A veces es fría la noche, tanto como para aliviar ciertos males. El solo camina, a paso lento se abre paso por innumerables vías vacías, mira hacía atrás cada cierto tiempo, no vaya a ser que aparte del pasado lo persiga un malintencionado. A pesar de esto, no siente miedo, el ahogo, la pena y el rememorar pueden mas que el terror de ser asaltado o incluso morir.

Se toma una pausa porque siente que el tiempo es corto y pasa rápido, en realidad es eso lo que siempre le ha apenado, no comprende y no quiere aceptar que la felicidad es tan efímera como aquellos pensamientos positivos que a veces llegan a su cabeza.

Mira al cielo y luego a un costado, el pasado vuelve a a torturarlo desde sus primeros y mas profundos recuerdos, sabe que dentro de ellos hay situaciones oscuras y nebulosas, aun así añora incluso volver a vivir esos momentos para cambiar la historia.

Sigue su camino, está vez de vuelta al hogar, su mente está un poco mas aliviada, el caminar nocturno es su droga, lo necesita, lo repone. Quien sabe, quizás algún día se dé cuenta que la felicidad está presente, que la felicidad va mutando con el paso del tiempo.

Llega a su casa, cierra la puerta y vuelve a sus cuatro paredes habituales.

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