Recuerdo muy bien esa tarde, la tarde en que cambió mi vida por completo. La lluvia caía lentamente. Aún me parece escuchar cómo empezó a llover, primero unas gotas, luego, fueron varias y finalmente la lluvia, recuerdo estar sentada cerca de la ventana, ver el cielo obscurecerse y pensé: estoy a salvo dentro de casa.
Hasta ese momento, mi vida había sido de lo más simple, tuve una existencia casi tan similar a la descripta por los libros de ciencias al referirse a la vida de las plantas o de los animales: nacen, crecen, se reproducen y mueren, aunque todavía no había llegado a las últimas dos etapas, prácticamente mi vida había sido un ir y venir sin muchas sorpresas.
Tuve una familia, o debo decir ¿tengo?, recuerdo muy vagamente mi infancia con ella, de hecho cosas relacionadas a mis experiencias hasta mi juventud son recuerdos vagos. Por alguna razón, por más simple que haya sido mi existencia, y por los pocos recuerdos que conservo de la misma, hay algo más que no me cierra en todo esto, ¿qué es? no lo sé.
Me había mudado recientemente, tan sólo 6 meses atrás, sufrí un accidente que me hizo dejar mi lugar anterior a un lado y comenzar en otra parte, perdí contacto con mi familia, con amigos. Pero aún así por alguna razón no lograba entender o al menos recordar las circunstancias que rodearon al accidente y como exactamente decidí llegar hasta aquí.
Con la lluvia acompañando mis recuerdos, intenté recordar muchas cosas de mi vida anterior, no podía dejar de intentarlo, como otras tantas veces, necesitaba saber algo que me ayudara a calmar esa ansiedad que sentía muy en el fondo.
Parecería que vivo como en un sueño, hace seis meses, no tengo quien me visite, porque mi familia no sabe de mí, no he hecho amigos, estoy en un lugar alejado de todo y de todos, ni vecinos, ni gente que camine por la calle, nada, no entiendo como llegué a esto. No hay día que pase sin que yo piense en ello, de hecho es lo único en lo que pienso, y es lo único que hago en todo el día, semana tras semana, mes tras mes, tampoco recuerdo como llegué hasta esta casa, sólo recuerdo estar aquí y tener lo necesario para subsistir. No puedo salir, tampoco deseo salir, he perdido el ánimo en muchas cosas, siendo sincera, vivir no me parece una idea interesante, pero de nuevo, algo me impide acabar con esta vida que no es vida, estoy aferrada a algo pero no sé que es lo que me detiene.
Hoy, en esta tarde lluviosa, intento una vez más recordar lo que sé que debo recordar, siento que esto podría ser la clave para lo que sea que en estos momentos estoy necesitando de manera urgente. Una vez más debo intentarlo:
Diciembre, estoy segura que unos días antes de navidad, caminaba por la calle, no iba atendiendo, tampoco sé los motivos de ello, sólo recuerdo que estaba feliz, desbordaba de felicidad, es lo único que tan vívidamente recuerdo. Luego, semáforo en rojo, lo crucé, un automóvil se quiso adelantar y…ocurrió el accidente. De nuevo, no recuerdo nada más.
Al llegar a este punto, generalmente me pongo a llorar, de rabia e impotencia, de dolor, de felicidad, toda una mezcla de sentimientos contradictorios, pero a la vez con una explicación tan lógica y racional, en el fondo sé que es así.
¡No!, hoy será diferente, hoy tengo que hallar las respuestas.
Sé que tengo 4 hermanos, recuerdo muy bien, de niños, siempre buscábamos meternos en problemas, y siempre salíamos pagando por las consecuencias, aunque a veces el castigo era duro, no podíamos quejarnos, nos divertíamos, podría decir hasta que éramos algo masoquistas. Recordar esto me hizo reír, eso era bueno, me alentaba a seguir; ahora, mis padres, siempre que he intentado recordarlos algo me falta para tener sus rostros en mente, intentaré con pequeños detalles: la escasa cabellera de papá y la suave mirada de mamá, a veces sus ojos, se llenaban de lágrimas por las cosas que nosotros solíamos hacer, lo cual nos daba cierta carga de culpa y vergüenza, que nos hacia calmar por un tiempo.
