Me quedo viendo tu foto por largos ratos, imaginando que es a mí a quien sonríes; lo hago constantemente, por impulso, como si no tuviera nada mejor por hacer que imaginar que soy lo único que tus ojos quieren ver.
Me quedo viendo tu foto, intentando no arrancarme el alma del cuerpo y pasarla por los lunares de tu pecho una y otra vez, sin descanso, buscando la salida hacia tu espalda fría para dejar los labios olvidados.
Me quedo viendo tu foto y me abrazo el corazón, a duras penas, para que no llegue a pensar que puede ir corriendo detrás de ti y lanzarse, sin ver, al precipicio de tus deseos momentáneos; porque no le dejo de explicar que un amor no correspondido es la manera que tiene la vida de decirte: dispara.
Me quedo viendo tu foto, y aún no puedo creer que existas más allá de mis sueños.
Suelo quedarme viendo tu foto y pensar en lo mucho que te daría si tu amor fuera completo, sin excusas y sin trampas, si fuese puro y no de momentos. Pero así es tu amor, y es libre, y es muy tuyo; y aunque así lo ame con cada centímetro de mí, entiendo que no es para mí.
Yo miro tu foto porque me gusta imaginar que fuimos hechos exactos: y la miro largos ratos, porque en ese pensamiento es en el único lugar donde puedo ser feliz, tan feliz que me siento un niño de nuevo, y esa, amor mío, viene siendo la manera más pura de vivir tranquilo: siendo un niño. Por eso me quedo viendo tu foto.


URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS