Un nuevo amanecer

Narrativa

Un nuevo amanecer

Paseando ya tarde, cuando el sol empezaba a ocultarse y el cielo se tornaba grisáceo, me senté en una vieja banca, una banca abandonada a punto de terminar su servicio, su razón de ser.

Esa vieja banca se encontraba en aquel campo, un campo que hace tiempo fue un bello jardín,
entre hierbas, ramas, hojas secas y troncos retorcidos se asomaba un camino con sus grandes grietas, huella del paso de los años, pensé, después de tanto servicio, tanta alegría, tantas bicicletas, patines, caídas, risas y llantos que han pasado por él, ya no debería de estar aquí, creo que por todos esos años de servir ha querido seguir ahí, asomado tímidamente, cansado muy cansado, pero siempre de pie dando su servicio, solo que ya no escucha las risas, ya no pasean por él, ya no es un lugar de largas amistades y carreras felices, ahora las carreras son molestas, los pasos firmes y golpeados, las personas se disgustan porque el tiempo se los come y no alcanza para nada, nunca alcanza, pero aquel viejo camino sigue en pie, no se queja, acoge y calla.

Y yo en cambio veía a la gente pasar, los observe por un tiempo, no sé si fueron solo algunos minutos o una, dos, o tres horas, no tengo ni idea, pero caí en cuenta de lo poco que se goza el vivir, unos llevaban la mirada fija en cada paso que daban, otro allá transpiraba tristeza, tenía los ojos hundidos daba la sensación de tener el corazón muy apretado en un puño bien cerrado.
Una chica bien vestida, arreglada, muy arreglada, pasó frente de mi, observe que en tanta belleza teníael alma en una soledad absoluta, en un nudo que ahoga y una lagrima a punto de brotar.

Algo me hacía pensar en cómo las personas se apresuran, por sabe Dios qué, siendo tan bello poder sentarse en una vieja banca y solo observar.

Estaba en esas cuando tropecé la mirada con a una linda viejecita, con las manos arrugadas y la espalda cansada, sus pasos lentos, pero su alma joven, limpia y llena de ilusión, su mirada era de paz.

Se acerco a mí, y con voz suave me dijo, seguramente que tus pensamientos te distraen de admirar y agradecer todo lo que ves, de agradecer esos sonidos que nos recuerdan que estamos vivos, agradecer el fresco de la tarde, de agradecer el canto de los pájaros al regresar a sus nidos, y por aquellos pies cansados que regresan al hogar, de admirar a todas esas personas que están aprendiendo a vivir.

Si, aprendiendo a vivir, así como tú y yo lo hemos hecho, cómo a diario encontramos un nuevo amanecer, todos ellos también lo tendrán y lo gozarán como tú y yo lo aprendimos a hacer.

No te permitas pensar que lo único que vale la pena es lo que tú has vivido, porque cada momento, cada año, cada generación, tiene sus largas noches, sus fuertes aguaceros, sus tardes luminosas, y sus nuevos amaneceres.

Y así como nuestras miradas se encontraron, así se perdieron, no antes de dejar un halo de paz

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS