La mañana había llegado fría y seca, la habitación se encontraba oscura y el despertador dio la segunda alarma, Martin lo apago y se puso de pie de inmediato para prepararse para ir a trabajar, el reloj daba las 3:01 y no daba señales de que se fuera a quedar ahí, por lo que fue al baño, se lavó los dientes, bajo las escaleras y encontró a su hija donde y como siempre, desalineada y dormida en el sillón con la televisión encendida, se acercó a ella y en voz baja le dijo: »voy a apagar la televisión por un momento, necesito prender el calentador para bañarme», ella pareció asentir entre sueños y se dio la media vuelta, se veía profundamente dormida aunque Martin sabía que estaba siempre en estado de alerta, la ciudad parecía haberse quedado muda aquel día en que todo paso, en ese momento no hubo sonido, todo era un silencio que nunca hubo antes, o por lo menos así lo sintió ella, de manera que el ruido calmaba sus nervios. apago la televisión y fue rápidamente a prender el calentador sin cuidar que sus pasos fueran a hacer ruido, espero más de 20 minutos a que el agua se calentara, las fallas eléctricas hacían que todo fuera más tardado, la poca o nula electricidad que se vivía en la ciudad daba pie a este y otros contratiempos no menos molestos, se metió a bañar y disfruto del agua caliente, pensando siempre en el día en que todo paso, se disponía a secarse cuando escucho un grito que venía desde abajo, se puso inmediatamente la toalla sobre la cintura y corrió hacia su hija que se escuchaba a lo lejos, a medida que se acercaba los gritos se distinguían mejor »despierta papa, despierta» gritaba horrorizada su hija, su padre se acercó y con la facilidad que se obtiene de la costumbre llegó con su hija para calmarla ‘’despierta amor, ya paso, aquí estoy, no estoy dormido’’ le decía para despertarla, ella seguía pidiéndole que se despertara mientras iba comprendiendo donde se encontraba, lloró hasta quedarse dormida de nuevo; ya eran las 3:57 y había mucho que caminar, recostó a su hija sobre el sofá y prendió la televisión de nuevo, por lo que escucho las noticias mientras tomaba su precario desayuno…»de acuerdo con el último censo ha bajado a 10,000 el número de habitantes y se espera que siga disminuyendo, conforme las empresas buscan otros sitios que puedan proveer las necesidades eléctricas necesarias para sus actividades, sin embargo, se espera que se inviertan recursos federales para poder reactivar la ciudad de acuerdo al último informe de gobierno, aun así, se ve lejana la fecha en la que esos recursos lleguen y más aún para que se puedan ver resultados directos sobre…», así sonaban las noticias cuando se puso su maltrecho uniforme y salió a la calle para caminar al trabajo, las calles se encontraban vacías y oscuras como era de esperarse, y estaba haciendo mucho frio, recordaba años atrás en los que a esas alturas de la estación donde incluso hacía calor, claro que todo fue antes del terremoto; la despoblación, la falta de vehículos y la disminución de la contaminación daban la impresión de que la naturaleza volvía a tomar las riendas del lugar y regresaba el equilibrio, no había un solo automóvil en las calles, ni estacionado ni transitando, eran ya las 4:38 y tenía que caminar más deprisa si quería llegar al trabajo a tiempo, todo se había venido abajo en tan solo un año.

Llego al trabajo menos apurado de lo que pensó, la fábrica no era menos deprimente que la ciudad en general, la falta de energía los obligaba a hacer los más inverosímiles ahorros, desde iluminación hasta insumos sanitarios. La luz iluminaba lo estrictamente necesario, haciéndolo un lugar por demás lúgubre, y así pasó la mitad de la jornada, y llegó la hora del almuerzo, el estrecho del camino hacia la cafetería desarmonizaba con el resto del edificio, se remodeló justo antes del terremoto, y en ese pequeño pasillo uno podía olvidar por un segundo que todo se había roto, tenía pintura en buenas condiciones que casi pasaba por fresca, se dirigió hacia donde estaban sus colegas y uno de ellos le saludo:

-Que tal Martínez, como estuvo el día de hoy tu caminata?

-No tan mal como pensé, solo tuve que caminar 2 horas al trabajo, pudo haber sido peor.

-Pero antes di que tenemos trabajo, la situación está de lo peor, ¿escuchaste lo de alloywell?, dicen que ya planean mover la planta para otro lado

-Eso he escuchado -contesto Martin- dicen en las noticias que el último censo indica que somos 10.000 habitantes

-Honestamente creo que somos muchos menos

-Por qué dices eso- dijo Martín con cierta preocupación y curiosidad

-Piénsalo- contesto su interlocutor- aquí habemos 3 mil empleados máximo, no creo que en alloywell haya muchos más, dime tu, donde trabaja toda la otra gente, una vez descontando hijos.

-Siempre ha habido gente que trabaja informalmente, eso no significa que no podamos ser los 10 mil, están también las familias, gente que trabaja por fuera.

-Por fuera de dónde Martín?, todo se está cayendo, antes mirabas talleres mecánicos, cuanto fue la última vez que viste un carro circular? podías ver negocios de refrigeraciones, carpinterías, tiendas de todo tipo, ahora lo que la gente quiere es irse de aquí, nadie quiere invertir en sus casas, cada centavo que ganamos apunta en salir de este lugar, mucha gente está aferrada a quedarse, pero son contados, y yo hubiera corrido de aquí de buena gana ya, pero las personas que tenemos familias no nos podemos dar el lujo de irnos así como así, hay mucho que planear.

-Te entiendo, pero no todos queremos irnos de aquí, tal vez los 10 mil que nos quedamos hasta el final seremos los que permaneceremos aquí-dijo Martín con un toque de resignación que no lo hacía sentir seguro de su decisión, pero juan no se cansó y continuo.

