Sueña un pequeño sueño sobre mí

Sueña un pequeño sueño sobre mí

Martin Speroni

18/07/2017

Costanera Sur, Ciudad de Buenos Aires. Reposera. Una máquina de escribir. Suena “Dream a little dream of me”. Entra Norma Bringsky en traje de baño, trae sombrilla. Canta, baila. Mira el Río. Respira profundo. Se sienta y pone las manos sobre la máquina como para empezar a escribir.

Norma: Norma, es tan fácil como superar este momento (amaga a escribir. pausa) La hoja en blanco. El peor momento de la historia. El momento cero. El parto. La nada. El vacío. La ausencia.

Off: Haga mi señora, escriba.

Norma: Shhh!!! Ya lo tenia!… (pone otra vez las manos sobre la máquina, cierra los ojos) Sólo hay que esperar que la voz empiece a contar, que se empiecen a sentir los momentos, que los personajes se den a conocer, que la historia que hay dentro de mi se… (pausa) Y si ya no hay mas historia? Si ya conté todo lo que tenia para contar? Si se agotó mi talento como se agota una botella de coñac que llega a su fin? Coñac!… eso puede ayudar. Perkins! Perkins!

Entra Perkins. Un hombre negro. Traje y guantes blancos.

Perkins: Mi señora?

Norma: Perkins, tráigame una copita de coñac… o mejor, la botella entera.

Perkins: Mi señora, que pena contradecirla pero creí que había dicho que ya no usaría…

Norma: Chist!

Perkins: Entiendo mi señora, pero quizás…

Norma: (haciéndole señas para que se retire) Brurubudu bup!

Perkins: Si, mi señora. Con su permiso (sale)

Norma: Tranquila Norma. Embriagando un poco los pensamientos negativos todo va a andar bien. (mira el río) El río de la plata… triste y sepia salida al mar de baratas melancolías porteñas. Burdo espejismo del esplendor europeo. Podría haberlo esperado en Marsella, en Paris, en Venecia, en Roma, en…

Entra Perkins con una bandeja y lo pedido.

Perkins: Mi señora.

Norma: Perkins, hay noticias del Sr. Bringsky?

Perkins: Del Sr. Bringsky? Me temo que no Señora Bringsky.

Norma: Cartas? Nada?

Perkins: Nada, Señora Bringsky.

Norma: (toma el coñac) Suficiente Perkins, retírese.

Perkins: A la orden mi señora. Con su permiso. (Sale)

Norma: (toma un largo trago) Ahora si. (vuelve a poner las manos sobre la maquina de escribir y cierra los ojos) Lo primero que se te venga a la mente. Lo que sea. A ver… (escribe) Las arenas del tiempo le regalan largos medanos a tu ausencia… el sol… el sol me abrasa el pensamiento y ardo a tu espera… (se siente encandilada por el sol) Perkins!

Entra Perkins.

Perkins: Mi señora?

Norma: Sombra, Perkins.

Perkins: (abriendo una sombrilla) Si, mi señora.

Norma: Mejor así. El calor es insoportable, no me deja pensar.

Perkins: Mi señora, permítame contarle un cuentico…

Norma: Un cuento?

Perkins: Un cuentico de donde yo soy, mi señora. Del Misisipi. Un cuentico que siempre me contaba el tío Louis…

Norma: No, no, no… no hay tiempos para “cuenticos”, además creo que ya lo tengo (se dispone a escribir) Imagínese: Un espigón desierto. Mucho calor. Las escalinatas blancas que emergen de las profundidades del río (se alejo de la sombrilla y se tapa del sol) encandilan por un sol que no da tregua. Chist, chist! (hace señas Perkins para que corrija la sombrilla) En la cima, una solitaria reposera. De pronto entra ella. Bellísima, con la delicadeza de una muñeca de porcelana pero con la impronta de la mujer independiente. Segura. Interesante. Intensa. Respetada. Preciada. Yrigoyenista. (Perkins ríe) Shhh!!! Y la soledad. La cruel soledad de la espera. Aun así, una mujer como ella sabe sobreponerse a la soledad cruel, usarla a su favor y escribir. Ella es una de las mejores escritoras de su época. Sus manos se posan sobre la maquina de escribir y escribe… escribe… Perkins, aun no escribió el Sr. Bringsky?

