Se me rompió el agua de fuente

Se me rompió el agua de fuente

No, no estuve embarazada ni di a luz, pero solo de mirarte… obedeciendo mis órdenes con tanta devoción, me provocó uno, dos, tres, cuatro… no sé cuántos orgasmos, que se derramaron al piso cual agua de fuente.

Y yo te veía, enternecido en tu propia sumisión, sobre la dama que probaba aquella extensión hermosa de tu sexo, entrando y saliendo de ella, una y otra vez, satisfaciendo como se debe a una mujer exigente, una Ama.

Y se me escurrió el deseo entre las piernas, mientras que observaba tu espalda, tus piernas, tu atuendo desnudo, balanceándose cual caballo desbocado – en actitud de una conquista suspendida – por la cadena que llevabas al cuello.

Si, mis jugos internos sintieron tu entrega, con el orgullo de la Dómina que se encanta contigo, sumiso de gran estirpe, sumiso de convicción, perro callejero que encontró a quien servir.

No, no estuve embarazada ni di a luz, pero se me rompió el agua de fuente… como si hubiese parido al debutante, al próximo esclavo, al vehemente que encuentra la gloria del santo grial en medio de una uve profunda.

No, no estuve embarazada ni di a luz, pero se me rompió el agua de fuente una vez más… como la madre puta de toda fantasía, como el conducto de los sueños irreales que mi piel hace realidad, una maternidad insólita, incomprendida, pero tan ardiente que es imposible de ignorar.

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