«Salí a caminar» le escribí a mi esposa en una nota adhesiva que pegué en la puerta de la casa.
Después de permanecer todo el día sentado frente a la computadora decidí salir a hacer un poco de ejercicio. Había estado escribiendo un pequeño artículo sobre dinosaurios, y aunque estaba casi listo, seguía teniendo problemas con la conclusión del texto. Ésto me desesperó; sentí que le había dedicado mucho tiempo y avanzado poco; al final, determiné salir para despejar mi mente.
Caminé por una calle que corre paralela a la barda que rodea el fraccionamiento. Cuando llegué a la carretera corté a la izquierda y comencé a avanzar.
Anduve hasta que mi smartwatch (reloj inteligente) emitió una alarma indicando la distancia recorrida, las calorías quemadas y el tiempo del trayecto. Sólo habían transcurrido diez minutos, pero sabía que podía caminar un poco más, quizá hasta llegar al Club Campestre de Saltillo y ahí detenerme.
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