Quiere follarme la mente y yo estoy un poco demente como para dejarme sin nada a cambio. A mí me paga con ese cuerpo desnudo sobre mi cama o de lo otro no hay nada, a fin de cuentas ese cuerpo ya fue de muchas, de gran valor no es, pero mis pensamientos y mi maldad siguen siendo vírgenes.
Entonces le dije y se asustó cuál damisela en peligro. Se hizo el digno y se marchó en silencio. Ese día me reí tanto que estuve a dos segundos de mearme o de un infarto o las dos cosas, pero ese día no se dejó.
Se hizo ver como un hombre de valor, de esos que ya no exiten hoy. Yo sé que es un pobre mequetrefe beodo que intenta seducir con frases prostituidas, pero de imaginación nada, de valor nada. Pobre fan del amor.
Solo un fanático del amor se la curra por conquistar a una mientras se folla a dos por noche, se asquea con los «te quiero» y huye al compromiso como liebre perseguida por zorro.
Quiere follarme la mente, pregunta por mis gustos y disgustos, por mis opiniones y quejas. Desea información para iniciar ese terrible plan del amor, siendo el fin siempre el mismo; follarme y fallarme.
¡Beodo!
Primero déjate follar vos, a ver si vale la pena dejar que entres en mi mente y luego en mí corazón, si resultas desechable como todos, entonces ya me verás diciendo al siguiente día; «no eres tú, soy y o y mis manías de ir más allá de las bragas deslizadas».
…
¿Qué?
Vos sos mi novia, por qué me decís eso.
…
Solo leía el fragmento de un escrito.
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