UN AMOR MORTAL
Salgo del trabajo. Por fin es Viernes. La rutina de la agencia es estresante, la gente corre hacia todos lados, sin orden ni cabeza. Richard, mi jefe, está más insoportable de lo habitual, sus quejas rompen cada día en mi cabeza, y resulta agotador. La vida de modelo, no es fácil y más cuando tienes que mantener la compostura en todo este caos.
Me dirijo al parking subterráneo. Es de esos pocos días que consigo aparcar en un sitio decente. En cuánto salgo de la empresa, veo que desde esta mañana no ha parado de llover y, sinceramente, me encanta. Soy de esas tantas y raras personas que disfruta con el tiempo que hace en invierno. Las lluvias, los días fríos y secos, incluso las nevadas; no sé, simplemente, me encanta.
Por fin llego a mi edificio. De verdad, desde el día uno, Mitchel y yo, mi pareja desde hace 5 años, hemos aborrecido -por no decir odiado- la situación, la apariencia y hasta las ventanas de este edificio. Mi único consuelo son los planes que tenemos de mudarnos pronto de aquí.
Subo las escaleras y, por fin, llego a mi planta. Se oye desde fuera nuestra lista de reproducción de Jazz. Sinceramente, este tipo de música nos envuelve en un ambiente hogareño y nos ayuda a evitar pensar en lo poco que nos gusta nuestra casa. Al darle el giro de suerte a la llave para abrir la puerta y tan pronto se abre, comienzo a sentir una sensación extraña que me recorre desde el estómago hasta el pecho.
Voy a la habitación para ponerme más cómoda y ahí lo veo. Más raro que nunca, sentado en la cama y lo que más me asusta es su cara de expresión y la maleta enorme que tiene hecha al lado con lo que parece ser sus cosas.
-Mitchel…
-Renata, cariño, no te asustes pero ahora mismo tengo que coger mis cosas y marcharme.
-Pero…
-Sé que tienes muchas preguntas ahora pero si en dos minutos no estoy fuera de esta casa ambos correremos un grave peligro.
No entiendo absolutamente nada de lo que pasa pero por su expresión, sé que habla completamente en serio. Y le veo marcharse. Sin explicaciones, sin titubeos y solamente con un beso y un “Te quiero, y pronto nos volveremos a ver”.
Dos días después.
Hoy domingo llevo dos días sin saber nada de él, solamente me ha dedicado dos mensajes diciendo que está bien y que no me preocupe pero, yo ya me he hartado y necesito una explicación. Consigo levantarme de la cama e ir al baño a lavarme la cara para despejarme. Me preparo el desayuno como llevo haciendo ya dos días. Sola. Notando su ausencia en la casa. Son las 11 de la mañana y el tiempo no pasa. Mi cabeza no deja de llenarse con preguntas y la incertidumbre de que es lo que está pasando. Me siento impotente al no saber qué hacer.
No sé en qué momento me perdí en la imagen de mi reflejo en la televisión, lo que sí sé es cómo el sonido del teléfono me devolvió a la realidad.
–Buenos días, señorita Adams.
-¿Quién es?-Pregunto desconcertada-
–Soy el agente Carter del departamento de FBI de la ciudad de Seattle.
-Ahm, hola buenos días, agente. ¿Qué desea?-Me empiezo a preocupar, no todos los días te llama el FBI.
–No se alarme, señorita Adams. Esto es una simple comprobación rutinaria. ¿Le importaría responderme a unas preguntas, si es tan amable? Sólo le llevará unos minutos.
-Por supuesto.
–Ha de saber que esta conversación está siendo grabada y que sus datos estarán protegidos en todo momento por motivos de seguridad. También necesito su consentimiento verbal para proceder con las preguntas. ¿Entiende y acepta las circunstancias de esta llamada?
–Entiendo y acepto las circunstancias de esta llamada.
–Vale. ¿Su nombre completo es Renata Adams Rogers con domicilio en Pasadena, California?
-Correcto.
–¿Trabaja usted para la agencia de modelos DEBUT MODELSdesempeñando los cargos de Modelo y Subdirectora?
-Así es.
–Perfecto, y una última pregunta, ¿Reside usted en el mismo domicilio que Mitchel Reem Carter?
Si antes estaba desconcertada, ahora empiezo a asustarme. ¿Cómo saben que vivimos juntos? Hace dos días que se ha ido de casa sin darme explicación alguna, ¿y ahora el FBI me pregunta por él? Además, ¿cómo saben que estoy con él? Ni siquiera estamos casados. Qué casados, ni siquiera estamos prometidos…
–Oiga, ¿usted cómo sabe todo eso? ¿Sabe algo de Mitchel y, por cierto, cuál dice que es el motivo exacto de su llamada? –Pregunto acalorada.
–Bueno, señorita Adams , gracias por su colaboración, le deseamos que pase un buen día. –Cuelga.
No me da tiempo a reaccionar, ha sido todo muy extraño, no entiendo absolutamente nada. Me siento muy aturdida ahora mismo, miles de cosas se me pasan por la cabeza y de repente espabilo con el sonido del teléfono nuevamente.
–¡Hola! ¡¿Quién es?! –Descuelgo muy atacada
–Renata, cariño, soy yo. No tengo mucho tiempo asi que escúchame bien lo que te voy a decir.
-Cariño, ¿dónde estás? Me estás preocupando, ha llamado un agente del FBI ypensé que te había pasado algo…
–No hay tiempo, necesito que actúes con normalidad y vayas a trabajar mañana. A las 11:00am tendrás noticias mías. Es esencial que nadie se entere de nada de esto. Ni de la llamada del FBI ni de que has hablado conmigo.
-Cariño, no entiendo nada. ¿Dónde estás?
