La puesta del sol desprendía su último aliento de luz con su tonalidad azafrán comenzaba aparecer conforme se iba ocultando detrás de unas escasas nubes que rondaban sobre el horizonte, el azafrán de los rayos pintaban el cielo intensamente, parecía en ese momento que el tiempo se detenía, el espacio se expandía junto con los latidos del corazón del joven hombre que se deleitaba con aquel colorido espectáculo, llevándolo a un estado de seguridad, calma y tranquilidad. Parado en aquella colina entre las ruinas de lo que fue una residencia de nobles y caballeros, hecha de la mejor calidad de roca y cantera. Todo el entorno se había convertido en una poesía visual, la vegetación había crecido por dentro y fuera de las ruinas, las hiedras habían tomado parte de lo que había sido el techo; el tiempo y la naturaleza iban comiendo todo a su paso, siendo la destrucción del lugar parte de una nueva creación.
El joven hombre yacía parado en lo que fue un balcón con piso hecho del más fino azulejo, su barandal incompleto con el mejor y exquisito diseño de aquel tiempo se perdía entre la espesura del bosque.
Con el sol bañando su piel apiñonada, sonreía suavemente con los ojos cerrados, disfrutaba de la calidez de aquel suave viento que venía con los rayos del sol, haciendo danzar al mismo tiempo su rizado pelo castaño. Todo en ese momento era perfecto y hermoso. El joven de pelo rizado vestía una camisa de algodon, ligera como una pluma y unos pantalones de lino fino del mismo color blanco que la camisa.
Era la tercera vez que iba a inspirase para trabajar en aquel aquel pueblo encantado perdido entre las montañas llenas de coníferas y arbustos. Era un lugar mágico, las casas hechas de piedra y cantera, con techos de teja y puertas de madera; sus calles de piedra y angostas por los carruajes de antaño. Las casas estaban salpicadas por toda la colina principal, donde en lo más alto se encontraba las ruinas de aquella residencia de tiempos pasados donde probablemente una mansión fue. Se decía que en ese lugar pasaban cosas extrañas, por eso la gente del pueblo no se acercaba, aunque les preguntaras qué cosas extrañas pasaban, sus respuestas no eran claras; pero al joven de los rizos no le importaba, pues atesoraba cada puesta del sol en el balcón de ese lugar, con el piso de azulejo fino, pues era la mejor vista que se podía tener en todo el pueblo durante la puesta de sol.
Durante sus dos años pasados nada inusual le había pasado. Siempre se había dejado llevar por esas emociones de regocijo que se desbordaban cuando presenciaba aquel sublime espectáculo. Cuando finalmente se guardó el sol en la lejanía del horizonte, decidió regresar al pueblo. Pero en esta ocasión cuando estaba por salir del terreno donde terminaba la casa, vio una luz que titilaba flotando en el límite del bosque en la parte lateral de las ruinas, una pequeña vereda se abría entre los árboles, esta luz se prendía y apagaba dejando unos destellos azulados. El joven de los rizos pensó que eran luciérnagas y decidió adentrarse en el camino, aunque en un principio lo dudo pues nunca se había percatado de aquel camino. Se fue adentrando, caminando sobre la vereda, siguiendo la luz titilante azulada; la penumbra con cada paso que daba se iba asentando más y más, esto lo hizo dudar en seguir, entonces se detuvo para regresar pero al mismo tiempo la luz dejo de titilar nuevamente. Se sintió un poco nervioso pues hasta ahora se había percatado que no había ningún ruido de bosque, ni cigarras ni el ruido de las hojas. Respiró con calma, pues ahora había cierta inseguridad si debía continuar y decidió girar para regresar por donde había venido, pero en cuanto hizo este movimiento un camino hecho de más luces titilantes apareció a su derecha. Se prendían y apagaban flotando en el aire; para su diminuto tamaño alumbraban bastante. Esta luz en lugar de conmocionarlo o alterarlo, lo relajaron y lo animaron con seguridad a seguir el camino iluminado, ahora la oscuridad de la noche se había asentado totalmente. Ahora el bosque con las luces azuladas dándo una apariencia de textura plateada al reflejo de los árboles, le comenzó a generar gran curiosidad hacia donde lo llevarían estas luces flotantes, cuando poco a poco el camino de las luces se fue abriendo más y más apareciendo hasta formar un círculo enorme en lo que parecía un claro de bosque, aunque por un instante así lo pensó. Porque se dio cuenta que había un reflejo de estas luces sobre la superficie de lo que al parecer era agua, fue ahí cuando supo que se encontraba frente a un lago. Las luces flotantes que titilaban se apagaron, él se detuvo y quedó atónito ante lo que veía; la superficie del lago parecía el cristal de una obsidiana, de lo inmóvil que estaba el agua, con la luna reflejando su luz blanca plateada sobre él.
