Se te acelera el corazón
sientes un nudo en el pecho.
Notas como todo te alerta
como la preocupación aumenta.
y respirar te cuesta
Tu cuerpo reacciona
reacciona ante lo familiar.
Tu mente te dice: «lo volverás a hacer»
aunque no lo quieras aceptar.
Buscas la manera de parar
pero te sientes congelar.
Te aterroriza volver a caer.
Rectificarte lo que tantos años llevas diciéndote.
Ese dolor.
Esa sensación conocida de vació.
La ansiedad.
La ansiedad que sentiste al no saber
donde estabas parada.
Pérdida
Pérdida al entregar todo ese poder que solo
te pertenecía.
La reconoces
reconoces el estremecimiento que te ha arrastrado
una y otra vez.
Que te ha hundido y desaparecido.
Y te quedas ahí.
Caminas hacia ella como una luz que te encandila.
Como las moscas que siguen la luz
que las aniquila.
Muévete.
No vayas hacia la luz te dices temblando.
Cambia de dirección.
Pero te parece tan atractiva.
Es lo que haces.
Era lo que hacías.
Cambia.
Sabes que puedes.
Que has intentado, que has progresado.
Aunque eso signifique remar
en contra corriente.
Aunque eso signifique sentir desesperación
soledad.
Es la sensación de lo desconocido.
El inicio de algo diferente.
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