Perkins: (se fija en el interior de su saco) No, mi señora. Nadie ha escrito.

Norma: Ah… Bueno, al fin y al cabo no es fácil escribir, no es así?… no importa. Ya lo hará. Entonces ella, desde su reposera que reposa en la mera soledad del balneario, escribe… y sin embargo nada se lee… la máquina de escribir parece no tener tinta… la hoja sigue en blanco… y… (pausa) Estoy siendo autobiográfica? (pausa) Si. Es eso Perkins, estoy siendo autobiográfica. El espigón. La reposera. La espera. La hoja en blanco. La soledad.

Perkins: Pero mi señora, usted no esta sola.

Norma: Ha llegado el Sr. Bringsky?

Perkins: No, mi señora.

Norma: Entonces?

Perkins: Estoy yo, mi señora.

Norma: Perkins. Perkins. Realmente, debería yo considerarlo como “alguien”?

Perkins: Me confunde con la preguntica, mi señora.

Norma: Mi realidad no puede ser tan vacía. Me tengo que centrar en la metahistoria… olvidarme de lo aparente y bucear sobre las profundidades de la situación. Perkins! En este momento. En esta escena de mi vida, que es lo que ve? Que es lo que esta pasando realmente?

Perkins: Ahorita mismo mi señora?

Norma: Ya!

Perkins: No, pues. Nada mi señora. Hace meses que aquí no sucede absolutamente nada.

Norma: Ajha! Nada! Como puedo escribir si aquí nada sucede? Si no hay estímulos? En Roma, en Venecia, en Paris. Ahí seria fácil, pero aquí? Aquí no. Sin embargo… soy una mujer interesante, intensa, segura, preciada…

Perkins: Yrigoyenista.

Norma: Shh!!!…. mi vida ES interesante! No puede no serlo! Aquí, en Roma, en Venecia, en Moscú!. Solo hay que usar la imaginación, Perkins. De acuerdo. Aquí no esta pasando nada. Pero, a ver, que podría estar pasando?

Perkins: (emocionado) Podría estar pasando, mi señora, como en aquel cuentico del Misisipi, donde el sirviente…

Norma: Eso! El sirviente! Que pasa con el sirviente? Que pasa con usted Perkins?

Perkins: Que yo que, mi señora?

Norma: (Se acerca, lo examina. Tiene una idea. Escribe) Entonces el sirviente toma relevancia en la historia cuando le confiesa su inmenso, prohibido y perverso amor a la señora…

Perkins: Como así, mi señora?

Norma: Vamos Perkins, colabore!… Usted, usted se callaba un intenso amor, sirviendo a esta mujer, intensa, segura, preciada… (con una seña detiene a Perkins que esta a punto de interrumpirla). Acompañando su espera, viendo como su corazón se erosiona con la brisa del plata. Deseándola. (escribe) Hasta que esa tarde. Abrumado por el calor y la nula respuesta del señor Bringsky. Se declara (para de escribir y lo mira a Perkins)

Perkins: Mi señora…

Norma: (emocionada, por escribir) Diga…

Perkins: Digo. Quiere que vaya encargando la cena o prefiere tomar algún refrigerio…

Norma: No, no! Involúcrese, Perkins! Es su posibilidad para ser alguien! Su posibilidad para ser parte de una historia interesante. Piense en la soledad. Piense en la soledad y míreme. El anhelo inalcanzable hecho mujer. Déjese llevar por el viento fluvial, salvaje y decláreme su amor secreto que tanto lo agobia.

Perkins: Que le declare qué?

Norma: Usted me ama Perkins! Concéntrese! Deje que lo inevitable se apodere de su alma… o lo que sea que usted tenga.

Perkins: La amo?

Norma: Desesperadamente. Ahora, dígamelo!

Perkins: Mi señora…

Norma: Dígalo! Es una orden! (por escribir)

Perkins: La amo mi señora.

Norma: No, así no!!! Con pasión! Con la desesperación misma del amor imposible. El ardor de lo inalcanzable.