Aún no terminaba de vislumbrar el límite del lago cuando se dio cuenta que en medio se encontraba una pequeña isla, alcanzó a vislumbrar un puente que conectaba a la orilla del lago con esta isla, animado por todo el mágico momento que estaba pasando decidió rodear el lago hasta llegar al puente. Cuando llegó su sorpresa fue grande; no era un puente cualquiera, estaba hecho de la más fina caoba, con su superficie suave, formado por un barandal, con líneas entrecruzadas formando espirales, con los acabados más finos que el hubiera podido ver jamás, el puente parecía como nuevo. Parecía que las manos que lo habían tallado pertenecían a alguien fuera de este planeta, el piso del puente igual de caoba, era macizo y no tenía ningún ensamble de madera, parecía que la estructura hubiera sido tallada dentro del ancho del tronco mismo, pues al caminar sus pisadas no dejaban el usualmente crepitar de la madera. Cuando terminó finalmente de cruzar pudo ver que en medio de aquella isla se encontraba un estanque que sobresalía del suelo, el agua estaba contenida por una estructura hecha de un material que no podía reconocer, era de color blanco marfil, con una textura altamente suave, delgada y al mismo tiempo se sentía resistente, el material era tan puro que parecía hecho de perlas, aumentando el reflejo de la luna sobre el estanque, creando una atmósfera de apacible serenidad nocturna. Cuando terminó de maravillarse por aquel estanque pudo darse cuenta que aquella estructura tenía la forma de una flor de liz abarcando un tercio de la isla, su maravilla fue aun más grande.
El fondo del estanque no tenía ningún material, era natural, del centro del fango borboreaba el agua que salía de la tierra, era un manantial, pensó asombrado, al parecer el estanque nunca se llenaba pues en el extremo opuesto donde terminaba la flor de liz, se abría un canal dejando caer el agua en un flujo continuo silencioso. En la orilla del estanque flotaba un único y solo nenufar que permanecía inalterable e inmóvil a pesar de la suave brisa que había. En sus pétalos azul celeste mostraba pequeños puntos blancos plateados, dibujando un patrón que simulaba el cielo estrellado. El joven con el pelo rizado estaba asombrado por tanta magia y belleza que había experimentado, pero le entraba la duda de cuál era la razón que todo aquello lo llevara hasta ese lugar.
De pronto escuchó una voz, pero esta no venía desde el exterior sino del interior de su cabeza, resonando en eco suaves y melodiosos que le decían:
-Bienvenido a este espacio del mundo sin tiempo.
En ese momento comenzó a sentir miedo, nunca había escuchado una voz en su cabeza. Pensó se estaba volviendo loco. Trató de mantener la calma pues ya había ido muy lejos como para arrepentirse en el último momento.
-Está bien sentir miedo, es una experiencia nueva para ti.
Pues quedarte si así lo deseas o puede regresar es tu libertad.
Las palabras sonaban con tanta claridad y seguridad, que ahora deseaba saber quién se encontraba detrás de aquella voz.
-¿Quién eres?. Dijo alzando la voz, tratando de ocultar su miedo.
-Curiosa pregunta, pero más curioso eres tú, pues muy en lo profundo sabes quién soy yo, pero la que divaga como el viento te nubla tu ser .
– No entiendo ¿quién divaga como el viento?. Le preguntó.
-Tu mente, que más.
Un viento ligero llegó arrastrado por el ruido de las hojas de los árboles, haciendo que el nenúfar flotara hasta quedar frente a él.
– Yo no puedo evitarlo, siempre ha sido así, pensamiento tras pensamiento.
-Es posible. Pero estás aquí, pero tu mente allá, tus ojos ven aquí, pero ciegos están, no ven lo que deberían, tus oídos oyen pero no escuchan, tu esencia se pierde en el viento contaminado de la que divaga, todo tú está aquí pero tu ser está en mundos diferentes. Tus palabras al hablar solo expresan y dicen lo que existe en esos mundos allá donde está la que divaga.
El joven de rizos castaños frunció el entrecejo, le costaba entender todo aquel acertijo, quería comprenderlo pero se sentía frustrado por tantas preguntas que ahora lo asaltaban.
-Trató de entenderte pero lo que me dices va más allá de lo que mi capacidad puede comprender, en mi abundan ahora tantas dudas y preguntas que no sé cómo seguir.
En ese momento del nenúfar moteado con sus puntos plateado comenzaron a resplandecer con una luz cálida, el joven hombre agachó la cabeza abriendo los ojos de par en par, al percatarse de ese fugaz y tenue destello; ahí estaba su respuesta.
– Eres este nenúfar. Le pregunto.
