Mi pluma escribe calladamente lo que otros quisieran escuchar, lo de aquella mujer a la cual ame.

Hoy me desbando en agonía de dicho sufrimiento incorregible, porque sé que desde la gris tarde ella no volverá.

Recuerdo sus cabellos con el viento jugando y tras de ella la sombra a la cual mi amada soñaba.

¡No le dije ¡no sufro con dolor, sufro con la razón de saber que esto sería una pierda más de aquella gris tarde que tanto habían visto mis ojos cruzarse en mi camino.

Yo soy el hombre que recoge los desechos del amor y en la tarde gris sería una más por recibir.

Dios sabe porque mis manos dejaron de palpar su belleza infinita, sacudiendo mi alma del regocijo a la cual estaba acostumbrada.

Adiós amor soy el mendigo de tu corazón, que quiso amar y solo tuvo que llorar para saber que tu no eras mía.

La tarde gris se esconde y va llegando la noche, un alma vaga lentamente y querida mía, cada vez que tú la escuches recuerda que yo existía.

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