Perkins: (lo intenta, se frustra) Mi señora… Yo… Que pena con usted mi señora. Debería llamar usted a un caballero de esos de las películas…

Norma: No necesito actores. Usted lo siente. Solo déjelo salir! Míreme Perkins! Deje que todo lo bestial de su raza se pierda en este cuerpo que ofende a la moral pública! Permítase hacer realidad su sueño Perkins. Su pequeño sueño sobre mi. Confiéseme su secreto mas preciado.

Perkins: Señora mía…

Norma: Dígalo!

Perkins: Pues… mi señora… (ella escribe) Le confieso que yo… la amo señora. La deseo. La necesito. La anhelo. La aspiro. La ansío. La pretendo. La antojo. La ambiciono. La… La… (en voz baja) ya no se que decir señora…

Norma: (escribe contenta y dice ofendida) Como dice? Perkins! Por favor. Cuide sus palabras. Usted es un impertinente! Usted no es digno de sentir tal cosa. Habrase visto! Sabiendo encima que el Señor esta al caer. Que descaro Perkins. retírese!

Perkins: Momentico mi señora. Acaso usted no me dijo…?

Norma: (escribe y dice) Retírese de mi vista Perkins!

Perkins: Si mi señora. A la orden. Con su permiso. (retirándose)

Norma: A donde va Perkins!?

Perkins: Me retiro de su vista, mi señora.

Norma: (Mientras escribe) No Perkins, no! Venga. A ver. Yo le explico. Un enamorado no se da por vencido tan fácilmente. (lo va a buscar y lo acomoda a su antojo) Muy bien. Ahora desafíeme! Impóngame su amor. Béseme!.

Perkins: Qué yo qué o qué?

Norma: Usted Perkins, (escribe) herido en su amor propio, justo antes de retirarse sentirá un impulso arrebatado que lo hará perder su condición de sometido al que lo condena su raza y no dejará que las cosas terminen así. Vendrá por detrás sin que yo pueda advertirlo y, en un acto de absoluta imprudencia, sellara sus palabras con un apasionado y sensual beso en mis preciados y delicados labios…

Perkins: Ay mi señora… pero qué?…

Norma: Perkins, no agote mi paciencia!

Perkins: Pues… que voy por detrás y… la beso?.

Norma: Muy difícil Perkins? Traigo a mis amigos de La Liga para que le expliquen?

Perkins: No mi señora, no. Le hago pues…

Perkins se acerca por detrás. Con miedo.

Perkins: Con su permiso mi señora…

Norma: No pida permiso Perkins! Ese es el chiste. Hágalo!

Perkins toma coraje y vuelve intentarlo. La gira. La mira. Duda.

Norma: (como soplándole lo que sigue) Béseme!.

Perkins se acerca lentamente para besarla. Y justo cuando esta por hacerlo Norma le da vuelta la cara de un cachetazo.

Norma: Perkins! Que canallada es esta? Como se atreve? Que pretende usted de mi?! (para si) Eso me gusta. (escribe)

Perkins: Ay no mi señora, que pena. Es que usted me dijo y yo… Perdóneme, perdóneme por favor. Mejor me retiro mi señora (yéndose)

Norma: A dónde va hombre??

Perkins: Nada pues. A hacer penitencia o qué?

Norma: Jajajajaja! Venga para acá Perkins. No, no. Nada de penitencias hoy. Piense usted Perkins. Quizás yo si quería besarlo! Tiene que luchar! Comprende? Usted no puede esperar que una señora de mi clase se regale tan fácilmente a los delirios de alguien como usted.

Perkins: No, claro pues mi señora. Yo eso lo comprendo perfectamente. Es que usted…

Norma: Nada! (escribe) Entonces el insolente sirviente, arrastrado por el inmenso deseo hacia su señora, no acepta un no como respuesta. Cegado, creyendo que su insólito amor pudiese ser correspondido e inmerso en la lujuria vuelve a la carga.

Perkins: Cómo así?

Norma: Ahora Perkins! Quiero verlo inmerso en la lujuria!.

Perkins desesperado obedece. Se repite la acción, un poco mas rápida, con mas intensión. Norma le vuelve a dar vuelta la cara de un cachetazo antes de que logre besarla.

Norma: Otra vez? Desvergonzado! Animal! No vuelva a ponerme sus sucias manos encima! Me Oyó? Acaso no entendió la primera vez?!

