Sombra de una dama

La seguí esa noche, y no me arrepiento de lo que paso. La deseaba y no descansaría hasta que sus ojos vieran lo bello que podría ser morir en mis manos. llevarla a una eternidad a mi lado, – Quien podría negarse?, pensé.

Caminaba rumbo a la vieja estación de tren, tan aprisa que me daba por enterado que sabia que yo estaba detrás de ella, pero eso no era si. Fatigada y algo temerosa trataba de acelerar más el paso, sin embargo sus finos zapatos no eran de gran ayuda. en cada taconazo que daba, un desaliento murmuraba por sus labios. al llegar a la estación logra ver a un joven algo pálido y sombrío, era el boletero que se disponía a rematar los últimos billetes de pasaje para la ultima salida de esa noche. estire mi brazo hacia ella deseoso de detenerla provocando le una soledad fría y a su vez desalentada. Ella cae, y pierde la oportunidad de ir a casa de una manera velos y segura.

Puesto yo de pie a un lado de ella, le he dicho. – Quédate con migo. Se levanta algo adolorida y con rostro preocupante, y escuchando yo sus pensamientos sabia que le preocupaba ir caminando a casa, sin embargo, se dispuso a serlo otra opción sería pasar esa noche en un hotel ya que se de ante mano que su hogar estaba muy pero muy lejos del centro de la cuidad.

Al salir de la vieja estación se detiene por un segundo para intentar ver la posibilidad de encontrar algún tipo de apoyo. Yo sabia que eso era muy arriesgado pero más peligro es que ella quede bajo mi cuidado.

Comencé a susurrarle al oído para orientar la ha que tomase las mejores decisiones, que a mi conveniencia fuesen formidable. Le estaba guiando rumbo a mi presencia física, donde mi cuerpo descansaba listo para ser despertado y así poder seducir el alma de Elena. Al ver que ella ya hacia cerca de mi, mi cuerpo astral se une a mi cuerpo físico para hacer uno solo. Una levitación majestuosa como solo un ser como yo posee la habilidad de hacer, logró olfatear a mi amada Elena. Trasformado en un hombre bello me dirijo a la salida de mi sepulcro para asesinar a una dama cuya alma y esencia permanecerán atados a mi larga inmortalidad.

Al estar frente a ella

Te he seguido durante largo tiempo como cual sombra pegada a tu cuerpo. para atraerte a mis brazos cuya caricia matara esta vida patética tuya. Naciendo como una reina poderosa sedienta de sangre y que juntos saciaremos prolongando nos en este mediocre mundo el cual haremos merecedor de nuestra gloriosa existencia.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS