No creía en la depresión, me negaba a creer que era tan intensa como me narraban. Tan oscura, hostil, amarga, invasiva, intempestiva, paralizadora, perturbadora… básicamente sos como un zombie que actúa por costumbre, porque sabe cómo, porque aprendió a comportarse en sociedad.
Los dias son iguales, muchas veces pasan como si el reloj fuera a la velocidad de la luz. Otras veces una tarde se vuelve completamente eterna.
Tampoco entendía cuando me decían que los días grises eran devastadores, que era ahí cuando Juan Carlos Depresión aparecía con más intensidad para alojarse en tu vida por tiempo indeterminado.
Me parecía mucho más fácil decir que algunos se abrazaban a su depresión para justificar acciones poco amables, llantos sin sentido, ausencias, falta de compromiso, pocas ganas de querer salir adelante.
Hoy transito una depresión. Lloré sin sentido, estuve ausente, no cumplí con mis compromisos, tampoco tuve ganas de salir adelante. Y no quise hacer nada de eso, quise revertir la situación, por lo menos en mi discurso mental. Es una tarde gris, con lluvia, con frío, sin plata, sola.
Me acuerdo de un tango: «que ganas de llorar en esta tarde gris»
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