No sé qué cuerpo ser para vos, no sé que mio puede armar que no sea tuyo ya y dártelo como nuevo, no sé cómo reconstruirme, no sé cómo cambiar el tiempo, cambiar de querer, no puedo.
El otro día me delineaste con la yema de tus dedos, me ablandaste con un toque toda la solidez con la que me obligo a mirarte, me miraste ignorante de lo que causas, me abrazaste muy fuerte y entre suspiros que luchaban por hablar me susurraste un «te quiero»
¡Ay, cómo me enoje!
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