-Puedo ser el nenúfar, puedo ser el estanque de agua, puedo ser el pasto que pisan tus pies, puedo ser el agua del lago, puedo ser aquellas luciérnagas que te trajeron, puedo ser el viento que sopla entre los árboles ahora, puedo ser la bóveda celeste, puedo ser el espacio en donde todo esto se encuentra, puedo ser las ruinas donde ves el sol, puedo ser ese color azafrán, incluso puedo ser el sol, puedo ser el espacio vacío del universo, puedo ver la luna o incluso también este planeta, puedo ser ese aroma que respiras, puedo ser la creación desde el espacio vacío del universo, pero también puedo ser la destrucción, puedo ser las guerras sin fin, puedo ser catástrofe, miseria y oscuridad. Puedo ser cohesión, amor y resurrección. Puedo ser la flor marchita, puedo ser el fuego que devasta bosques enteros, puedo ser la semilla que florece en los campos de guerra, puedo ser la sonrisa de un bebé, puedo ser la persona que agoniza, puedo ser la alegría del amor juvenil, puedo ser los deseos insatisfechos del hombre, puedo ser la riqueza y la avaricia, puedo ser la nobleza de un caballero. Puedo ser tus manos que acarician, puedo ser todo aquello que existe en el espacio vacío, puedo ser también lo que no existe en el espacio vacío. En tu libertad mora la decisión de lo que puedo SER. Pero solo lo podrás saber cuando la que divaga deje divagar, y lo que siente comience a sentir, no con el cuerpo ni con la mente, con el alma.
Terminó de hablar y todo quedó en silencio absoluto. Las palabras llenas de al parecer sabiduría seguían penetrando cada célula de su ser. Se quedó unos minutos sin ningún juicio ni pensamiento.
– Lo que te acabo de compartir fue solo pasa saciar la curiosidad de la que divaga.
Ahora tienes razón soy el nenúfar, o lirio de agua o flor de loto como quieras llamarme, pero así lo decidí en exacto momento, pero solo cumplo con mi propósito en este espacio sin tiempo moviendo tu conciencia a estados más elevados para que al igual que yo te conviertas en la expresión del vacío, en lo que existe y no existe.
Le surgían más y más dudas, trató de organizarlas y eligió la más importante.
-¿Como puedo lograr convertirme en ese movimiento del que hablas?
– Ser quien has venido a expresar, me ves ahora, soy un lirio de agua, lo único que hago es esto ser un lirio de agua color azul moteado flotando en un estanque, sólo eso, y así es perfecto, pleno y completo. No hago otra cosa, solo comparto una pequeña expresión de todo lo que es.
– Entonces ¿qué movimiento soy? si tú eres el lirio de agua ¿que soy yo?
-Tú eres el joven del pelo rizado, solo eso solo que te expresas a través de los ojos que no ven, de los oídos que no escuchan y de las palabras que mienten. Solo es necesario que traigas tu conciencia aquí y ahora, a la presencia del momento presente sin tiempo. Hay una parte de ti que te carcome por ganarle siempre al tiempo, siempre ir más adelantado, esperando el fruto que ni siquiera has sembrado. Cada persona debe encontrar su movimiento es lo más esencial, pues cuando conectas con eso tu vida fluye como ese canal que sale del estanque llenando el lago que ves a tu alrededor, de vida y más vida cada vez. Conectar con este movimiento no es una tarea nada fácil cuando hay tanto polvo volando en la que divaga; pero con esfuerzo y paciencia toda persona lo puede lograr. Pero tú estás más cerca cada vez pues te has esforzando aunque sin saberlo, viniendo cada año aquí, a ver esas puestas de sol maravillosas, solo te hace falta conectar aún más con el presente.
-Quieres decir ¿que mi movimiento no depende de lo que hago?.
-Lo que hagas, tus libros no importa, lo esencial es desde qué estado lo haces y justo cuando encuentras el estado del universo, lo que viene es el contenido de lo que escribes desde una conciencia más cercana a lo verdadero. Una vez conectado a ese movimiento podrás plasmar en tus libros lo que tus ojos ven, lo que tus oídos escuchan con la verdad en tus palabras. Me gustaría compartirte un poco de ese estado pero es importante que te sientes dentro del agua, para que comprendas de lo que hablo.
El joven de los rizos dudó en un principio si meterse o no, con el frío del agua en la noche temía enfermarse. Finalmente se fue dentro del estanque haciendolo deprisa para no arrepentirse, pero al instante supo que estába equivocado, la temperatura del agua era cálida.
-Bien, muy bien, ahora vas a dejar flotar todo tu cuerpo, no te preocupes que esta agua no te dejará sumergirte.
Nuevamente dudó si hacerlo, sabía que había en él, algo que se resistía.
