El verano ahora se siente verde, sus manos juegan y con delicadeza rozan las cuerdas que a su vez tocan con firmeza
El sol es fuerte y a través de sus lentes puedo ver sus profundos ojos verdes
Sus labios entonan y cantan con júbilo, intenté sorprenderle pero al mirar su semblante solo descubrí a alguien indiferente
Su sonrisa fue tan sublime que tuve que mirar dos veces y en cada mirada anhelé conocerle
El agua formaba parte de su cabello rizado, muy castaño a veces tan calmado, a veces tan alocado
Mi mente ansió que aquella travesía no terminara pero cuanto más tiempo pasaba más me gustaba
Sabía que era prohibido y aunque mi corazón estaba partido, estaba feliz con lo que había elegido
No hubo despedida, pero me fui llena de vida, al final de todo regresé a mi rutina
Pero al pasar los días seguían siendo verdes, como aquel seminarista de los ojos verdes.
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