Te veo
deslizarte por mis caminos
como si conocieras cada grieta,
como si mi piel te perteneciera
desde antes de tocarla.
Degüellas mis sonrojos
con una delicadeza que duele,
como quien arranca una flor
diciendo que la va a cuidar.
Exprimes mi sensibilidad
hasta dejarla seca,
como si sentir
fuera mi castigo.
y respiras mi jardín,
te alimentas de lo que soy,
y luego
me dejas sin aire.
Y me muero.
Una.
Y otra.
Y otra.
Y una.
Y una.
Y otra vez.
Como si revivirme
también fuera parte del castigo.
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