Me quedaron cosas por decirte, pero no puedo hablar con vos.
Aprendí que el silencio, en muchos casos, es sanador.
No creo que vos necesites el ruido que yo suelo hacer.
Todavía no aprendí a quedarme callada.
Ojalá nunca lo aprenda ni lo enseñe.
Quería decirte que lamento que no hayas comprendido.
Que ojalá siempre alguien se ponga en tu lugar.
Que te escribo porque voy a terminar con las desilusiones. No porque vos me hayas hecho daño.
Igual, te confieso que no pude dormir un par de noches, pensando en qué habré hecho mal. Se juntaron varias cosas. Me puse mal, pero no me hiciste daño. Y creo que yo tampoco me equivoqué esta vez. El problema fueron los medios, Luis.
En parte me alegra que no comprendas, que puedas seguir viendo las sombras, porque la verdad es muy dura.
Si querés cuidar tu cabeza, no leas. Ojalá no me hayas creído que leer y escribir es hermoso.
Algunos priorizamos la verdad, pero duele y no sabes cuanto.
Te deseo ingenuidad y autoconocimiento, que, en el idioma de esta sociedad de mierda, es como la felicidad.
Y perdón por ser tan dura, pero creeme que es lo más lindo que pude haber compartido con vos.
Ojalá nunca lo entiendas.
OPINIONES Y COMENTARIOS