– Los nuevos aprendizajes siempre dan miedo y más cuando se trata de dejar ir el control, pues el ego sufre cuando no lo tiene. Dijo el nenúfar.
Tenía razón en lo que decía, así que por primera vez confío plenamente en el nenúfar. Se fue recostando poco a poco hasta quedar totalmente boca arriba, sus orejas quedaron sumergidos bajo el agua, no le costaba para nada quedar flotando en el agua e inmediatamente sintió el silencio absoluto, que procaba no escuchar nada.
– Eso es mi amigo, solo confía y comienza a fluir como el agua,abrete.
En ese instante el nenufar dejó de hablarle mentalmente, comenzando a comunicarse de manera diferente. En ese estado de silencio absoluto en el que se encontraba, comenzó a sentir, la conciencia del nenúfar. Sentía ahora sus raíces, el fino contacto de cada parte con el agua cálida, la sensación de permanecer flotado con sus hojas sobre el agua, de sus hojas que se conectaban con su tallo principal y del tallo principal saliendo la flor que se abría, sintió el suave viento que pasaba entre los pétalos, después todas las sensaciones al mismo tiempo, desde las raíces hasta los pétalos, poco a poco, esta sensación se hacía más clara, expandiéndose en su conciencia.
Cuando pensó que ya no había más, comenzó a percibir primero sutilmente la savia recorriendo todo el cuerpo de la planta, como los nutrientes pasaban a través de sus raíces y la savia lo distribuía a cada célula del nenufar, fue en ese momento que se desconectó totalmente su mente racional y desde su corazón comenzó a brotar un ligero éxtasis, se sentía completo por primera vez en su vida la sensación que siempre le hacía falta algo desaparecio, podía disfrutar exquisitamente ese momento. pero eso no acabó ahí, pues ahora el nenufar abrió más el canal que había entre los dos y se reveló ante él poder real de la expansión de la conciencia, iba sintiendo la quietud y al mismo tiempo el movimiento interno de las moléculas de agua, saliendo del centro del manantial, lo percibía como la vida naciendo de la tierra; una danza entre el fango y el agua prístina que emanaba, revoloteando hasta salir a la superficie, era una delicia. Ahora él era el lirio y el agua. Suavemente se derramaba por el canal hasta llegar al lago, su conciencia estaba conectada a toda la vida dentro del lago, sentía la presencia de los peces, nadando pasivamente entre las corrientes tranquilas, con algas flotando moviéndose al ritmo de estas mismas. Percibió el reflejo en el exterior del lago a través de la tensión de la superficie como si fuera un espejo de cristal, su conciencia súbitamente emergio, atravesando un portal. Lo que pasó después fue algo indiscreptible, se convirtió en la esencia pura del bosque, él era cada árbol, cada hoja cayendo al suelo, cada hoja que se desintegraba en el suelo, era cada insecto de animal que vivía en completa armonía con el mundo, podía sentir el flujo natural de la naturaleza conectando todo al mismo tiempo. La lechuza abalanzándose sobre su presa en total sigilo imposible de perturbar la noche silenciosa con su movimiento, sintió el dolor de la presa al ser su vida arrebatada, el placer de llenar su estómago vacío de la lechuza. Todo estaba formando por un entramado invisible engranando absolutamente con todos los elementos que formaban el bosque con su energía que cada uno irradiaba, la flor marchita, la semilla que nace, el árbol que muere y nutre a la tierra.
La inefabilidad del éxtasis que sentía lo llevo a ser parte del mundo y el mundo parte de él.
Todo era armonía, el juicio no existía en ese estado todo era pleno, perfecto y completo. La muerte y la vida, el sufrimiento y el placer, cada organismo era impermanente y lo sabía, no se aferraban, todo era tan sencillo, sólo seguían el flujo natural, compartiendo su esencia, su propósito, de manera tan excepcional. Sólo hacían eso, eran esencia pura. solo cumplían lo que habían venido a hacer. Fue ahí cuando lo supo, dentro de él se despertó esa esencia, ese movimiento, su naturaleza infinita, ahora comprendía como realmente podía ser parte del flujo natural del mundo todo comenzaba justo con eso.
Estar presente.
Abrió los ojos lentamente y se fue incorporando.
Todo había cesado, la presencia del nenufar se había esfumado, sentía que había pasado una eternidad, pero al ver la hora, se sorprendió pues así como se había metido al agua así había salido.
Eso era el poder verdadero de estar presente.
Ya no había más enseñanzas, el nenúfar seguía ahí pero como cualquier otra flor en la naturaleza, estática, pero ahora comprendía la profundidad de la intención del nenúfar en el estanque. Salió del agua y caminó regreso a casa en un estado de completa serenidad. Ahora en su interior del joven de los rizos castaños se miraba la conexión y el movimiento de conciencia para expresar su SER eterno.
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