-Pero qué harás cuando ya no haya trabajo? -claro que Martín ya había pensado en esto, este tipo de conversaciones eran cosa de todos los días, podemos solo cambiar una u otra palabra pero siempre giraban en torno a lo mismo y solo cambiaba el número de habitantes en cuestión ya sea mayor o menor, que generalmente siempre era menor, pero Martín no revelaría sus planes en una conversación trivial que servía solo para mantener la mente ocupada, así que dio una respuesta que ya tenía muy gastada y dijo a manera de victoria.

-Aún no sé qué hacer en el presente, me ocuparé del futuro cuando llegue a él-juan se resignó y continuo

-Bueno, tú no tienes lado, yo si me voy de aquí tan pronto como pueda, solo espero poder conseguir un vehículo propio a buen precio, no confió en esos transportes del desierto.

-He escuchado muchas cosas malas también- dijo Martin de una manera casi lúgubre.

Eran las 6:17 de la tarde y Martín regresaba a casa por el mismo camino por el que se había ido, hacía mucho frío a pesar de lo temprano que era, a través del camino se podía ver muchísimo más movimiento de lo que se percibía en las mañanas, era el otro tipo de vida que se vivía en la ciudad, prostitutas, bebidas y violencia, la gente bebía para olvidarse de lo hundida que estaba su vida, saciaba su soledad con las damas de mundo y cuando el alcohol los llevaba hasta cierto punto y recordaban lo miserables que eran era ahí donde entraba la violencia, una cosa llevaba a la otra, dependía de la otra, necesitaba de la otra, era una buena hora para pasar de largo ya que el ciclo apenas empezaba, y Martin así lo hizo sin más problema.

Entro a su casa de manera parsimoniosa, llegaba moviéndose con cuidado por todas partes, no le gustaba alterar el silencio del que poco a poco se había vuelto a convertir en un hogar, en otros días la casa estaba con vida y movimiento, después del terremoto todo cambio y la nueva regla era la calma, se sentó en un sillón y volteo al otro a ver a su hija, miró la puerta y como quien ve el reloj y no pone atención a la hora regresó nuevamente la mirada a su hija, ella seguía metida en el sillón, el cansancio lo invadía por todas partes, físicamente se sentía extenuado, los problemas de las deudas y la ciudad casi fantasma en donde la gente cada vez vive menos de día y más de noche, la violencia y la inseguridad, si es que no son la misma cosa, todo convergiendo a un mismo remolino inevitable, el único resultado posible: el caos, era cuestión de tiempo para que todo se derrumbara, la idea era irse de ahí antes de que eso pasara, pero el desierto no era una buena ruta de escape, y por la sierra la ruta era muy difícil de transitar, mucho más aun llevando prácticamente a cuestas a su hija, usualmente se pasaba las noches dando vueltas a lo mismo hasta que se cansaba y se quedaba dormido.

II

La mañana había llegado fría mas no seca, la rutina se ejecutó como de costumbre, la televisión daba las mismas noticias alternando cifras y fechas levemente, lo cual hizo pensar a Martín en lo similares que eran las noticias y las conversaciones del trabajo, pensó que una programaba a la otra. Salvo por el incidente de su hija todo fluyó de la misma manera, trabajo cómodamente hasta el almuerzo, el platillo principal ahora tenía una guarnición en lugar de dos, aunque el precio continuaba siendo el mismo, juan se sentó en la mesa como de costumbre y ambos encontraron consuelo en su conversación quejándose de las cosas que no podían cambiar.

Su área de trabajo se encontraba extrañamente activa, había mucho movimiento de gente trabajando alrededor, maría supervisaba todo con alegría y eficiencia, algo difícil de encontrar incluso en una ciudad normal, siempre le había atraído pero nunca había tenido algún pretexto para entablar una conversación, entonces pensó en lo que era su vida, el trabajo tedioso y monótono, los problemas de violencia que no habían llegado a afectarle directamente pero siempre estaban latentes y acechando a la vuelta de la esquina, la condición cada vez peor de su hija que era cada vez más una carga a su ya delicada situación económica por no decir mental, pensó levemente en su hijo, se convenció de que no podía ser peor y buscando un pretexto se acercó a preguntarle »¿es agua con aceite lo que tira la máquina?», algo que era por demás obvio para todo quien trabajara ahí, el punto era entablar la conversación, como lo hiciera o que preguntara salía sobrando, María volteo y sonrió, pensó levemente una respuesta como quien calcula detenidamente y dijo al final:

-Así es, es agua con aceite, el enfriador retarda la fricción de la máquina, entre más revoluciones mayor enfriador se necesita para estabilizar el calor.- esto era un muy buen comienzo, ella pudo haber dicho simplemente sí o no pero dio pie a más preguntas y más respuestas, platicaron mucho tiempo; y tomando en cuenta que fue una conversación de pasillo en horas de trabajo, llegaron a saber mucho el uno del otro, de que parte de sonora eran y una que otra cosa más, al final el radio de maría sonó y antes de que ella se disculpara Martin hizo un ademán para retirarse antes de que lo retiraran, se marchó y encontró las piezas de su máquina deformes por la falta de cuidado en el flujo del enfriador; a pesar del reporte que llenó junto con el acta administrativa, y la larga caminata hasta su casa, fue un buen día.

Era fin de semana, no tenían mucho dinero, pero el día libre le permitía a Martin pasar tiempo con su hija, comieron muy bien, ella se encontraba lúcida y platicaba mucho más que de costumbre, la televisión siempre se encontraba encendida por supuesto.

-Que tal el trabajo papá?’-pregunto la hija

-No ha habido nada nuevo, dicen que quieren traer más maquinas del sur pero cada vez hacen el lugar más pequeño, es poco más poco menos de lo mismo

-Entonces van a cerrar? – dijo en seco su hija, y Martín temiendo el rumbo que llevaría la conversación comentó en seco también

-No lo creo

-Qué es lo que si crees, papá?

