Palpo entre mis manos el antídoto,
un arma con olor a polvo, en el aire olfateó el plomo,
escalofríos y sudoración, quejumbridos sordos,
frio metal en la cien, temperatura baja en mi piel.
Es de noche aún no he podido comer,
quizá algo extraordinario de la nada pueda suceder,
tal vez una acción haga de mi dolor desaparecer,
insomnio te extrañé, pensamientos por doquier,
una canción que me erice la piel, una dulce melodía
para reír al fallecer y encontrar por fin mi razón de ser.
Me pregunto si volveré a nacer
o si cargaré con esta condena para siempre,
mi alma debe transcender, me niego a no volver,
en esta vida quizá no fue, en la próxima me reivindicaré.
OPINIONES Y COMENTARIOS