UN ROSARINO EN TRIGORIA

       Desde que cerró El Evento, el barcito contiguo a la AFA., y pandemia de por medio, con los muchachos vamos rotando de sede para nuestro encuentro semanal. Esta semana tocó en el Globito, el mítico bar de Parque Patricios con aroma futbolero, a metros de la sede del Club Huracán y frente al mismo parque. Esta vez, fui el primero en poner un pie en el bar a la hora acordada: 19 horas. Era fines de marzo y todavía hacia calor, así que me pedí una cervecita mientras matizaba la espera. Había más de un grupito reunido en ese ambiente, que sin pretensiones, transmite sin dudas toda la pasión que el deporte de la redonda despierta.        

       Entre tantos banderines, camisetas y fotos del Globo, estaba enfrascado tratando de repasar mentalmente quienes habían integrado aquel glorioso equipo de Menotti del ’73, cuando apareció el viejo Hucha. Ya, próximo a cumplir los 80, camina un poco más lento, pero tiene aún una energía como pocos. Y si se trata de la memoria, más privilegiado todavía, no solo por su agilidad mental, sino también por el recuerdo al detalle de partidos y de historias futboleras que, como digo siempre, solo él puede recordar. Es como se hace llamar un “degustador de Futbol” aunque yo agregaría “de paladar negro”.

       -Hola Rusito ¿cómo estás? me dijo mientras se sacaba la gorrita de Deportivo Merlo, seguramente regalo de algún dirigente amigo en una de sus tantas incursiones por las canchas del ascenso.

       – Acá justo me encontrás haciendo memoria sobre la formación de Huracán del ’73, le contesté mientras le daba otro sorbo a la birra. Recuerdo a ….

       – Roganti; Chabay, Buglione, Basile y Carrascosa; Brindisi, Russo y Babington; Houseman, Avallay y Larrosa, me interrumpió Hucha casi sin respiro, ¡Ese equipo funcionaba a la perfección! Remató.

       – Bueno, ya lo tuyo no me sorprende ¡Sos una enciclopedia viviente! Jajaja        – ¡Y como me voy a olvidar Rusito, del buen futbol y de los buenos jugadores uno nunca se olvida!

      – Tendrías que escribir un libro o al menos unos cuentos o unos relatos.

      – Ya no tengo ganas, prefiero contarlos acá, con los muchachos o a vos…

      – Y dale, hasta que lleguen el Tano y Rolo que siempre llegan tarde, contate algo mientras te tomas una cervecita reparadora.

      – Mira, justo ayer estaba hablando con otro muchacho amigo, rosarino fana de ñuls, vive ahora por acá cerca así que me prometió que iba a pasar a saludar. Le encanta analizar todos los partidos y se los ve prácticamente a todos. Encima termina teniendo razón de prácticamente todo. Tendría que haber sido Técnico o al menos periodista. Lo conocí en para el Mundial de Italia ’90 cuando pasé a saludar a mi amigo Bilardo allá en el predio de Trigoria donde concentraba la Selección.

       El viejo Hucha hizo una pausa mientras sorbia su primer trago de cerveza. Ya se notaba en su mirada que no estaba ahí conmigo, se había trasladado mentalmente allá, 24 años atrás. Y continuó su relato.

       “Al igual que en Mexico’86 Bilardo llevó a un grupo de jugadores del equipo rosarino de Renato Cesarini para acompañar a la selección nacional en el Mundial de Italia ‘90. Tenían que estar cerca, como apoyo, en caso de que Carlos Bilardo los necesitara para algún entrenamiento. Convivían prácticamente con el Seleccionado, eran sus “sparrings” a quienes indicaban cómo tenían que pararse tácticamente para jugar de manera similar a los rivales de la selección en el Mundial. El grupo estaba compuesto por 16 pibes de alrededor de 18 años que además de colaborar con el Seleccionado, iba a jugar varios amistosos con equipos profesionales italianos, incluso un cuadrangular que terminaron ganando. En su paso por la tierra del Dante, este equipo tuvo muy buena repercusión, realmente jugaban bien.

       Cuando fui aquella tarde, previa al debut contra Camerún en la ceremonia inaugural, para ver el entrenamiento y saludar a Bilardo, claramente el grupo de jugadores desparramados en el campo de juego eran eclipsados por Diego. Obviamente hablo de Maradona, que con sus botines desatados, era un espectáculo verlo aún entrenando. Pero entre todos los campeones, el que me llamaba la atención era ese pibito alto que jugaba de 9 para los sparrings. Alguno lo llamaban “Adolfito”, otros le decían “Ofi”. Si bien estar ahí era una misión de bajo perfil, todos los pibes de Renato Cesarini se esmeraban ya que sabían que no dejaba de ser una vidriera frente a la mirada de periodistas y a la de los propios integrantes de la Selección Nacional. Entre ellos estaba el caso de Roberto Sensini, sparring en Mexico’86 y ahora integrante del equipo de Bilardo, por eso Ofi, no quería pasar desapercibido.