-Creo que no lo se

-Estoy preocupada papa, mataron al vecino anoche

-Yo también estoy preocupado- dijo Martin, y su voz fue escalando en autoridad

-Pues no pareces preocupado – contestó su hija, cuya voz seguía el juego de escalar para buscar autoridad

-Estoy preocupado y es todo lo que necesitas saber – Martin no temía menos que su hija por lo que la ciudad eventualmente les ofrecería, pero no había nada mas que pudiera hacer de momento.

-No me escuchaste que mataron al vecino anoche?

-Si te escuche maldita sea – dijo Martin airado

– ¿Y que vamos a hacer, no te importamos? – dijo su hija con la voz ahogada de quien no va a ganar una discusión y recurre al sentimentalismo para poder imponerse de alguna forma.

Martín estaba preparado para la discusión, como lo había estado para cualquier problema, ya sabía cómo manejar los repentinos arrebatos de su hija pero lo que lo tomó por sorpresa fue el ´´importamos´´, cuando todo pasó, cuando eran 3, cuando murió su hijo aplastado por las piedras de su misma casa y él no pudo hacer nada al respecto, eso era algo para lo que no estaba preparado, algo que no podía manejar, en su momento afrontar eso casi le costó la razón, las piedras habían enterrado a su hijo, la funeraria su cuerpo y el su recuerdo, no podía, no quería recordarlo, el dolor se abría paso a través de su mente y lo hacía recordar, lo volvía débil, torpe, permitirse el dolor estaba fuera de discusión, ya habría tiempo para llorar una vez que se hubieran largado de ahí, y con estas cosas dándole vueltas en la cabeza como un remolino, no supo siquiera contra quien estaba enojado y arremetió contra su hija

-¿Tú crees que yo soy feliz aquí?, crees que me gusta vivir en la casa donde murió mi hijito?, o tal vez te parece que me encanta caminar horas de ida y de vuelta para irme a meter a ese agujero horrible?, no quiero que vuelvas a hablar de mi hijo de esa forma ¿me entendiste?, no quiero que vuelvas a mencionarlo maldita ingrata – y de la misma manera en que entró en cólera salió de la misma, Martin miró a su izquierda para darse cuenta de que le había levantado la mano a su hija, se avergonzó de sí mismo pero no quiso mostrarse arrepentido, su hija lloraba en el sillón al que se fue a refugiar y después de meditar durante un largo rato, se acercó a hablarle pero fue inútil, su hija estaba en el cerco de su mente, desde aquello, siempre huía a su ensimismamiento cada vez que pasaba algo feo, era su modo de defensa, Martin lo entendía, si no fuera por su hija él probablemente hubiera caído en un comportamiento similar, la dejo ser y subió a su cuarto, lugar en donde había muerto su hijo y al que sin saberlo solo subía a manera de castigo.

III

Llego al trabajo sin ningún tipo de percance, los rayos de sol de la mañana empezaban a asomarse por el Este de donde nacía el sol todas las mañanas,

Había mucho movimiento, en efecto traían más máquinas al área de trabajo, una persona más optimista hubiera pensado que la economía local de alguna manera se estaba recuperando, Martin se permitió ser optimista y creer esto, en algún momento de la jornada laboral juan se acercó a él.

-¿Que tal como va el trabajo?- juan solo salía de su área cuando había algo importante que comunicar sea de trabajo o chisme, no habiendo mucho que hacer, Martín decidió seguir el juego

-Todo muy bien por aquí Juan, ¿que me cuentas de nuevo?, – la pregunta pareció satisfacer a Juan, quien buscaba la apertura perfecta para comunicar lo que al parecer le estaba quemando la boca.

-Pues vengo más que nada a despedirme Martín, terminando el turno renunciare, voy a mudarme a Durango y tomo camión esta misma noche.

-Es eso así?, -dijo Martín sorprendido y empezó a lanzar preguntas- ¿Como te iras? ¿En qué? ¿Cuánto equipaje llevarás? ¿A qué hora sales? ¿Alguien ya te espera?

-¿Vaya, creo que esas son más preguntas en una sola oración de las que me has hecho en toda nuestra historia aquí Martín, ¿por qué tanta curiosidad?

-Bueno, pues por que me parece muy repentino- Martín no podía creer lo que estaba pasando- un día hablas como si estuvieras atorado aquí y al otro simplemente te vas así sin mas, ¿como es posible?

-Una pregunta más, vaya Martín si que estás interesado en mi pequeño viaje, pues te diré que me salió una oportunidad de viaje y no pienso desaprovecharla

Cierto era que la partida de Juan de alguna manera le daba consuelo, el que alguien huyera de esa ciudad era agradable, daba la esperanza de poder realizar ese sueño él mismo algún día, sin embargo las cosas nunca eran así de sencillas, debía saber más detalles, pensó durante unos segundos, y preguntó

-¿En que te iras?

-En que NOS iremos – corrigió juan- he pagado un precio algo caro, pero ciertamente lo vale, nos iremos toda la familia, con las pertenencias que vale la pena cargar.

-Entonces – con eso Martín ya sabía la respuesta pero preguntar convertía las cosas en ciertas, así que temió hacerlo durante unos momentos, pero finalmente se atrevió a formular la pregunta- ¿te iras en los transportes del desierto?