La gente solía decirme que me parecía a mi padre, y mi hermano mayor a mi madre.
Volví a fijar la mirada en la ventana, una casa vacía pero a la vez acogedora, observo un rostro a lo lejos, me parece familiar, siento algo diferente, siento que lo conozco muy bien. Desaparece. La lluvia arrecia, debo seguir, algo me empuja a seguir recordando.
Mi familia, partes de mis recuerdos de infancia, ah, claro cómo olvidar la secundaria, una época que marcó en muchos aspectos mi vida, mi adolescencia, el deseo de seguir una carrera y tener éxito. A pesar de lo difícil de esa época y las circunstancias que rodearon a mi familia, la pérdida del trabajo de papá y la salida de casa de mi hermano mayor, quién quiso hacer su vida, sin que supiéramos más de él, a pesar de todo ello, pude salir adelante.
Llegué a conseguir un buen empleo, claro que recuerdo ese empleo, fue un bálsamo para la familia, poco a poco pudimos ir superando los escollos, saliendo adelante.
Mi corazón empezó a latir con fuerza, estaba logrando avances tan significativos, las imágenes borrosas y desconcertantes ya tenían nombre y apellido, pero aún había algo más. Estaba tan cerca, era como si pudiera visualizarlo, no tenía aún nombre, imagen, pero estaba ahí.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, ¡era él!, ese rostro que había visto hace unos instantes a través de los cristales. Quise salir, buscarlo, ¿cómo fue posible que lo haya olvidado tanto tiempo?, no podía salir, ¿por qué?, ahora todo comienza a tener sentido.
Fue hace como dos años, lo conocí en la universidad, era un tipo diferente. Él estudiaba otra carrera, y apenas cruzábamos palabra alguna, pero sucedió, nos enamoramos.
Eran tiempos difíciles, era una decisión difícil, pero la tomamos muy a pesar de los diferentes comentarios que fuimos recibiendo: semejante locura íbamos a cometer, nuestras vidas estaban comenzando; nos advertían que no hiciéramos tal cosa. Ambos decidimos al final, unir nuestras vidas, pasara lo que pasara, deseábamos estar juntos. Lloraba de felicidad, había sido tan feliz a pesar de lo poco que teníamos.
Es la primera vez que lo recuerdo, tanto tiempo hace, ¿qué habrá pasado de él?, ¿por qué no me buscó?, ¿por qué yo no lo hice?
Me parece verlo una vez más, preocupado por mi salud, velando por mí, insistiendo en que busque un médico… ¿un médico?…mi accidente… el hospital… la noticia.
Me detuve un momento, no podía dejar de llorar de felicidad, ¡tantos meses buscando respuestas!, tantos meses sin entender el vacio que sentía, ahora, ese vacío ha sido llenado… ¡mi bebé! es la razón por la que me he estado aferrando a la vida, es la fuerza que me ha impulsado a seguir. Ese día del accidente, venia del hospital, era esa la alegría y felicidad desbordante que a pesar de no tener explicación lógica sabia que la había, ¡estaba embarazada!
Ya no sentía la lluvia, después de esta tarde, mi vida no sería la misma nunca más, no sabía dónde estaba, no sabía cómo salir de aquí, lo único que sabía era que tenía que recuperar a mi familia, la que tardé tanto tiempo en traer de vuelta a mi vida, aún cuando sólo fuera recordándola, sabía que en alguna parte, en algún lugar, mi hijo o mi hija y mi esposo estaban esperando por mí.
La vida había vuelto a cobrar sentido, me equivoqué, mi vida no es la que se describe en los libros de ciencias, es la vida que yo decidí tener, es mi historia, es única, y… ¡la quiero de vuelta!
La lluvia había quedado atrás, eran las diez de la noche, y el grito de felicidad de un hombre, terminó con el silencio que había imperado desde hacía seis meses en aquella habitación de hospital: ¡MI ESPOSA HA DESPERTADO!
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