Otra vez a currar, la madrugada de un domingo cualquiera. Haciendo hamburguesas de dudosa calidad. Ojalá me pongan en caja a despechar clientes, por que solo de pensar, que tengo que entrar a esa cocina a treinta grados, se me cae el alma al suelo.

– ¡Buenas noches a todos!

Directo al vestuario, que llego con el tiempo justo. Me cambio, ficho y haber el encargado de turno, que día tiene y donde me manda.

-Buenas noches Fernández, ya fiche. ¿Para dónde voy?

-Vete para la caja dos y dile a María que marche para casa. Quédate ahí de momento.

-Perfecto, voy pa ya.

Bueno, empieza mi turno. Veamos que elenco de personajes se acercan a cenar hoy hasta aquí. De momento, en la cola ya veo un par. Empieza el show.

-Buenas noches caballero, ¿que desea?- le digo con mi mejor sonrisa.

La primera en la frente. Tengo ante mi al típico gitano lleno de oro, la camisa abierta hasta el ombligo, la mujer con pinsir de oro en toda protuberancia de la cara y los dos críos pequeños, dando voces y saltos como salvajes.

-Pues yo voy a querer una mariscada y un par de tapas de pulpo, no te jode- me dice el sujeto en cuestión.

-Jajaja Jony como eres- se ríe su mujer- no ves que el pobre chaval lleva todo el día trabajando.

-Bueno, que solo era una broma. Haber atiende chaval; quiero que me pongas, dos hamburguesas de esas de carne, una de pollo, seis croquetas, dos menús infantiles, dos coca colas, otras dos hamburguesas de pollo, dos cervezas y mucho kétchup de ese gratis. Y tres salas barbacoas y dos de curry.

-Para llevar o para tomar aquí- pregunto.

-Joder, para tomar aquí. Por eso hemos venido.

-Muy bien ahora mismo se lo pongo todo- respondo.

Mecago en mi puta madre. Aparte de gracioso, borde. En fin, le pondré rápido lo que a pedido y a por el siguiente.

-Muy bien caballero, aquí tiene todo-

-No, no. Te faltan dos hamburguesas y la coca cola. Si no lo has apuntado en el tique a la primera, no es mi problema- Me dice el gitano mirando el tique, como si supiera leer.

Me vuelvo a cagar en mi puta madre, lo he revisado todo dos veces y todavía quiere jugármela.

-No se preocupe que ahora le pongo lo que falta- No voy a discutir. Acabo de entrar y no tengo ganas de darle explicaciones al encargado. Le sirvo lo que se acaba de inventar y seguimos. Total, no es mi negocio.

-Muy bien chaval, muchas gracias. Venga chiki, cógelo todo que nos vamos.

Y así se fue la familia de gitanos. Felices por haber sacado al burguer dos coca-colas y dos hamburguesas. Espero que el infarto de miocardio te des tres años antes gracias a esto. En fin, a por el siguiente cliente que también promete.

-Buenas noches caballero ¿que desea?

-Bufff llevo todo el día montado en el camión -me dice la mole de ciento veinte kilos sudorosa que tengo enfrente.

No recuerdo haberle preguntado por su vida de mierda, pero bueno, intentare despacharlo rápido.

-Quiero que me pongas el menú grande, con patatas delux, mucha salsa, la hamburguesa mas grande y un cubo mixto de alita y Nuggets. Y una Coca-Cola también, pero light eh. Para llevar si puede ser- me responde el camionero.

-Muy bien señor, en un minuto tiene su pedido listo.

Este por lo menos no va de gracioso.

-Pues aquí tiene todo caballero. La bebida, hamburguesa, patatas y el cubo mixto. Buen provecho- le digo.

Y así se fue mi segundo cliente de la noche. Apoyándose en la barandilla parar subir los tres peldaños que hay. Sus rodillas se están ganado la comida de hoy, por que como salte, sus pies se le pondrán a la altura de la barriga, como E.T., en fin.

-Siguiente por favor- y ante mi estupor y el del resto de la cola, un borracho hace su espectacular entrada, cayendo de cabeza contra el suelo, por no a ver visto los tres peldaños a los que estamos por debajo del nivel del suelo y la gravedad ha hecho su trabajo. Bastante tenía el hombre en mantenerse de pie, como para levantarse. En fin, parece que lo consiguió y que se va a tomar un merecido descanso en una de las banquetas que hay. Despachare al siguiente cliente y abordare al equilibrista. A ver cómo me sorprende.