IV

termino la jornada, afortunadamente ya sin sorpresas, camino a su casa, los rumores sobre los transportes del desierto ocupaban su mente, tal vez podría conseguir el teléfono de juan, y si él llegaba a salvo a Durango podría darse la oportunidad de correr ese riesgo, al tener su mente ocupada no se dio cuenta de que ya había llegado a la zona roja de la ciudad, tan pronto activo su estado de alerta se percató de que una figura lo miraba fijamente desde lejos, trato de no hacer contacto visual y seguir su camino pero la silueta se acercaba más y más, cuando estuvo a 3 metros de distancia y no había manera de disimular la huida de lo que parecía una sombra no tuvo más remedio que voltear para poder hacerle frente a lo que viniera, giro rápidamente solo para ver que le lanzaban lo que parecía un golpe así que se movió al lado y sin dar tiempo para que suceda algo más empujo a su atacante al piso, pero Martin dio la media vuelta muy rápido, y choco de cara contra la sombra que caía al piso, quien se fue transformando en una silueta femenina, y finalmente en María, de pronto se sintió tan infantil y estúpido que no pudo articular palabra alguna, maría miro su expresión y se limitó a decir: ‘’si esta fuera una comedia romántica este sería el momento en el que nos enamoramos’’, los dos empezaron a reír, ella por la situación y el de nervios y vergüenza, y después de unos minutos de charla pequeña se encontraron bebiendo en uno de los bares de la zona roja

-Dime María, ¿Tu como llegaste aquí?

-Solo solicité el trabajo, un día me llamaron y vine para acá

-Si está muy bien, pero a lo que me refería mas bien era a ¿Por qué decidiste venir aquí?, ¿algo te trajo a este lugar, algún compromiso o que fue lo que te orillo a venir?

-Nada más que el continuar con mi carrera, pero tú lo dices de una forma muy pesimista, como si este fuera el mismísimo infierno, es solo una ciudad que tuvo una catástrofe natural, nada más.

-Es más que solo eso, esta es la primera vez que nos vemos fuera del trabajo, no quiero que pienses mal, pero este lugar ya no es lo que era antes, desde el terremoto todo se ha venido abajo, es por eso que no entiendo como alguien como tu elegiría venir aquí

-si lo dices así si es difícil de entender, sin embargo yo era supervisora de la planta del sureste, aquí estoy en la gerencia de mantenimiento de la planta, y en un año habrá una vacante de gerencia en la región sureste de donde vengo, estoy haciendo experiencia en el puesto, esto es solo un escalón mas, no planeo echar raíces aquí

-ni tu ni nadie María, eso tiene más sentido, solo vienes de paso

-tú no eres feliz aquí Martín?

-no, la verdad no lo soy María, y no lo he sido durante mucho tiempo

-y por qué no te vas?

-no es tan sencillo, tengo una hija

-entiendo, siempre es más difícil así, pero si el problema es donde quedarte yo tengo familia en Durango, una casa en donde se pueden quedar en lo que se estabilizan

-te agradezco mucho la oferta, pero no es donde quedarnos lo que me preocupa, lo preocupante es sencillamente salir de aquí

-hablas como si fuera una zona de guerra, no estarás exagerando Martin?, solo es cuestión de guardar dinero para el pasaje e irte ¿no crees?

-así debería de ser, pero la ciudad ha caído bastante, somos una ciudad aislada en el desierto, la economía es muy local, muchas fábricas se fueron y las carreteras federales son muy peligrosas, hay muchos asaltantes que roban a los pocos carros que se van de aquí, los transportes del desierto son cómplices de la trata de personas, me da mucho miedo correr ese riesgo, hemos visto personas que se van, pero nunca vuelven, el terremoto fue lo de menos, el problema es la gente que quedo después de el.

-yo no sabía eso Martin, pero debe haber una manera de salir de aquí con seguridad, alguien a quien pagarle, después de todo, yo llegué aquí con bien, los dueños de la fábrica van y vienen a voluntad, creo que el riesgo de que roben el camión en el que viajas es el mismo que se corre en cualquier parte del país ¿no crees?

-Tal vez tengas razón, pero igual me da miedo arriesgarme

estuvieron en el bar unas horas más, después de despidieron y Martin albergo esperanzas de que tal vez la relación pudiera llegar a otro nivel, después de pensar esto, se sintió estúpido al haber hablado tanto sobre los riesgos de salir de la ciudad, ‘’seguro piensa que soy un paranoico’’ se dijo para sus adentros, y se encamino a su casa.

V

Martin llego a su casa ya entrada la noche, a pesar del hecho de no haber tomado mucho sentía los efectos del alcohol que se obtienen por la falta de práctica, antes de abrir la puerta escucho el silencio dentro de su casa, un escalofrió le recorrió la espalda, ‘’la televisión siempre está encendida’’, dijo en voz baja y temió lo peor, no termino de abrir la puerta cuando ya la estaba empujando intentando anclar su imaginación para que no se eche a volar, en efecto, miro la televisión apagada y ningún rastro de su hija, ‘’ella nunca sale’’, pensó mientras inspeccionaba toda la planta baja de la casa, solo había un lugar más en donde buscarla, ‘’ella nunca sube’’, pensó como si alguien le estuviera susurrando, y antes de decidirlo ya estaba subiendo las escaleras, solo había dos habitaciones arriba, la suya y la de su hijo, Martin entro directamente a la de su hijo, y ahí estaba ella, tendida en la que fue la cama del pequeño, ella nunca había subido después del terremoto, ni siquiera para ver el cuerpo de su hermano, y ahora estaba ahí, sin hacer ruido de la misma manera que estuvo sin hacer ruido su hermano, la mandíbula de Martin temblaba como si de repente la temperatura hubiera bajado 40 grados, su hija se volteo de lado y dejo ver los brazos cortados a lo largo de todo el brazo hasta llegar a las muñecas, Martin no recordaría en que momento la alzo en los brazos, ya estaba bajando las escaleras cuando miro que se movía, llamo a la ambulancia pero esta nunca llego, vendo los brazos de su hija como mejor pudo para evitar más fuga de sangre, las heridas no habían sido profundas, lo peor ya había pasado.