        El entrenamiento comenzó como siempre los organizaba Bilardo, él dirigiendo el juego pero sin cortarlo, dando indicaciones tanto para un lado como para el otro para que los pibes de Cesarini se paren en el campo de juego como lo requería. Pin, pum, pan, el Pájaro Cannigia, el hijo del viento, se escapa por el extremo, los defensores que con su máximo esfuerzo no lo alcanzan, salida del arquero y definición cruzada por abajo del arquero. 1 a 0. Algunas indicaciones del técnico-referí y los chicos de Cesarini intentan jugar un poco más. Muchos toques, Maradona con los cordones siempre desatados pero la pelota siempre pegada a su zurda, es realmente un barrilete cósmico y todo hace pensar que el último campeón del mundo quiere retener la corona. Toca el Checho Batista, da para Diego, centro al área, cabezazo de Pedrito Troglio y 2 a 0. Los chicos de Cesarini quieren ser más, pero es difícil cuando enfrente tenés semejantes monstruos. Despeje en el área de los chicos, pelota que sale al campo contrario y Ofi hace lo que sabe hacer: correr. Le gana la espalda al Tata Brown y se va rumbo al arco, salida corta de Pumpido, mirada al horizonte y sablazo al palo derecho. 2 a 1. Ofi, volvió trotando a su campo de juego y cuando pasó al lado de Brown medio que el Tata se le fue al humo y algo le dijo casi al oído, no llegué a escucharlo pero estoy seguro que no lo felicitó precisamente. Se notaba que Ofi era un 9 goleador y eso era lo que hacía. El partido se puso más áspero pero contra Diego y compañía no era fácil. El mismo Diego se encargó de no dejar dudas. Quiebre de cintura para un lado, amague para otro, un par de jugadores más desparramados y 3 a 1. A los 35’ Bilardo terminó el primer tiempo, algunas indicaciones mas y a seguir jugando. Ya más cansados los chicos rosarinos intentaron estar a la altura, siempre atentos y nada de estar papando moscas, pero una avivada del Burru -Jorgito Burruchaga el que nos dio el gol del triunfo contra Alemania en el mundial de México 86’- mandó rápido y sutilmente a la redonda a besar la red: 4 a 1. Fin del partido a los 70’ de juego y sonrisas en los integrantes de la albiceleste.

       Camino a refrescarse a los vestuarios los muchachos de Renato Cesarini no lucían tan felices pero tampoco tristes, a fin de cuentas habían ido para eso y ya estar ahí era todo un premio. Al que se lo veía más animado era a Ofi que sentía que había cumplido un sueño: corridas, escabullidas y gol incluido, nada mal para un pibe de 20 años. Yo seguía atento parado al costado de un poste de iluminación, era un espectador privilegiado junto a algunos periodistas que tomaban notas mientras otros sacaban fotos. Al pasar Ofi por mi lado le dije:

       -Felicitaciones pibe, lindo gol

       -Gracias Señor, respondió tímidamente, es un regalo, agregó.

       – No entiendo, le contesté, ¿a qué te referís?

       – Es que hace poco fue el cumpleaños de mi vieja y no le pude regalar nada.. este gol va a ser su regalo…”

        El viejo Hucha, metió un silencio como siempre para dar su toque místico, mandó al buche un trago largo de cerveza y agregó:

        “Después el pibe se metió en el vestuario y durante ese mundial no lo volví a ver. Al día siguiente, el diario La Razón publicó “Con el triunfo sobre el conjunto rosarino de Renato Cesarini por 4 a 1, y la evolución favorable en el estado de Diego Maradona como detalles salientes, transcurrió la jornada del seleccionado. En un cotejo de 70 minutos los goles de Argentina fueron señalados por Claudio Caniggia, Pedro Troglio, Maradona y Jorge Burruchaga. En tanto que Adolfo Buonamici, un potente delantero de 20 años, marcó para los rosarinos”. En tanto que el diario La Nación informó “El equipo partenaire del equipo nacional es la primera vez que le señala un tanto. El autor de la hazaña fue un joven rosarino, apenas superado los veinte años, llamado Adolfo Buonamici”.

       -¿Y qué pasó después Hucha? ¿Siguió Jugando? Le pregunté intrigado.          

       -Como te digo siempre, lo que siguió después no tiene importancia. Lo importante de ese día, de ese partido, fue ese gol, el regalo para la vieja…

    ANDRES RICARDO SENESTRARI

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