I
-«¿Qué mas iba a pasar?«- Pensaba, mirando todo lo que hizo.
II
Samuel, el Sami, no es muy diferente a los demás.
Le gusta conversar, aunque le cuesta recordar la última vez que inició una charla. Es que es difícil hilar un pensamiento cuando llueven, dentro de todo lo que quiere decir, las opciones y ,entre todas las que tiene, siempre acaba mal.
-«Todo es claro cuando piensas«- le dijo alguien que debe pensar muy poco, pensó.
Le gusta tener amigos, aunque le cuesta recordar la última vez que confió en otra persona, incluso en si mismo.
-«Es muy fácil tener amigos«- le dijo alguien que no debe tener alguno, pensó.
III
Simplemente todo llegó a ese punto. Cuando quiso conversar, pensó en hacerlo, pensó hasta que ya no tenía con quien. Buscó amigos y los encontró, y encontró muchos, hasta que se habían ido por estar pensando.
Pensando, se le pasaban las horas. Estaba encerrado en las posibilidades, mientras que, sin darse cuenta, el encierro mental se transformaba, poco a poco, en algo más.
La ventana, llevaba cerrada un par de días. La luz, llevaba prendida otro par. La puerta, estaba cerrada de hace unos cuantos más. La cama, ya ni funcionaba como tal hace poco más de una semana. Mientras, las posibilidades aumentaban.
-«Debe ser mi culpa«- Pensaba mientras rascaba su cabeza-«,pudo ser distinto, pude quedarme, pero y si no era así. No, eso ni pensarlo, eso no es posible, nadie quiere saber tanto. A ellos no les importas, no les importan ellos mismos, ellos quieren todo, ellos no tienen nada.-«, continuó-«¿Y si no saben?¿Qué me ven?¿Me ven? Yo a veces no los veo, a veces no quiero verlos, ellos tampoco deben querer verme. Quisiera no verlos más. No, no existe esa posibilidad«- mientras se puso de pie.
– Samuel!, Samuel! ¿Estás ahí?, yo se que si, Samuel.- Gritaron desde la puerta.
-«Ya debería irse«- Pensó.- ¿Quién es?- Respondió, en voz baja. No escuchaba su propia voz hace un tiempo.
-Soy yo, ¿estás bien? Abre la puerta.- Dijo, mostrando un tono de preocupación
–«Si, ya deberías irte. Antes que, NO!, no puede pasar. No va a entrar, no a eso, no hay chance.»-Mientras afirmaba, con sus dos manos, su cabeza y apoyaba su espalda contra la puerta.
-Ya está, me voy, no se si vuelva, Samuel, no en unos días.
-«¿Qué mas iba a pasar?«- Pensaba, mirando sus manos manchadas de sangre, que brotaba de las heridas causadas por el roce de sus uñas.
IV
Samuel, el Sami, es diferente, apenas es.
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