrimas y a pesar de que sabia que ella estaba a cientos de kilómetros le susurro como aquel que esta seguro de que lo están escuchando y confía en que la funesta noche siempre unira a quienes están lejos «Descansa cielo».

continuara…