Perkins: Que paso, que paso?? Yo solo hice lo que…

Norma: (escribe) Si, lo que su primitivo deseo le dicta. Se que lo enloquezco de amor… y eso es normal. Yo lo entiendo. Pero aun así debería denunciarlo…

Perkins: Denunciarme señora?!?

Norma: Claro. Seria lo adecuado.

Perkins: No señora, le suplico! Esto es una confusión. Si usted no me hubiese dicho…

Norma: No suplique Perkins. Se lo que corresponde y aun así no voy a hacerlo. Mi enorme bondad lo volverá a perdonar. Pero agradezca que justo en ese bochornoso momento que me hizo pasar no llegó el Sr. Bringsky. Porque ahí si no gozaria de ningún tipo de perdón. Imagínese! (ríe mientras termina de escribir esto) A propósito. Ninguna novedad sobre el señor?

Perkins: Ay señora que no me venga con eso ahorita…

Norma: Como dice?

Perkins: Señora… de que novedad me habla? Que llevamos aquí no se cuanto tiempo esperando algo que no va a suceder…

Norma: (amenazante) Tenga cuidado con lo que dice si no quiere terminar como alimento de los Bagres!.

Perkins: (seco) Si mi señora. Que pena. Me disculpo.

Norma: Muy bien. Ahora. En que iba yo? (relee) Si. (escribe) Entonces el sirviente, completa y absolutamente herido… (se detiene) Qué? Cuál seria su reacción? Que podría hacer alguien como usted?. Un tercer intento seria suicida. Escapar? No, no, no. La historia seria demasiado corta. Intrascendente. Aun no ha pasado gran cosa…

Perkins: Quizás si le platicara sobre aquel cuentico del Missisipi en que el sirviente acabó por…

Norma: Esta historia transcurre en Buenos Aires, Perkins. Nada tienen que ver sus tontos cuentos de granjeros.

Perkins: Si mi señora.

Norma: (tiene una ocurrencia) Perkins, acaso esta enojado?

Perkins: No mi señora. Usted tiene razón. Nada tienen que ver mis tontos cuenticos del Missisipi.

Norma: Y por lo anterior? Tampoco?

Perkins: Tampoco mi señora. Usted obró juiciosa.

Norma: Pero acaso no fui yo quien le pidió que lo hiciera?

Perkins: Si, mi señora, pero para su escritura. Yo debo haber obrado mal y seguramente merezco la reprimenda.

Norma: Y después pretenden ser libres! Son genéticamente esclavos, siervos innatos. Deje de ser tan sumiso, por favor Perkins. Yo solo estuve humillándolo! Eso debería haberle hecho hervir la sangre.

Perkins: Pero usted lo hacia para su escritura.

Norma: Entonces colabore con mi escritura y deje que el odio hacia su señora se apodere de usted!

Perkins: Yo no la odio mi señora.

Norma: Usted me ama Perkins! Con infinita pasión!

Perkins: Otra vez con eso mi señora, ya déjelo…

Norma: Si! Pasión que se transforma en obsesión! Obsesión que se transforma en odio! Si, si, Perkins ya lo tenemos! (escribe) Entonces el sirviente, completa y absolutamente herido, enloquece por completo y concluye que: si no puede poseerla ya nadie mas podrá.

Perkins: Ay mi señora…

Norma: Shhhh!!! (escribe) Entonces, esa misma noche…

Perkins: La noche esta al caer señora, quizás fuera mejor ir yendo.

Norma: No me corte la inspiración! (escribe) Entonces, esa misma noche, antes de la cena, el sirviente procura que nadie ande por los alrededores…

Perkins: Nadie hay. Nadie habrá.

Norma: …Y lentamente deja que su odio, su desesperacion, su rencor por la humillación y su brutal salvajismo se apoderen por completo de su ser. Sigiloso entre la inminente oscuridad, se acerca. La señora, indefensa, inocente, inmaculada, absorta en la contemplación de la enorme luna, ni siquiera lo advierte.

Perkins: Ay no señora, no otra vez. Párele con las bofetadas por la Virgen Santa.

