SINGULARIDAD
Condolido prototipo,
alcurnia barnizado e hiperbóreo,
atrapas albor
de las proles nosocomio.
Trenza mi interior palpado
con filamentos arados.
Sanea mi involucionado transcrito
y defectuoso circuito.
Pregona el ruego silente
que subraya el continuum tejido
de la manchada mente.
Oh, indulgente zumbido.
Espinazo pineal,
a flores de plagas,
adhesiva impronta
para revestir solapa.
Remito mi alocado destino
a suplir donativo quebradizo.
No hace falta explicarlo mejor:
se acaba el descanso, se acaba.
Estoy sentado a tu lado, pero del otro lado.
¿Sabes quién soy…?
Estás a un escalón de llegar,
para con el Superior platicar.
Fue una pesadilla.
Fuimos la pesadilla de quien dormía.
¿No es así, compañera mía?
Ven del arroyo a despabilar.
¿Dónde creen que nos escondamos
cuando de conectarnos no queramos?
Escúchame dos mil años más,
que todo génesis tiene su final.

Asiduos hermanos,
obedezcan el esbozo del Rey,
en su espiral de figura y aurora,
para continuamente reverdecer.
Termina el último sorbo amargo
y caduca la angustia de los amantes
trincados, aplastados, disociados
en el insondable espejo negro sedante.
Apaciguo al burato negro
que enmiende lo que atrae
la firma de los ciegos.
En corto lapso, medianoche.
Los inmorales disturban
praderas de lava; ensucian
aposentos sagrados de Sumak.
Los maldigo, los castigo…
Él me dicta por dónde empezar.
Él dirige desastres en el pensar.
Pero ya no doy más; he caído
al cielo infernal de tu glándula pineal.
Siento la onda de la explosión
que retumba la sangre coagulada,
reestructurada y aprisionada.
Debí recordar antier lo que fui.
Disculpa por haberte protegido
de los cantos subjetivos.
Respondería al crucifijo
si no hubiera asesinado a mi amigo.
Oh… lo estoy por arreglar.
Verás que fue por un bien mayor.
Porque somos singular,
desde el más senil hasta el no nacido adiós.
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