-Dígame caballero- le llamo, por que evidentemente seguía mirando al borracho.

-No, yo no quiero nada. Solo vengo a decirte que, si ves a una chica de unos veinte años, vestida con un vestido azul y gafas, llames a la policía.

Ante mí, tenía a un sujeto de unos cuarenta años. Sin dientes, con la cara con cicatrices por todos lados y un ojo que hace dos semanas estuvo morado. Sus ropas coloridas y sus brazos pichados y amoratados me llevaron a la conclusión que era yonki.

-Como dice señor -no salgo de mi asombro.

-Pues eso joder- me responde el yonki- Que si la ves llames a la policía, que es muy peligrosa. Que la llevamos buscando todo el día y no sabemos donde está. Y tiene que entrar a prisión mañana por la mañana.

Madre mía, no me quiero ni imaginar el día que lleva este hombre. Y yo quejándome por tener que entrar a trabajar, en vez de estar en mi casa.

-No se preocupe caballero, ahora mismo se lo voy a decir al encargado y si la vemos aparecer, llamaremos a la policía, usted no se preocupe- digo.

-Pero llamáis ¡eh! Que es muy peligrosa- Insiste el politoxicómano.

-Si si, no se preocupe.

Y como vino se fue. Y ahora a atender al borracho que casi se deja los dientes al entrar, veras…

-Que le pongo caballero.

-…

-CABALLERO, que desea- insisto.

-Ehh tengo cuatro euros, para que me llega.

Y ante mi, pone su temblorosa mano con lo que creo que son cuatro euros. Ya que había más calderilla qué otra cosa.

-Pues hay una oferta por tres con noventa y cinco, que incluye bebida, hamburguesa y patatas.

-Pues esa misma.

-Para llevar o para comer aquí- digo- PARA LLEVAR O PARA COMER AQUÍ- Insisto por segunda vez, el muy cabron se me duerme entre frase y frase.

-Para llevar, qué me lo como fuera, a la fresca- me dice.

Le pongo el menú de tres noventaicinco y le despacho. Y ante mi asombro, veo que abren la puerta de un portazo y aparece el camionero con cara de enfadado, veras…

– ¡QUE PONE AQUÍ! – me dice el camionero de antes, enseñándome la tapa del cubo mixto qué había pedido- ¡QUE COÑO PONE AQUÍ!

-Pues pone “cubo mixto de croquetas” – le respondo ante mi total desconcierto. – ¡Y YO QUE TE PEDI! -Pues creo que era un cubo mixto, no recuerdo de que, la verdad- le respondo.

– ¡YO TE PEDI UN CUBO DE ALITA! ¡DE ALITAS! ¡NO DE CROQUETAS! ¡JODER, TODO EL DIA CONDUCIENDO Y NI UNA MISERA CENA TRANQUILO PUEDO TENER!

Me cago en mi puta madre por tercera vez esa noche, y me cago en el puto camionero dando voces en medio del local.

-Lo siento muchísimo caballero, se han debido de equivocar en cocina. Pero no se preocupe que ahora mismo le ponemos el cubo mixto de alitas.

– ¡NO!, ¡QUIERO MI DINERO O PONGO UNA QUEJA! – dice el camionero, ahora convertido en energúmeno.

-Muy bien voy a avisar al encargado y ahora mismo le devolvemos el dinero.

Tras bajarse los pantalones el encargado y devolverle el dinero. El iracundo camionero sale del local con su dinero y su oronda barriga llena, porque evidentemente, no devolvió el cubo anterior.

En fin, tan solo llevo trabajando cuarenta minutos y todavía me quedan ni las se de horas por delante, la noche promete. Y no lo digo por lo acaecido hasta el momento, sino por que los siguientes clientes que veo. Es una pareja. El, ecuatoriano, bizco, de unos sesenta kilos y medio metro de altura. Y “ella”, un senegalés de dos metros, noventa kilos de músculos con cero por ciento de grasa. Un punto rojo tatuado en la frente y un vestido que ya quisieran lucir muchas mujeres.

Que dios me pille confesado…

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