VI

Dos días después martin se dirigio al trabajo y termino su jornada sin ninguna novedad, en el trabajo no miro a Juan, quien ya debería estar muy lejos de ahí, antes de salir llamo a Teresa, la madre del vecino que habían matado, y a quien le había dejado encargada a su hija, de una u otra manera ellas dos parecieron complementarse, su hija se estaba recuperando muy bien, la compañía le sento de maravilla, se reprocho no haberla llevado antes con Teresa, ahora parecia que era de lo mas lógico, después de lo de su hijo su hija nunca se recuperó realmente, pero ahora las cosas estaban escalando hasta el punto de hacerse daño ella misma, ¿qué habría querido ganar haciendo eso?, había maneras mas fáciles de morir si lo que realmente quería era suicidarse, recordaba las heridas a lo largo de los brazos de su hija que la navaja había dejado, y que dejarían para siempre cicatrices espantosas como recuerdo del intento de suicidio, lo único cierto era que tenían que salir de esa ciudad mientras pudieran, el tiempo corría, ya sea que estuvieran preparados o no.

VII

Martin cada vez se sentía más cansado, los recientes problemas con su hija lo mantenían dando vueltas a la situación pensando en posibles soluciones que descartaba al momento, solo para considerarlas 5 minutos después como si fueran opciones nuevas y volver a descartarlas, llego con Teresa. La Sra. se encontraba de buen humor, tenía esa resignación admirable de las mujeres religiosas que encuentran consuelo sabiendo que su hijo se encuentra en un mejor lugar, Martin no contaba con esa resignación, tenía una hija viva que sacar de esa ciudad, no era tiempo para resignarse, se paró frente al altar del vecino muerto para hablar con Teresa y luego como sintiendo que le daba la espalda a alguien se movió del altar para no romper el vínculo que había entre él y teresa, hizo esto sin saber por qué y pidió disculpas de igual manera, la señora no le dio importancia a lo que Martin creyó que era una falta de respeto e inicio la conversación preguntando por Juan, a quien ambos conocían.

-¿no lo sabe?, se fue esta misma semana a Durango

La señora se dio cuenta inmediatamente que ella estaba mejor informada que su interlocutor, una sombra de pena e incluso de culpa paso por su frente, ya que siempre nos sentimos culpables de informar la muerte, aunque no hayamos tenido nada que ver con ella.

-oh lo siento mucho Martin, pensé que sabias, Juan y su pobre familia fueron encontrados muertos en el desierto a unos pocos kilómetros de la carretera.

-pero si Juan tenía un niño de 3 años –se atrevió a decir Martin después de callar un rato, con la esperanza de que este niño no haya estado en la descripción de la anciana de ‘’su pobre familia´´, a lo que ella contesto agachando la cabeza.

-¿se sabe con quién viajaba Juan? – Martin pronuncio la pregunta con miedo temiendo no menos la respuesta, la anciana le hablo de los sospechosos pormenores del asunto, que el camión de los transportes del desierto había sufrido una emboscada a manos de gente que asaltaba a los viajeros, todos ellos fueron muertos, y todas sus pertenencias robadas, sin embargo el chofer del camión solo fue amarrado y se decía por la ciudad que ni siquiera le robaron.

VIII

El tiempo extra se pagaba doble como en todas partes del país, por eso era buena idea ir a trabajar los sábados y hasta los domingos, Martin había sido suspendido por el incidente que tuvo con las piezas el día que hablo con María así que aprovechaba al máximo la oportunidad de compensar esto yendo a trabajar el fin de semana, y pensaba en ella a manera de escape de sus pensamientos habituales, la conocía del trabajo así que en el trabajo pensaba en ella con frecuencia, la veía pasar a lo lejos ocupada en sus asuntos y si la encontraba cargando una caja pensaba rápidamente en que sabía el sobre cajas para poder entablar una conversación, la última vez que se vieron hablaron bastante y ella incluso se rio de sus chistes, pero ya pasado el encuentro Martin se convenció de que él no era tan gracioso y que eso fue precisamente una señal de que podía estarse gestando una amistad o incluso algo más, dada su situación y la situación de todos ahí, se sorprendió muchísimo de estar maquinando planes para una relación, debería de pensar que no tiene tiempo, recursos ni nada de lo que se necesita para ofrecer, pero el amor tiene la conciencia demasiado limpia, y se permite licencias que para las personas serian una grosería, se mete sin tocar la puerta, y se acuesta en nuestro sillón favorito quitándose los zapatos, fue así como Martin se fue permitiendo acercarse a ella sin ningún motivo más que solo ´´para saludar´´, y al principio se sorprendió sobremanera cuando ella se portó fría y distante, rechazándolo rotundamente tanto con los gestos de su lenguaje corporal como con sus palabras, y por si el rechazo de sus gestos no hubiera sido suficiente, ante un comentario de Martin que pudiera pasar por una insistencia ella le dijo que ‘’la hacía sentir incomoda´´. Cuando pensó en esto más tarde hubiera preferido mil veces que ella se limitara a decir que ´´era su amigo´´, a que usara las palabras que lo hacían sentir como un violador, fue así como se retiró sin decir nada.

IX

Martin interpreto el clima de esa mañana como un preludio de que algo fuera de lo normal pasaría ese día, su vida no era desde luego normal, la vida de nadie lo era después del terremoto, y a final de cuentas, ¿Qué era lo normal en un ambiente en donde lo extraño era la norma?, Martin no se hacía directamente estas preguntas en su cabeza, ya que no era una persona notablemente inteligente, pero la idea de las mismas lo rondaba inefablemente, la mañana no era ni fría ni seca, y esto debía significar algo, y fue así como no hubo llegado a su casa cuando se encontró con Teresa a mitad del camino, quien al parecer lo buscaba incansablemente.

-Martin, te he estado buscando- dijo teresa perdiendo la voz a medida que le faltaba el aire, Martin rápidamente presintió lo peor, y lo peor llevaba el nombre de su hija, y con ella, la culpa. Como Martin no pronuncio palabra en varios segundos, que en este tipo de situaciones se traducen en innumerables minutos, Teresa volvió a hablar solo para confirmar las sospechas.

