Para Axel un chico con fascinación por los muertos vivientes, la idea de que ocurriera un apocalipsis zombie real era aunque emocionante, demasiado tétrico.
Se que muchos pensaran que es algo tonto y que seria el primero en morir, pero esta vez no fue así, entre los vídeo-juegos y películas que había pasado toda la corta vida observando, la experiencia por fin daba frutos…

Comenzó un día cualquiera en el peor lugar que se pudiese imaginar; El colegio.
Con la mente en blanco durante una clase aburrida, un aviso del personal por los parlantes nos sorprendió a todos ya que el mensaje advertía que no nos dejarían salir hasta nuevo aviso. El pánico no se hizo esperar cuando por las redes sociales todos las personas comenzaron a ver noticia de una enfermedad viral que parecía haber contagiado a miles de personas a la vez, aun cuando el contagio entre personas no estaba confirmado y las causas no eran exactas sin duda se trataba de algo peligroso, ¿Una epidemia?

Todo el mundo en el colegio asustado con miles de preguntas, se querían largar y yo no era la excepción.
Mi primera contra se presento puesto que solo estaban dejando ir a los alumnos los cuales fuesen reclamados por sus familiares desde la entrada del colegio, ya sabia que ningún familiar mio podría ir a sacarme de la escuela, ni a mi ni a César mi mejor amigo. Así que les confesé a un par de compañeros que intentaría escapar en cuanto pudiera, parecía problema salir del aula hasta que escuchamos la sirena de una ambulancia seguido de la de una patrulla muy cerca, sin preguntar nada muchos salieron corriendo al patio principal a ver que pasaba y afuera del aula ahora tenia la escuela libre para planear la escapatoria.
No se me salia de la cabeza que pudo haber pasado para que llegaran esos dos vehículos, alcance a ver de reojo a paramédicos con respiradores de cara tratando de sujetar con fuerza a una persona sobre una camilla, ¿Tan grave era? aunque comenzaba a sentir un poco de miedo, tenia que salir de ahí. Sin ningún conocimiento de la enfermedad ni de sus síntomas o las consecuencias que traería esta yo estaba empeñado en huir. Se me había ocurrido la parte trasera del colegio ya que estaba pegado a las oficinas externas que este mismo tenia, no mucha gente paseaba por ahí. Estaba decidido.
César y yo junto con otros dos compañeros, Carla y Max nos dirigimos a esa parte del colegio, había una cerca antes de la puerta de salida que solo usaban las personas que reparaban la electricidad o los jardineros, la primera no fue problema, estaba cerrado con una cadena pero no hicimos mas que saltarla para llegar al otro lado.
Ahora venia el conflicto, una maldita verja con cerradura y candado con una malla metálica que la rodeaba de pies a cabeza. Difícil.
Oh genial, a un costado de la puerta entre la pared se encontraba un buzón y se me ocurrió una idea, como nade nos veía tome un una rama de las bolsas de basura de jardinería y comencé a golpear el buzón hasta que cayo al otro lado de la pared. Quedaba un hueco pequeño solo teníamos que tirar los ladrillos al rededor del hueco para hacer este mas grande, con golpes y jalones no demoramos mas de 20 minutos en abrirlo hasta que nuestro cuerpo fuera capaz de pasar, ya habíamos logrado un reducido agujero en la pared y era suficiente.
Me vino a la mente a los dos paramédicos que había visto al salir del edificio y antes de irnos, nos colamos en uno de los talleres del colegio y tomamos algunas herramientas, un martillo, una palanca de metal, una pequeña navaja para cables y una llave inglesa.
De uno por uno salimos por aquel hueco -¿Ahora que?- dijo Carla una vez afuera. Había pensado que cada quien por su camino pero si todos los infectados eran iguales que el que había visto era mejor estar juntos. -Podemos llegar a mi casa y con el auto iremos cada quien con su familia- dije y todos afirmaron. Se veía demasiado trafico en las avenidas grandes que ni siquiera pensamos en buscar un autobús, mi plan era caminar entre calles pequeñas hasta llegar a mi casa, no era lejos después de todo. Comenzamos a caminar y se volvía cada vez mas tranquilo, una calle, dos calles ¡Sorpresa! un hombre estaba tirado en la acera, una de sus piernas estaba dentro de su auto, nos acercábamos a el cada vez mas. «Debió caerse cuando abrió la puerta» pensó César. Las llaves aun seguían pegadas al auto y todos pensamos un poco lo mismo.
Lo que estábamos a punto de hacer era ilegal pero necesario.

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