Tactos
ella vuelca su memoria
trama desordenada
collage
dicción hirsuta
volumen de una voz escurridiza y silenciosa
que grita y grita, y lagrimea, y ríe, y dicta
que la nostalgia también merece su tinta
su borde, su hechura
su suspiro prolongado
su panegírico, su mapa
su confusa cronología
porque cada recuerdo es un lugar – dijo –
y a la vez, un rostro
porque poesía es tocar lo que no existe
De Tactos (2017)
————
El ovillo
Mi padre aparece junto a sus compañeros de trabajo.
Están allí, jóvenes, en un pulmón de la jungla.
Sitúo mi silencio en las vitrinas, ese altar
de amarillas fotografías, y entiendo que
vamos en línea recta hasta el sillón de la memoria.
Maldito talón de nuestras vidas.
Lamento la mínima inmortalidad de un
momento tan sublime, acto reflejo de una
juventud siempre moribunda.
Es un recuerdo que se va quedando sin testigos.
“Alguno, quizás, siga vivo”, murmura.
Yo lo escucho como si Dios estuviera
devanando sus palabras,
como si sus palabras estuvieran
llegando a la punta del ovillo…
——————
Lázaro
Algo se pierde en la mirada cada mañana
cuando las pastillas pesan y el efecto de
un amor difuso agrega una piedra a tus
espaldas. Algo, también, por enésima
de segundo, te recuerda al movimien-
to, a la coordinada musculatura de
una sonrisa pretérita, invertida, y
te ordena bestia, animal, homo
viator, organismo funcional, le-
vántate y anda a trabajar, a po-
ner el dedo en los horarios, a
poner un pie en el sinsabor
de una oficina, a mirar por
una ventana, la ventana
del regreso, del regreso
a dónde, a nadie, a la
misma piedra, la tum-
ba, al pastillero.
OPINIONES Y COMENTARIOS