Solo con posiciones menos autoritarias encontraremos un mejor modelo de aprendizaje en la educación.

Solo con posiciones menos autoritarias encontraremos un mejor modelo de aprendizaje en la educación.

Psic Daniel Luna

09/05/2020

Pensar el aula es un tema que nos convoca a todos los involucrados en las instituciones educativas.  

De manera habitual vemos al docente como alguien que cumple el rol de dar información como respuesta a los procesos educativos. Lo miramos en un lugar donde el aprendizaje es dado por su parte, como un lugar de saber. De cierto modo podemos decir que, en la actualidad, el docente cumple con la función de un Sujeto Supuesto Saber.

Al alumno lo solemos ver como aquel receptor de información por parte del docente, es decir: aquel al cual llega la información dada. Cuando específicamente dentro del aula nos encontramos con alumnos del Siglo XXI y profesores en mentalidad del Siglo XX para procesos de aprendizaje y observaciones de pensamiento crítico.

Recorrer las aulas en el mundo actual se ha vuelto inquietante, se ha transformado en una lucha de poder. No por los actos que parten de los estudiantes, sino por la curiosidad en la búsqueda de aprendizaje que se opaca en ellos. En este punto, se vuelve crucial ante los ojos de los alumnos y estrategias del docente.

Si tenemos en cuenta que el concepto del saber ya es de principio, una determinación que se posee entonces, habremos perdido el camino. Todo docente debe conllevar en su interior una llama eterna de curiosidad por el aprendizaje.

La metodología frente a la visualización de trabajos/tareas con la que me he encontrado en diversos docentes es partir desde una oposición frente al alumno. Es decir; sé que entregas el trabajo, pero antes de escuchar/ver el contenido, me posiciono en un lugar de “saber” dónde lo que lea, será válido a partir de los errores que no encuentre. De esa forma, limito mi movimiento del lugar “supuesto saber”.

El supuesto saber que habita en las instituciones educativas es un peligro para el desenvolvimiento del alumno, quien en su intento de expresión busca la manera de resolver problemas continuamente en el sector escolar.
En repetidas ocasiones se observa la insistencia de los alumnos en referirse a otro alumno para obtener una respuesta de algún tema visto.  Esto no es porque el alumno tenga ideas tendenciosas de provocar un lugar de poder, sino porque sabe, muy en el fondo, que en el otro alumno encuentra la empatía que no ve en el docente. y precisamente, eso que no se ve, es lo que más necesitamos.

Mediante esta línea unilateral del saber, la posibilidad de presentar una exposición de un tema frente al alumnado se vuelve cada vez más ineficiente. Las tareas u artículos que un docente desea que el otro logré son ineficaces como un acto de aprendizaje a través de la vía y camino de la soberbia. No son pues, más que un acto autoritario y disciplinario de “lo políticamente correcto” (la mirada eterna del docente como una figura de autoridad).

Un trabajo presentado con estética, con imágenes, que se toma en la educación como un retorno a la retroalimentación de un tema, no es la centralización del problema. Sin embargo, no serán eficaces sino se contemplan con el acompañamiento adecuado del docente.

La vía del saber no debe ser unilateral en el ámbito educativo. Debemos entender que, de alguna manera, los docentes también seguimos siendo estudiantes. La escucha está para ellos, y de cierto modo, el docente tiene la tarea de que la escucha del alumnado sea para él. ¿En qué sentido?

A qué me refiero cuando digo ESCUCHA (Del alumnado/del Docente)

Es a la posibilidad de prestar atención en clase con el deseo de hacerlo, es decir; prestar atención no por una petición sino por curiosidad de saber qué es lo que el otro (docente) está tratando de presentar.

Esta posición la encontramos de manera viceversa donde el docente ya no escucha a sus alumnos desde la búsqueda de contradicciones o errores, sino que más allá de la misma concepción de alumnado: escucha desde la vocación misma. Esa escucha que parte desde la curiosidad del docente de querer entender la posición de duda del otro.

Solo con posiciones menos autoritarias encontraremos un mejor modelo de aprendizaje en la educación. Necesitamos ver nuestro rol como docentes en la mala praxis autoritaria, como un alumno miraría en su boleta una calificación baja; con el coraje de saber que no ha realizado lo necesario, pero con la valentía de querer hacer algo diferente en el futuro.

Como amantes de la educación debemos comprender que no somos poseedores de ninguna verdad absoluta. Funcionamos como guías para el alumnado y, sobre todo para que ellos se cuestionen y duden de toda información, incluyendo la nuestra.

Hoy en plena contingencia a la espera del retorno a clases el rol del docente necesita  hacerse más preguntas que dar respuestas.

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