El imperio de tus ojos
está gobernado por los milagros del otoño,
hojas que caen como suspiros antiguos
cerrando la puerta a los demonios sin rostro.
Se apagan, lentamente,
los silencios que gritan en la mente de los locos.
Había una angustia viva en tu mirada,
una tormenta que bailaba en secreto,
pero tras la lluvia,
una calma tibia florecía con el roce de tus pupilas.
Eres un hada de diamantes heridos,
cristales que sangran luz y perfume,
una fragancia suave de amor persistente
que habita en las grietas de tu corazón roto…
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