Poemas, flores, serenatas,veladas y bailes lentos a la luz de la luna… todas esas cosas que hacían al amor antiguo más bonito.
Los detalles eran mucho más que gestos para una persona enamorada. Eran recuerdos, historias; las bases del amor de la pareja. Estos detalles eran como las secas hojas del otoño que caen lentamente con la brisa modelando sus cálidos colores. Tanto las finas hojas como los detalles hacen al paisaje de una obra de arte.
Los amores de antes eran obras verdaderamente hermosas, como las de Picasso o Van Gogh, coloreadas con hermosos óleos que pintaban palabras y dulces baladas, bajo un manto con los tonos de la luna. En estas obras se plasmaban sentimientos y se reflejaban emociones.
El amor antiguo debió ser más bonito, y sobra recordar que el valor de una pintura aumenta con lo más detallado y vívido. Gracias a su pasión, a su sentir, a su vivir, éste siempre será recordado.
No era un amor perfecto de cuentos de hadas, sin embargo, era un tren cargado de deseos que se encaminaba sobre vías de la locura más extraordinaria en calles construidas de una paz inaudita. El motor que mueve a este tren de vida es la suavidad y complejidad del alma, con vagones llenos de la calidez de la confianza.
Deberíamos aspirar a ese amor y romper nuestras cadenas oxidadas de comodidad, que nos mantienen atados a ideales vacíos, para así tomar las riendas de ese imponente tren y recorrer el destino que se nos ofrece.
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