Norma: Métase en situación Perkins! (escribe) Ahí es cuando el sirviente aprovecha y se lanza sobre su victima como una fiera hambrienta se lanza contra su presa. La ataca por detrás. Pone sus brutales manos sobre el suave y delicado cuello de su señora y…

Perkins: Oh, no, no… hasta aquí yo llego. Que pena con usted mi señora, pero ya déjeme quietico a mi que la sirva y escriba usted. (se retira)

Norma: (violentamente) Venga inmediatamente para acá Perkins! (lo agarra, lo trae, toma sus manos y las pone sobre su cuello.) Ahora. Rompa las cadenas, enarbole la bandera de los oprimidos, de los humillados. Luche en nombre de su raza!

Perkins: Como aquel sirviente del cuentico?

Norma: Que “cuentico”?

Perkins: El del Missisipi. El tío Louis decía que el sirviente, cansado de los malos tratos de los amos para con los sirvientes, una noche, sin que nadie lo viera venir…

Norma: Qué dice Perkins?! Esta es una historia de amor. Bella-Villano-Héroe!

Perkins: Héroe?

Norma: Si, Perkins! El sirviente pone sus brutales manos sobre el suave y delicado cuello de su señora y, completamente embriagado de locura, comienza a ahorcarla…

Perkins: (saca rápidamente las manos) Señora! No! Este juego suyo se me hace muy peligroso!

Norma: No sea ingenuo, Perkins! Deje de ser tibio! Si no toma riesgos seguirá siendo un arrastrado condenado a la obediencia y el maltrato! No puede cambiar el color de su piel, pero si el color de su mente…

Perkins: Ya señora…

Norma: (pone otra vez las manos de Perkins en su cuello) Apriete! Mas Perkins, mas! (Perkins aprieta) Y así, mientras el sirviente, completamente fuera de si, retuerce el delicado cuello de la bella, segura, interesante, intensa, respetada, preciada…

Perkins: Yrigoyenista.

Norma: Shhh!!!… Apriete!

Perkins: Le voy a hacer daño mi señora.

Norma: Exacto! Si no puede tenerme no quiere que nadie me tenga y para eso tiene que matarme!

Perkins: Matarla?!?? (intenta sacar las manos pero Norma no retiene) No señora!

Norma: (ríe) No sea idiota Perkins! Usted no entiende nada de historias! Soy la protagonista, no puedo morir! Cuando el mas oscuro de los desenlaces se avecine, cuando parezca que la bella e indefensa señorita esta condenada al final mas trágico. Hará su majestuosa entrada el héroe de esta historia y haciendo gala de su hombría tomara por sorpresa al vil criminal que dejara fuera de combate con un golpe certero. Y luego de asistir a la pobre victima. Sellara este heroico momento con un apasionado beso bajo la luz de la luna…

Perkins: (mirando a los costados) Señora, de quien habla? Nadie vendrá señora!

Norma: Cállese imbecil! Apriete! Si la protagonista no esta realmente en peligro el héroe no hará su entrada. Así funciona. Tiene que ser real!

Perkins: Ay señora…

Norma: (casi sin poder hablar) Mas! Apriete con ganas infeliz! muéstreme su bestial fuerza… (Perkins aprieta mas. Enojado) Si, así! Si! Si!!!… En cualquier momento…

Perkins: Señora, nadie va a venir…

Norma: Cobarde! Apriete mas y vera!

Perkins: Déjelo ya Señora. Usted y yo sabemos que no hubo ni habrá ningún Señor Brings…

Norma: Le adverti que cerrara esa putrefacta cloaca que tiene por boca! Sucio despojo de ser humano. Deje de blasfemar y haga lo unico para lo que es bueno: obedecer. Apriete de una vez! Se lo ordeno!

Perkins, realmente enojado, aprieta con fuerza.

Norma: Si!! así!!! Si!!! Finalmene lo comprendio! Asi… Ya… ya tiene que estar por en… trar… ya… lo ve? Lo… puede… ver llegar?… Per… kins… digame… que… lo ve… Per… kins… Per…

Norma se desploma sobre la reposera. Suena “Dream a little dream of me”. Perkins saca las manos de su cuello. Chequea que la señora esta realmente sin vida. Mira a su alrededor corroborando que no hubo testigos. Lentamente saca la hoja de la maquina de escribir y la guarda en su ropa. Toma su sombrero, echa un ultimo vistazo a la señora y sale.

FIN

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