No quiero ser egocéntrica, pero soy la belleza de esta relación, soy la fuerte y sin sentimiento, soy más como una punta acorazada envuelta en un cuerpo de aluminio, te hago perder la paciencia y me siento como un objeto que buscas cada vez que tienes miedo, ansiedad, emoción, fatiga o simplemente roto el corazón.
Siento cuando te apasionas, porque me aprietas más fuerte de lo normal y a veces siento que sólo me utilizas en tus caprichos que son superfluos y vanos al querer demostrar algo que no eres porque sin mi, te sientes sólo.
A veces en las noches «sueño» y camino sobre láminas blancas que tu describes con tanta sutileza, que la misma página de nuestra vida se refleja tan clara, tan cristalina, que delineo los paisajes, las situaciones y las personas de las que hablas con tanta emoción; cuando me miras para inspirarte siento esperanza, siento que en el fondo estas más cerca de mí; si en ese momento me dieras un beso, creo que no podría dejar de amarte, si en ese momento me apretarás contra tu pecho y sintiera ese calor carnal abrazador de tu cuerpo, así como siento el dolor de tu alma y el embrujo de tu espíritu con solo la caricia de tus dedos.
Pero en muchos casos tus besos fueron tan banales y tus caricias absurdas, algunas veces, sólo me tomas y en la mañana me dejas exhausta, he inerte en ese cuarto solitario y desolado, pero sé, que es sólo una ilusión, por qué algún día me dejaras definitivamente, me siento triste pero nunca abatido, porque la firmeza de mi ser es mucho más que eso.
Siempre me has tenido entre tus manos, he sido tu apoyo, tu confidente, aquella que entiende y comparte lo que no quieres contarle a nadie, aquella que sin dudarlo, se despierta para acompañarte cuando tu inspiración aflora, soy más que tu amiga, soy el espíritu que renace en cada palabra y en cada instante, pasamos tantos momentos juntos, que en mi afán por describir el mundo tan maravilloso que hemos creado, que hemos vivido, no me doy cuenta que sin saberlo tu eres mi soporte, y yo, no soy más que tu pluma.
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