Un relato para leer de un trago

La vibración luminosa del móvil lo encontró adormilado en el sofá, ese ruido que se sentía más fuerte repercutido en la desnudez del piso. De reojo lee la pantalla azul “Despierta pues te tengo que comentar lo que paso ayer”. El numero desconocido y el tono del mensaje lo deja un momento en duda si estaba despierto, “quien eres?” tecleo sintiendo una nausea, deja el móvil y en dos pasos se acerca a la nevera, el halo blanco lo envuelve y siente los brazos entumecidos, en el interior una pequeña botella azul, bebe sin tomar aliento. Lleva la lenta mente al día de ayer, nada…siempre se puede contrastar las memorias entre si, una informando la otra, sin cadencia de sentido si no hermanadas en una base común e individual.

La mano frota la frente ladeada, la mirada hacia una calle desierta. Un cruce de cuatro caminos posibles, que bueno tener opciones, sendas que escoger. Gira hacia atrás frunciendo el ceño y se estremece sin quererlo, tarda dos tres segundos hasta que más lento se acerca, seca las manos sudadas en los pantalones de pijama, y suena rompedor en vibrato el rectángulo de luz, mantiene su rostro crispado, alisa el pelo mugriento antes de arrodillarse delante del sofá para leer: Soy quien tú ayer mataste…

Siente la boca entornada, desencajada a cada sílaba, y escribe: “Como tienes mi numero? Donde estuve yo ayer y quien eres por favor!!!??”

Un nudo agrio lo alza, crispando las manos en el vientre, se desploma de rodillas y de un vistazo nublado lee: “Soy quien te mató cuando tenias sed.”

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