Año 2016, yo tenía 66 años trabajaba como taxista, en una empresa que hacía carreras exclusivas para visitantes de uno de los centros comerciales más importantes en mi ciudad, mi nieto que vivía conmigo desde chiquito, estudiaba bachillerato, todo iba muy bien, con mi trabajo teníamos para vivir bien, no éramos ricos pero, no, nos faltaban las cosas importantes para estar tranquilos, comida, ropa, paseos, reuniones familiares y sobretodo, mucho amor y respeto. Empezando el 2017, toda la tranquilidad de la que siempre habíamos gozado se empezó a desvanecer, empezó la escasez de todos los productos de la cesta básica y para poder comprarlos había que ir a los supermercados, según el terminal de número de cédula. Mi nieto y yo nos íbamos en el carro y yo hacía la cola en tercera edad, sin embargo, había mucho desorden, la gente empujaba tratando de colearse, mi nieto no hacía cola ya que él tenía que irse temprano al liceo. Habían noches que llegaba la policía y teníamos que escondernos, nosotros nos metimos en el carro y dábamos vueltas hastas que se iban, luego había que salir corriendo para tratar de recuperar el puesto en que estábamos, sin embargo todos los que se coleaban, no dejaban que uno se metiera en su puesto y había que discutir, mi nieto no se podía meter por qué la cola era de las personas mayores y si el empujaba a alguien lo podían llevar preso. Después que recuperamos el puesto, nos quedamos parados hasta que amanecía, en la mañanita llegaba un empleado del supermercado y nos chequeaba la cédula y mos entregaba un número, luego nos pasaban en orden a un estacionamiento que parecía que estábamos en un campo de concentración, no había sombra, nos tapamos del sol con cartones, pero, peor era cuando amanecía lloviendo, era una verdadera sosobra. Pasábamos al mercado solo nos vendían lo que ellos querían, no podíamos comprar más nada fuera de los productos regulados, había mucha tristeza de la situación tan inesperada e insoportable a la que habíamos llegado. Un día conseguí a una amiga que me dijo que dónde ella hacía cola había más organización, y me cambié, la diferencia fue, que igual hacíamos la cola toda la noche, pero, podíamos acostarnos en la acera y esperar hasta que amaneciera, igual nos metían en el estacionamiento y a esperar que abriera el supermercado, yo y mis amigas nos preguntábamos, hasta cuándo tendremos que estar haciendo estás vendidas colas para poder comer.
Un día que mi hija llegaba a la casa, mientras cerraba el portón la encañonaron y le robaron el carro, ellos pidieron mucha plata que no teníamos y me tocó vender muchas cosas para poder reunir ese dinero, todos los dias nos llamaban y nos amenazaban que si no les teníamos la plata para el fin de semana iban a quemar el carro, cuando nos entregaron el carro, no tenía cauchos, ni tenía batería, también nos tocó hacer cola primero por la batería y después por los cauchos, está situación me hizo que vendiera el carrito, por que ya no se conseguían ni lo repuestos ni como hacerle mantenimiento. El país era un desastre, todo super caro y el sueldo mínimo no alcanzaba para nada. Mi hija decide irse del país, se fue a Chile, al principio no le fue muy bien, pero, gracias a Dios pudo conseguir un buen trabajo y ella es la que me ayuda, ya que yo por mi edad no pude trabajar más, mi hija pudo reunir una plata y le mando el pasaje a mi nieto, pero él se quedó en Perú, ya que allí estaba su papá, pero fue un grave error, haberse quedado en ese país, las condiciones para sus habitantes,no son mejores que las de mi pais a él no le a ido muy bien, está tratando de reunir para venirse ya que le robaron su cédula. Ahora las cosas cambiaron, no se hace cola para nada, los supermercados tienen todos los productos, pero, el sueldo mínimo no alcanza para comprar. Los artículos los venden en dólares o al cambio en bolívares, y aquí el dólar sube todos los días, es un verdadero desastre. Ahora, por está situación yo me quedé viviendo sola, a veces siento mucho temor a que me pueda pasar algo, pero, mi fe en Dios me da mucha tranquilidad. Aquí en Venezuela, de mis cuatro hijos se quedaron 2, una hembra y un varón y son los que están pendientes de mi, ellos tienen sus responsabilidades en sus casas, y a mi me tocó vivit sola.
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