–Haz lo que te digo y recuerda lo que te he dicho, sobre todo: no te fíes de nadie. Te quiero. –Cuelga.
Coloco el teléfono en su base y sólo acierto a sentarme en el sofá y volver a mirar mi reflejo en la televisión. Si antes estaba perdida y sin respuestas, ahora lo único que puedo sentir es preocupación. Tantas preguntas y tan pocas respuestas; mi cabeza no da para más. ¿Por qué tengo que actuar con normalidad? ¿Qué estará pasándole? Y lo más importante, ¿Qué tiene que ver el FBI en todo esto?
Siento que voy a estallar. Son tantas las conclusiones que disparatadamente se me pasan por la mente que parece que el tiempo no pasa, pero sí que pasa. Miro el reloj y llevo en la misma posición exactamente 8 horas que hasta me triscan todos los huesos cuando atino a moverme. Son las 9 de la noche y ya siento que no puedo más. De repente lo único que se me ocurre es irme a dormir pero no creo que con esta preocupación pueda conseguirlo, así que voy al botiquín de Mitchel y cojo unos somníferos que le había recetado el doctor hace tiempo. Me tomo uno con mucha agua y me tumbo en la cama, mirando al vacío, pensando y sintiendo cómo me invade el sueño.
Lunes
Llego a la oficina con la mejor cara posible. Y no me cuesta disimular el fin de semana que he pasado. Por suerte, en mi trabajo y en este mundo de máscaras, la gente es tan superficial que sus cerebros sólo consiguen diferenciar caras atractivas de no tan atractivas. Es como si se les hubiese borrado la habilidad de percibir el estado de animo de alguien con sólo mirarle.
10:55am, salgo de una selección de modelos masculinos para el próximo desfile de Oscar de la Renta en París esta primavera. No he dejado de mirar el teléfono. Llego a mi despacho y no consigo evitar impacientarme más de lo que estoy. No puedo mantener esta fachada. En un intento por mantener la compostura, hinco los codos en la mesa y empiezo masajearme las sienes; como si estuviera intentando concentrarme en las reuniones que tengo apuntadas en mi agenda.
–Señorita Adams. ¿Se puede?-Me incorporo lentamente y miro hacia la puerta.
–Sí, por supuesto. –Es Jorge, el repartidor de correos de la empresa.
–¿Se encuentra bien? No tiene muy buena cara. –Es la primera persona que me lo pregunta en todo el día.
–Tranquilo, es solo cansancio. –Miento
–Debería descansar más. Por cierto, acaba de llegar este paquete para usted. Aquí tiene.
Miro el reloj: las 11:00am.
La puerta se cierra, y abro el paquete ¿una Tablet? La enciendo nerviosa y…
“Hola, Renata. Voy a ser breve, escucha con atención porque este mensaje no se volverá a repetir. Trabajo para una agencia de espías nacionales infiltrados y hace seis años me encargaron la misión de investigar una serie de empresas falsas cuyos objetivos reales eran el contrabando, secuestro y prostitución de mujeres. Mi objetivo principal eras tú. Creemos que tu empresa en realidad oculta la base jefe de una larga cadena de negocios que sirven como tapadera y pensamos que Richard es el manda más. Hace unos días, recibí el soplo de que había sido descubierto y tuve que huir por nuestro bien; porque, en mis planes, que me enamorara de ti no estaba incluido. Quedamos en muelle 52, hay una nave abandonada a la derecha, a las 14,00. Adiós ”
El mensaje acaba y no soy capaz de mover ni un solo dedo, de repente escucho un bip! y la pantalla de la Tablet se rompe. Sobresaltada me levanto y miro a mi alrededor, nadie se ha percatado de lo sucedido. Recojo mis cosas y me dirijo hacia el coche, pero pienso en coger un taxi para no levantar sospechas.
Me dejo caer rendida sobre el asiento del taxi, después de darle la dirección.
Reacciono con el frenazo del coche y el “ya hemos llegado, señorita” del conductor.
Miro a mi alrededor y localizo la nave, según las indicaciones. Entro.
Al fín le veo y el corre hacia mí y me abraza fuertemente. Nos separamos y doy unos pasos hacia atrás.
–Renata, siento mucho no haberte explicado todo esto cuando debía pero…
- Mitchel Reem, de la brigada de espias del FBI. – le apunto con el arma que llevo en mi bolso- hace tiempo que sospecho que el gobierno seguía mi pasos. Me sorprende como has logrado ocultarlo durante tanto tiempo.
- Cariño, ¿qué estas haciendo?
- Habéis sido muy minuciosos en vuestras investigaciones, pero en realidad Richard solo es un farol, yo soy la persona que estáis buscando, una de las mayores jefas de la prostitución en Estados Unidos. No me malinterpretes, te he cogido mucho cariño en este tiempo pero los negocios son los negocios y me temo que ahora tengo que eliminarte –suena un disparo-
Noto un fuerte dolor en hombro y suelto la pistola, de repente me encuentro en el suelo mirándole a los ojos y confundida.
“FBI, LAS MANOS EN ALTO”
De repente la nave se ilumina y me veo rodeada.
–Renata, me siento orgulloso de todo estos años, de lo engañada que te tenía, ahora todo termina, tú, nuestra historia y tu mundo-En ese momento me levanto y consigo coger el arma, la acerco a mi sien, y le miro:
–No puedo más, te quiero, yo si me enamoré de ti, intenté que nos fueramos de aquí, para empezar de cero y dejar mi día a día. Richard me avisó que no eras leal, que eras peligroso, lastima que no lo viera, asique prefiero morir antes de ver como mi vida se destruye. Suspiro y aprieto el gatillo.
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