-es tu hija, esta muchísimo peor

Martin esta vez pudo hablar, ya que vislumbraba que la noticia solo podría ser respecto a eso, y respondió con un tono de voz ajeno al suyo que no sabría catalogar.

-¿hace cuánto?

-todo el día, al principio no era tan grave, así que no quise buscarte para molestarte, al final tuve que…que…

-habla Teresa, ¿Qué es lo que pasa, dime?

Martin no supo en que momento había tomado a la anciana de los hombros y la sacudía de atrás hacia enfrente en un gesto inútil de sacarle físicamente las palabras de una u otra forma, Teresa pareció ceder a un ritual de obediencia que quizá haya vivido años atrás y finalmente dijo:

-no podía controlarla, tuve que amarrarla a la cama para poder venir a buscarte, así con sus heridas y todo, no supe que hacer, se estaba haciendo daño, sigue haciéndoselo en estos momentos, las cuerdas le aprietan, grita sin descanso que debes despertarte.

Esta última palabra es la que atravesó a Martin de cabo a rabo, el día en que todo paso, el día del terremoto, el día que estaba tan lejos y a la vez tan cerca.

Los temblores eran algo muy común, ese día había trabajado hasta tarde, y al día siguiente se levantaría temprano, ¿por qué despertarse por lo que empezó a ser un simple temblor?, nunca pensó que se escalaria tanto, ¿Cuándo lo había hecho?, su hija le pedía que se despertara, ella quería salir de la casa, pero el solo le dijo que esperara un poco, que el temblor pasaría así como habían pasado siempre, su hija empezó a llorar en el momento en que escucho caer la primera roca, pero para entonces ya habían caído todas, si bien el terremoto no era su culpa si lo era no haber hecho algo al respecto cuando aún tenía oportunidad, no haber despertado cuando debía, no haber salvado a su hijo, en esto ocupaba su mente cuando por fin llego a la casa de Teresa, quien sin esperar nada abrió la puerta e introdujo a Martin al cuarto donde la tenía, la escena era por demás desagradable e indignaría rotundamente a cualquiera que no conociera el contexto detrás de esta fatídica situación, su hija estaba, en efecto, amarrada a la cama por cuerdas que no cuidaban rodear sus heridas de los brazos que recorrían de la muñeca hasta el codo, frescas por los constantes forcejeos que no cesaban, a pesar del dolor que uno podía deducir por lo abierto de los canales que borbotaban sangre, las lágrimas competían en abundancia y fluidez con la sangre y todo el cuarto repetía el eco de las mismas quejas que decían una y otra vez ´´despierta papa´´, en un ciclo perpetuo y casi religioso de plegaria que quiere cambiar el mundo, Martin no derramo una sola lagrima, las lágrimas son de alguna manera consuelo, y permitirse el consuelo era restar energía para la tarea que tenía por delante, si la anciana no hubiera estado ahogada en sus propios sollozos hubiera podido escuchar a Martin decir en la voz más baja que se pueda registrar:

-nos iremos de aquí esta misma semana hija, te lo prometo.

X

El trabajo realmente no importaba, agradecía el tiempo muerto entre una tarea y otra que le proporcionaba su labor para dedicárselo enteramente a sus planes de salida, cada segundo desperdiciado contaba, la noche anterior había conseguido las drogas necesarias para tener sedada a su hija, esto era una excelente solución temporal, pero no permanente, ni siquiera renunciaría formalmente a su empleo, pensó en todo, nadie debía saber que se marcharía, los transportes del desierto no eran seguros y para que todo fluyera de manera óptima debía abandonar la ciudad en el mayor anonimato posible, tomaría el poco dinero que pudiera reunir y se lo enviaría a si mismo por medio de nombres falsos a lo largo del camino hacia Durango, -a los comerciantes no les importa mucho esto, siempre y cuando cobren una comisión inflada-, ´´todo saldrá bien´´, se decía Martin a modo de reafirmación cada vez que alguna parte del plan le parecía riesgosa o poco confiable, todos estos planes solo existían en su mente, era imperativo no compartirlos con nadie, solo su hija y el conocerían el viaje, ella era difícil de manejar, pero podía caminar por su cuenta, el la guiaría a través de todo el camino, necesitaba alguien que lo siguiera, no que lo cuestionara, el plan podría funcionar, era su mejor oportunidad, más bien la única; dejo la maquina trabajado sola a pesar de la falta de enfriador y se dirigió al baño, desde el terremoto las instalaciones habían quedado más que diezmadas, de manera que los baños eran generales sin distinción de hombres y mujeres; entro directamente al urinal y después de unos segundos empezó a escuchar un débil sollozo, un sollozo que se escuchaba como una gota de agua pasando por una presa, una gota que no quiere pasar, pero que a pesar de la impresionante estructura encuentra su camino y no busca llamar la atención, solo salir, porque simplemente no puede seguir allí, busco no reconocer el sonido, pero dentro de su oído solo hacia coincidencia con una voz, un suspiro, un aire que solo podía provenir de una garganta, no quiso abrir la puerta, la mitad de todo lo que configuraba su ser no lo quería hacer, pero la otra mitad seguirá avanzando a pesar de las quejas de la primera, fue así como termino empujando levemente la puerta del baño en donde se encontraba María llorando más con los ojos que por los ojos, el la miro y como suponiendo lo peor, no necesito escuchar su historia para saber por lo que ella pasaba, pero aun así la escucho, por que ayudar a alguien a compartir una carga siempre será un alivio, aunque esta carga humille, mancille o acabe con la dignidad de la persona, a final de cuentas una carga dividida siempre será mejor que la mitad de la carga en solitario, así Martin escucho con pena como María fue violada después de su último encuentro, al volver de la zona roja, donde el la había visto la última vez, y escucho como su denuncia fue a dar a oídos sordos en los menguados cuarteles de la policía, donde solo recibió amenazas de su terminación de contrato por parte de sus superiores por ´´actos que estaban por debajo de una aspirante a gerente´´; una vez más, y aunque no necesitaba más motivos, refrendo su deseo de salir de ahí, llevando a María y a su hija con él, sin mirar atrás.

