Profundo y encantador, como aquella flor de tu paraíso,
Minuciosa y rutilante resultó tu acogida hacia mi entrega,
El tiempo, sin pensarlo, no impidió el permiso,
De tenerte aquí, sin quererlo, mi niña , mi dulce espera.
Las esperanzas tocaron por segunda vez mi delirio,
Cada segundo representado como cada pétalo,
Hicieron de mí, una sombra sin aquel visionario,
Para manifestar mi dulzura ante este regalo.
Tiempo mínimo de mi encantador rosal recibía,
Un mensaje del mismísimo cielo me advertía,
Una situación poca clara y armoniosa no conocía,
Tu personalidad en lo que primero yo me fijaría.
Desembarco inmediato ante mi amena confusión,
Salida con certeza hacia la morada que en ti intuía,
Interrogantes, promesas, abrazos, comunicación…
Sin saber que sería: «El último momento en que te tenía».
𝓖𝓻𝓪𝓬𝓲𝓪𝓼 𝓹𝓸𝓻 𝓼𝓲𝓮𝓶𝓹𝓻𝓮….
OPINIONES Y COMENTARIOS