Un robot

Despierta una mañana un poco acalorada y siente que algo dentro de ella ya no está. No sabe que es, pero las circunstancias la incitan a deducirlo. Recuerda que su yo de hace meses en aquella hora ya se encontraba bajando por unas escaleras, llevando libros y tareas por hacer en el comedor, como un robot auto-programado que muy bien cumplía su función. Y muy bien cumplía su función. Recuerda que el pasado jueves la habían felicitado con un diploma de mejor promedio, que había recibido durante años como si recibiese una factura de la electricidad más. Todos podían ver su sonrisa insinuada del momento y como ella lo guardaba en su mochila repleta de libros. Aunque aquello era lo único que podían ver. Y es que había mucho más por ver. Un ser con una mente totalmente destruida y aplastada, llena de voces malintencionadas. Un robot auto-programado que muy bien cumplía su función. Sus dieces podían llenar su libreta, aunque a ella no la llenaba nada.

Vivía escuchando voces. La acompañaban a cualquier lugar que iba, se aseguraban que ella lo tuviese en claro. ‘’No terminaste toda tu tarea, cuándo la vas a hacer?’’ ‘’No podes hacer nada hoy, solo estudiar’’ ‘’Empezá temprano con las tareas así llegas a tiempo’’, ‘’Te sacaste un 7, ¿cómo pudiste?’’. Voces muy efectivas. La acercaban a lograr a su objetivo, uno que jamás se había cuestionado: el ser una persona exitosa. Ella veía reflejada en sus notas algún tipo de éxito y reconocimiento por los demás. ‘’Qué buenas tus notas! Seguí así!’’ Comentarios que eran su dosis de motivación, aunque no reconocía que los mismos alimentaban su exigencia y estrés. Exigencia y estrés: dos palabras que había llevado encarnadas desde lo que su memoria recordaba.

Ella dejaba que sus notas determinasen quién era. Ella era chica ‘’10’’. Saciaba su tranquilidad la idea de no tener que buscar lo que realmente la definía. Le daba miedo conocerse. Y nada la definía, nada la llenaba. Lo único que conocía de sí misma era su deseo interno de algún día tirar todos aquellos libros por la borda y comenzar a ser su yo real. Un ‘’yo’’ que amaba hacer otras actividades y descansar todo el día. Un ‘’yo’’ que era consciente de sí mismo. Un ‘’yo’’ que era… y simplemente era. Pero sabía que las voces no se lo permitirían, y ella tampoco lo haría.

Y despierta una mañana acalorada y lo siente… Algo dentro de ella ya no está. La hora de cambiar había llegado. No libros ni resumenes por aquel día. Solo una simple tarea: ser. Solo ser. Llenó su día de actividades que le gustaran realizar. Estas no eran muchas, producto de haber pasado tanto tiempo sin la costumbre de disfrutar haciendo algo. Tanto tiempo sin cuestionarse ¿Qué es lo que me agrada, qué es lo que disfruto? Fue como si despertara de pronto, luego de varios años de haber estado dormida. Recordaba que ciertos años atrás, había sido una simple adolescente fanática de algún que otro cantante extranjero, una espontánea y curiosa amante de la música en inglés y una aficionada de despertarse tarde todos los días. Ella en ciertos puntos lejanos de su vida había sido… simplemente sido. ¿Pero, podría volver a hacerlo?

El disfrute comenzó a tocar las puertas de su alma. La música en su vida comenzó a sonar, y no solo el simple sonido de una alarma que indicaba la hora de despertar y comenzar a resumir. Se animó a pasar tardes acostada sin hacer nada, más que disfrutar del tiempo correr, sin miedo a que ese tiempo significase un punto menos en un examen. O un aplazo. A pasar un domingo en familia concentrada en el momento y no pensando en un examen futuro. Por años se había cuestionado si algún día llegaría a vivir lo que ahora estaba viviendo. Y el universo siempre había sabido que ella lo iba a conseguir.

Había calibrado su brújula, cambiando el rumbo de su vida. Ya no iba tras repetitivos y monótonos dieces, sino tras el tan anhelado DISFRUTE. Las voces que había escuchado por años ya no le servían, solo su voz propia repleta de consciencia. Comenzando a transitar un camino profundo de auto-conocimiento, se propuso ya no vivir en una simple y vacía nube, sino con los pies sobre la tierra. Fuertemente le apetecía descubrir cuáles eran sus objetivos y sueños. Sus placeres, sus disgustos, sus pasiones, sus miedos… Comenzaba a llenar su alma y quitarle ese rasgo de vacía. Podía sentir, tan placenteramente, como su alma se llenaba.

Y fue consciente de lo desorientada que había estado por tantos años. Lo poco que había vivido, y todo lo que le faltaba vivir. La atacaban sentimientos de furia e impotencia por haber estado dormida durante todo ese tiempo. No obstante, sabía que el pasado ya no estaba en sus manos, pero si lo estaba su futuro. Y era consciente de todo lo que estaba logrando, orgullosa de haberse permitido comenzar a disfrutar, a vivir y ser. Eso le era más que suficiente. Las voces habían desaparecido, y aquel robot que fue por mucho tiempo había sido auto desprogramado. Ella ya no era la misma que antes… y le explotaba el corazón de felicidad el haber dejado de serlo.

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