XI

El vocho que manejaba Martin era perfecto para el camino desértico que tenían por delante, lo había alquilado en lo que podría considerarse el centro de la ciudad con la mayoría del dinero que le quedaba después de hacer los depósitos necesarios en los puntos de descanso para poder hacer frente a los gastos del camino sin necesidad de llevar dinero consigo, salió de casa argumentando que harían un viaje familiar, esta fue la excusa que le dio a su mas que interesada curiosa vecina Teresa, ya que la compañía de su hija era su único consuelo en estos días, se sintió culpable por no llevarla a ella también, pero una anciana como ella no sabría disimular el viaje y terminaría comprometiéndolos, el viaje era ideal para dos personas, y ya estaba arriesgando mucho llevando a María, quien a pesar de todo fue despedida de su trabajo y quedo varada en la ciudad, se levantaba mucho polvo, existía una carretera que lleva de la ciudad a la carretera federal y se puede hacer el viaje en tan solo un par de horas, pero las carreteras nunca eran seguras, así que los caminos de terracería, que no estaban tan mal considerando que se trataban de desierto abierto, eran básicamente la única opción de salida segura, si es que existe tal cosa, muchos fueron los momentos en los que un bache, un camino escalonado o la misma tierra fueron un problema gravísimo pero todo dentro de lo previsto, el camino se avanzaba lento, pero se avanzaba, pensó en la posibilidad de que a lo lejos se viera la estela de polvo que iban dejando atrás y esto lo aterro sobremanera, sin embargo volver atrás representaba el mayor de los peligros, habían pasado el punto de no retorno, su meta y salvación llegarían con las dunas, al acabar el desierto plano; el siguiente poblado estaba a unos cuantos minutos de distancia, las dunas eran la cortina final que mostraba la salvación tan esperada, el camino seguía y seguía, Martin le conto muchas veces su plan a María durante el trayecto, al principio para llenar el vacío incómodo y después porque quería escuchar de boca de alguien más que el plan era bueno, para así poder dar descanso a sus ideas más paranoicas, que aumentaban conforme se adentraban en el desierto, pero María se encontraba aún muy afectada por lo sufrido, y Martin tardo mucho en darse cuenta en que solo a él le correspondía sacar adelante el éxodo que por momentos parecía muy posible. Al principio del viaje su hija participo en la conversación y hasta se permitió hacer preguntas sobre como seria su vida una vez saliendo de la ciudad, le dijo a Martin algo que lo inquieto mucho, pasada la conversación no pudo recordar las palabras exactas que dijo pero la idea central de su hija era que desde el terremoto las personas habían sencillamente aceptado su suerte, y se hundían sin mas ni mas en un comportamiento de ensueños del que parecía no despertar sino seguir la corriente, teniendo estas lúgubres ideas en la cabeza Martin agradeció para sus adentros no haber caído en ese sueño en vida del que hablaba su hija, ya que en estos momentos nadaban contra la corriente hacia una mejor vida, después de platicar un poco su hija se había quedado dormida, pero pasadas unas horas empezó a quejarse entre sueños, siempre con la misma recurrente pesadilla del día en que todo paso, el movimiento del carro debió haberle afectado de alguna manera por qué lejos de mantenerse en su lugar atada a sus quejas su comportamiento fue sorpresivamente violento hasta el punto en que Martin tuvo que frenar el carro, las heridas se habían vuelto a abrir y su hija tiraba golpes hacia todas direcciones, pero sus ojos estaban abiertos, Martin busco con la mirada a María pero ella no sabía qué hacer y temblada quizá de nervios o estrés, Martin sostenía la miraba perdida en María, ella creyó que el la veía con decepción por su incapacidad de actuar en una situación tan delicada pero lo que realmente pasaba es que por encima del hombro de María se veía a lo lejos una estela de polvo que se acercaba, Martin no tenía la menor duda de quienes se acercaban, por lo que cuando la nube de polvo disminuyo se pudo ver claramente el logotipo de los transportes del desierto.

XII

Ya habia probado la sangre antes, en alguna que otra ocasión se golpeo la boca, se corto e incluso una vez cuando le salio la muela del juicio, pero esta era diferente, tenia la boca llena de sangre, por dentro y por fuera, el sabor era de alguna manera metalico, tenia ucha sed, por lo que de cierta forma era un alivio tomar algo, no sabia cuanto tiempo habia transcurrido desde el encuentro en el desierto, pero creía que habían sido dos días, los pies estaban entumecidos por la falta de sangre que le sobraba en la boca, habia repasado el plan mil veces en su mente, no habia otra manera de llevarlo a cabo, era eso o nada, eventualmente morirían en la ciudad, el riesgo valia la pena, lo volveria a hacer si pudiera, quizá solo cambiando un poco la fecha o la ruta, habia tirado los dados y habia perdido.

En aquel encuentro, cuando conto a mas de 20 y supo que cualquier resistencia seria inútil, quizo negociar por su hija, pero enseguida comprendio que no tenia nada con que negociar, por que lo que llevaba consigo ya les pertenecía a ellos, incluso el mismo, los hombres necesitan hacer algo, aunque este algo sea totalmente inútil, para cuando se le exijan cuentas pueda decir ´´por lo menos hice algo, por lo menos lo intente´´, el se había lanzado sobre el atacante mas cercano, y no alcanzo a asestar ni un solo golpe, no supo con que le pegaron el golpe que lo desmayo pero antes de que todo se oscureciera alcanzo a sentir un batazo en la espalda y muchas patadas que no pudo contar, al final, resistencia o no, ese era el único resultado posible, pero por lo menos hizo algo; la máscara hacia que le faltara el aire, pero la golpiza hacia que respirara poco y pausadamente, asi pasaban las horas, no habia nada en que entretener la mente mas que en intentar captar los diferentes sonidos que la habitación lanzaba de vez en cuando, empezó por tratar de adivinar que los producia cuando la puerta se abrió y tiraron a alguien al piso, la mujer que seguia llorando era Maria, la celda debía estar uy bien resguardada ya que no se molestaron en amarrarla, a sabiendas de que ella podría desatarlo, Martin le pidió que aflojara sus nudos y ella los desato todos, removiendo la bolsa con que le tapaban la cara también, Martin no habia nisiquiera intentado hablar por el dolor que le producia mover la mandibula pero una conversación con alguien mas después del aislamiento sobrepasaba por mucho los males del dolor y, pregunto sin esperanza

-¿Qué les has dicho Maria?

