“…Si me llamas mañana,

quizás sea muy tarde;

si me llamas hoy, dejaría todo,

y me tendrás en un instante;

iré como rayo atravesando el universo

para encontrarme con lo más dulce de Usted,

con lo más tierno

que jamás haya sentido en mí,

y con la pureza más admirable

que alguna vez habré observado.

Si me llamas hoy,

podre conocer tus ojos,

tocar tus largos cabellos,

palpar el aroma de tu poros,

ungirte el calor de mis labios

tocando la tersura de tu piel.

Si me llamas hoy,

llegaré a Usted como una gacela

cruzando viento, marea sin dejar estela,

para escuchar el murmullo de tus voces

mientras acaricio cada milímetro

de tu etérea figura con deseos permitidos.

Si me llamas hoy,

iré a usted, seré ese cómplice,

el de tu pecado misterioso,

que a toda merced es lujurioso

con pensamiento precavido,

más allá de la premeditada insinuación…”

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