Un corazón pesado como el plomo en una red de órganos delicados,
conexiones muy débiles para la tensión.
Cae al suelo después de arrancar nervios, tendones y capilares
en un charco de sangre sucia, sangre negra y con olor a podredumbre,
a traición, a cobardía;
un corazón que huye a revolcarse en su cochambre,
una danza libidinosa en el estiércol simulando alegría,
pero emanando pura esencia a enfermedad y muerte.
Gas nocivo al tacto, gas nocivo a la consciencia,
gas que te intoxica con solo saber su existencia.
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