-les he dicho todo, del dinero, del viaje, todo cuanto me han preguntado y he sabido, al principio no quería Martin pero después no pude…yo simplemente no pude, lo siento muchísimo.

María lloro desconsoladamente y Martin no pudo encontrar en su corazón motivos para odiarla, ella habia pasado por mucho dolor y es natural albergar esperanza de general empatía en otros tratando de cooperar con ellos por puro miedo, una vez mas, Martin estaba consciente de que había tirado los dados y había perdido, lo único que faltaba era esperar como se desarollaria lo siguiente, y paso justo como lo creyo, al día siguiente fue arrastrado de su celda y llevado a los puntos en donde habia depositado sus ahorros, los mismos dueños que cobraban una buena comisión sin hacer preguntas cobraban una comisión mas alta aun al revelar información sobre un posible escapista que se aventure a salir por su cuenta por medio del desierto, solo hasta que fue cobrado el ultimo peso fue llevado al desierto en donde pudo por fin volver a ver a su hija, la habían llevado ahí para ejecutarlos a los dos, hasta el momento no se habia permitido pensar en ella por miedo a lo que sus conclusiones pudieran ofrecerle, pero ahí estaba, Martin la abraza y voltea a ver al líder, uno de sus hombre le pregunta.

-¿ahora que hacemos con ellos?

-deja que el desierto se encargue

XIII

Todo el día caminaron hacia el Este, tenían que caminar hacia el Este, hacia ahí estaban las dunas, las dunas finales que revelarian la siguiente ciudad, los problemas eran ahora mucho mayores, no sabían donde se encontraban, o mas bien a que altura se encontraban, antes de ser interceptados Martin habia calculado que estaban a dos horas de su destino, pero ahora no habia manera de saberlo, ¿estaban mas cerca?, ¿mas lejos?, ¿por lo menos caminaban hacia la dirección correcta?, no tenían agua, ni comida, Martin solo resistia el caminar por que la sensación de libertad le era totalmente nueva después de haberse dado por muerto hace apenas un día, pero el problema estaba en que los habían dejado libres en el desierto, libres para morir, estas personas estaban seguros de que no podrían sobrevivir a las duras condiciones del clima, sin mencionar que realmente no sabían a donde iban, y su hija no hacia las cosas mas fáciles, a medida que avanzaban y que la sed y el hambre iban ganando terreno ella era mas insistente en que esto no funcionaria, tenia una visión muy pesimista que Martin se negaba a aceptar, a pesar de concordar con ella en todo cuanto decía ´´no llegaremos –decia su hija- este plan no funcionara papa, cuando lo vas a entender, moriremos aquí, estas aquí sin entender, despierta ya, este es el mundo real, vamos a morir aquí sin comida y agua, necesito que pienses claro, necesito que despier…´´, Martin hizo callar suavemente a su hija poniéndole un dedo entre los labios mientras miraba en el horizonte lo que parecía ser una montañita de arena, volteo a ver a su hija con una mirada de esperanza entre el ´´te lo dije´´ y el ´´estamos salvados´´, cualquier cosa que haya pasado hasta ese momento parecio cosa de algún pasado distante, se acercaron con euforia a la duna y los 40 minutos de caminata parecieron 40 segundos, mientras Martin hacia en su mente planes de cómo seria su vida de ahora en adelante, fue asi como al llegar a la cima de las dunas miro con decepcion que la ciudad que se encontraba debajo era la misma ciudad de la que habían huido, los transportistas del desierto debieron haberlos dejado mucho mas al Oeste de lo que el calculo, las lagrimas de derrota cayeron por sus mejillas y pasaron varios minutos antes de que se atreviera a mirar a su hija a los ojos, a la que le habia fallado, volteo lentamente, y la miro como nunca jamas la habia visto, estaba hermosa y radiante, las fatigas del desierto habían desaparecido totalmente de su cuerpo junto con las heridas de los brazos y con una voz alegre y triste le dijo ´´despierta papa´´, los ojos se le llenaron de lagrimas y después de secarlas con la manga de su camisa ya no pudo ver a su hija, pero sabe exactamente lo que paso, baja a la ciudad, a sus calles vacias, nada habia sido igual desde el terremoto, camina por todo lo que en algún momento fue la zona roja de la ciudad, no ve a una sola alma caminar por ahí, a pesar de lo entrada que esta la noche, nadie ha estado ahí durante meses, si no es que años, toma la calle en la que otrora camino para llegar a su casa y la encuentra totalmente inhabilitada y quemada hasta los cimientos, plantas y maleza se asoman por las calles y cubren los edificios, la naturaleza parece estar cobrando su territorio de vuelta, nadie vive en la ciudad ni vivio desde el terremoto, la fabrica en donde trabajaba antes tenia señas de descuido, pero ahora las tiene de abandono, todo excepto un único pasillo, en el cual se para y se permite recordar mejores días, Martin regreso a su casa derruida y medito un tiempo con una claridad que no habia tenido en años, se quedo dormido a los pocos minutos y se levanto cuando su hija le dio un beso en la frente a quien le dice como quien se ha quitado una muela podrida: ´´ýa desperte’’.

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