Silenciar significa…

Silenciar significa…

Briam Segura

28/05/2019

-¡No me maten por favor… mis hijos quedarán huérfanos!- exclamó el periodista.

-No somos asesinos- expresó el hombre más serio.

-Entonces… ¿qué piensan hacer?- preguntó el periodista con nerviosismo.

-Te cortaremos la lengua- dijo el más alto, y lo dijo con violencia.

-¡La lengua no!- exclamó el más gordo -¡Las manos!

-¿Las manos?- preguntó el más alto.

-Sí, las manos- confirmó el más gordo.

-¡Qué! ¿Me van a cortar las manos?- preguntó el periodista, atemorizado -Pero mis manos son mi herramienta. Sin ellas no podré mantener a mis hijos. Sin ellas no soy nada. Sin mis manos esta ciudad será la cuna de la mentira y estará perdida.

Los tres hombres, trajeados e imponentes, empezaron a reír de una forma tenebrosa, como ríe un demonio depravado.

-Tranquilo… traidor- dijo el más serio mientras le acariciaba el cabello al periodista -Solo hoy te cortaremos las manos, como advertencia- argumentó.

-No entiendo- murmuró el periodista.

-Es hora de que lo entiendas- dijo el más gordo.

Los tres hombres se miraron fijamente, como una señal, y a continuación empezaron a destruir los tres computadores de la sala de redacción, todo archivo amenazante y todas las impresiones que estaban preparadas para empezar a circular a las 4:00am.

-Por favor, no- suplicó el periodista, tembloroso, impotente y con la mirada lacrimosa.

El reloj marcó las 3:00am cuando los hombres terminaron la misión más fácil del mes. Por su parte, el periodista guardaba silencio y lloraba por dentro porque había acabado de perder el trabajo de más de dos meses; las investigaciones, las entrevistas, las denuncias, etc. Lloraba porque lo callaron sin necesidad de tocarlo; porque esos hombres sí le habían cortado las manos con aquella violación.

-Espero que lo pienses dos veces antes de querer publicar la verdad- advirtió el más alto.

El periodista lo miró fijamente, quizás con desafío, y le preguntó:

-¿Qué pueden perder tus jefes si publico la verdad?

En el acto el hombre más gordo le conectó un derechazo y lo envió al suelo, con la mandíbula rota tal vez y destilando sangre de los labios. Después le dijo:

-Te parece poco perder la presidencia, las pensiones, los favores fiscales, las comisiones por la venta de empresas, el control de la venta de armas, el poder…

-Está bien- interrumpió el periodista al mismo tiempo que se levantaba del suelo -Pueden decirle a sus jefes que no tengan miedo.

Los tres hombres sonrieron y solo entonces se dispusieron a abandonar el lugar. Pero uno de ellos, el hombre más serio, le dijo antes de marchar:

-Abandona esta locura. Deja de soñar. No cambiarás el mundo. Este pedazo de tierra le pertenece a ellos y no existe nadie que pueda interferir en su juego. Mejor haz lo que te digo si no quieres que cumplamos nuestra amenaza.

El periodista, mientras veía desaparecer a aquellos hombres, pensó indignado: “El Estado nos miente porque nos tiene miedo, y viola nuestros derechos humanos para que nuestro miedo sea más grande que el de ellos”.

“Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos”.

Dice: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

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