Yo, cuando me hablan del Ser, me pierdo.
Me quedo entre amohinado y patidifuso. No llego a entenderlo y mis limitaciones me irritan. Por lo demás, no soy muy fácil de irritar. Quizá ambas cosas estén relacionadas. O sea, que esa incapacidad para aprehender el Ser puede que sea la que me convierte en no irritable.
A saber. Ya decía mi abuela que «ya no saben qué inventar”.
Lo del logos y el tao es diferente. Esos me entran más. O al menos vislumbro algo de su esencia. Pero el ser…nada, que no hay tu tía, se me resiste. Me dirán ustedes que a fin de cuentas todas son magnitudes del mismo costal, como jugadores de un mismo equipo. Pero el Ser, al menos para mí, es como Messi. Hay algo de inabordable y lejano en él. Será que es tímido o reconcentrado para sus adentros.
Todo esto son elucubracionesmuy vagas, lo asumo. Pero en mi familia me educaron para explorar los afanes vaporosos, por llamarlos de alguna manera.
Y la verdad que siempre nos lo hemos pasado muy bien con estas cosas intangibles.
Lo intangible nos va. Pero ojito, no nos tomen por unos solemnes. También nos pirran los yintonis y la rumba. De hecho el vecino de abajo, el del 4º, nos llamaba los “intangibles rumberos”. Era muy salao, el vecino. Le dio un parraque, precisamente viendo a Messi en la tele, y se murió. Ahora me pregunto dónde habrá ido, si es que ha ido a algún lado, claro. Imagino por las noches que hablo con él y me aclara mis dudas respecto al Ser. Lo hago para conciliar el sueño, pues es universalmente reconocido que los divagadores caseros somos presa fácil del insomnio. En estas charlas ficticias se me presenta él también poco irritable y enemigo de los conflictos. Eso facilita el diálogo. Temía que apareciera airado y con gesto de “yo se más que tú, chaval, que he subido de división”, por seguir con el símil deportivo. Pero me dice que de ego nada, que va ligero y lo único que echa en falta es un poco de furia. Hasta la armonía cansa, añade. No somos ná, le digo yo. Y él entonces mira y señala hacia arriba y se encoge de hombros. Pero vamos a ver, le inquiero yo, usted (siempre trato de usted a la gente mayor) no sabe algo más que yo por estar en otro lado, eh?. Responde que poco más. Que si aquí también hay paro, que si son todos unos desgraciados que merecen una buena tunda, que si no fuera por la nula furia que le queda se pondría a repartir guantazos, que está todo decorado con mucho gusto, sobre todo la zona oriental, pero vamos, que en el fondo la miseria persiste y que la naturaleza humana y la transhumana no son más que roña, que si pum y que si pam. Todo esto con dulzura , pero pía cosa mala el difunto. Así que me doy la vuelta y aprovecho para dormirme mientras prolonga su diatriba. La amargura no tiene fronteras, me digo.
Al final va a resultar que era mejor la versión racionalista, la de la gusanada papeando cadáver. Eso al menos pondría fin al vinagre humano.
Ser y vinagre, todo es uno, conjeturo.
OPINIONES Y COMENTARIOS