Su chicle preferido de Melón

Su chicle preferido de Melón

Empezó el día escuchando Charly García a todo volumen, masticando su chicle preferido de melón. Gabriela, mi compañera de vida amaba el Rock nacional.

Las nubes caribeñas deberían habernos amedrentado pero salimos igual, sin paraguas ni abrigo, nos abrimos camino entre la gente, los pies me llevaban la boca masticaba y yo ya sin gusto (no sabía si seguía por costumbre o por obligación). Hoy me veía imposibilitado de hacer algo por mí mismo, solo sé que los pies me llevaban, la boca masticaba y yo me movía.

Llegamos a la plaza. Ya sentados en el banco comenzó a garuar, a llover y luego de unos minutos el cielo azabache pareció abrirse y empezó a caer una tonelada de agua (sin embargo, yo ya estaba mojado desde hace rato y el frio polar no me afectaba). El granizo no se hizo esperar y empezaron a caer cada vez más grandes los pedazos de hielo. La gente se refugiaba en cualquier techo que le sirviera de refugio, no nos movimos, (yo, más de lo habitual) seguimos en el banco masticando, deberían haberme lastimado los grandes bloques de hielo, pero permanecí quieto (no sentía mis músculos, huesos ni piel, ¡quizá nunca los había tenido!). Gabriela cayó recostada sobre el banco, pero yo seguía moviéndome y hasta un globo comencé. El cielo cambio de oscuro a pálido en un momento, el sol rasgo las nubes ya blancas y la luz tibia cubrió la plaza, desapareció el frio crudo y el calor fue insoportable mientras tanto el globo increíblemente seguía creciendo (sentí como que me derretía por dentro). El griterío de la gente interrumpió mi epopeya —¡llego el fin del mundo!, ¡vamos a morir!, ¡es el fin!; la histeria generalizada invadía el ambiente. Yo, contento con el tamaño del globo que crecía y crecía ignoraba las voces de fuera.

La tierra pareció temblar o al menos eso sentí, explote y me embarre en la cara de Gabriela, la sangre caía desde su cabeza aparentemente lastimada, muerta desde hace ya un largo rato.

FIN

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