Suena la alarma y Andrés se despierta, en su cama, en su casa igual que todos los días, a las cinco de la mañana, en su expresión se puede notar que ya está cansado de la rutina diaria, levantarse de esa cama que no es nada cómoda, llegar a la cocina y ver que va a comer lo mismo que el día pasado y el día pasado a ese, un huevo frito con unas tajadas de pan y un vaso de leche, entrar a bañarse con agua tibia pero que siempre hay una gota de agua fría que le pasa por la espalda, en el momento de vestirse ponerse lo primero que encuentra, coger su mochila y salir a la fría calle casi desolada, siempre se encuentra con su vecina paseando a su perro, el saluda con una sonrisa totalmente falsa y ella le respondía con otra sonrisa, que él estaba seguro que esta era igual de falsa que la de él, llega a la parada del bus donde siempre está lleno, se pone sus audífonos para no tener que escuchar a las personas solo concentrarse en aquel ritmo que siempre le ha gustado, al llegar el transporte las personas se empujan para poder entrar, todos quedan incomodos en el bus pero con una pequeña sensación de felicidad por poder subirse a este.

Despues de una hora de incomodidad llega a su parada, se baja al frente del edificio más grande que haya visto, eran como oficinas, pero eso nunca le importo, se dirige al ascensor, en este se encuentra un hombre joven con traje con la expresión de no estar satisfecho con su vida probablemente el habría estudiado unos siete años de su vida en una universidad esperando conseguir un gran empleo con el que pudiera suplir las deudas que le dejo la universidad o probablemente le hubiera gustado hacer su propia empresa o viajar por todo el mundo o ayudar a sus padres tantas posibilidades que pudo tener, pero termino trabajando para alguien más, haciendo algo que no le gusta, llega al décimo piso y el hombre se baja esperando que ese día pase algo extraordinario que tal vez le dé un poco de sentido a su vida.

El ascensor sigue subiendo y se empieza a impacientar, creyendo que hoy algo podría cambiar, el ascensor se detiene en la planta décimo novena, y entra la señora que hace el aseo junto a una mujer que siempre le había parecido muy hermosa, él le sonríe, pero de una manera bastante sincera, no como con su vecina que le daría igual sonreír o no, ella lo mira y le sonríe, esta sonrisa se siente igual de falsa como la de su vecina, pero a él le hace feliz que por lo menos ella sea tan amable de responder su sonrisa, que tenga que esforzarse un poco en engañarlo.

Todos se bajan y el sigue subiendo, llega al último piso, tiene que subir unas escaleras para llegar a su destino, llega a la azotea del edificio siente el frio que sopla, pero siente más el frio de la soledad no solo de estar ahí solo sino la soledad de su vida se sienta en el borde de la azotea mirando hacia abajo, viendo a las personas que van caminando con demasiada prisa hacia sus trabajos, a su universidad, viendo a esas personas que dicen tener una vida buena pero que en verdad ellos saben que les gustaría estar haciendo otra cosa, eso siempre le había molestado, la hipocresía de las personas respecto a las decisiones que toman, por eso mismo él se sentía molesto consigo mismo, porque él sabía que las decisiones que había tomado no eran las que él quería, tal vez las tomo por presión social o por no pensar bien las cosas o solo para llevarle la contraria a sus instintos.

Ahí sentado también podía ver a las parejas que pasaban, él se preguntaba si estas parejas estaban conscientes de que en algún momento esa relación va a terminar por problemas, o porque simplemente el cariño que se tenían se acabó o tal vez no se acabe la relación así estén muy mal probablemente por miedo de estar solos nuevamente o por costumbre, pero estar solo no es tan malo se decía a si mismo, le entraba la duda de porque a las personas no les gusta estar solas, cuando las personas escuchan soledad solo piensan en tristeza, en un rincón oscuro y sucio, en llanto, tal vez por eso las personas no les gusta estar solas, no ven que la soledad también es espacio para uno, hacer lo que uno quiera sin esperar aprobación de otras personas, poder darse un tiempo para pensar en todo lo que le ha ocurrido en la vida, se reía y pensaba que si estaba loco por pensar tan diferente a las demás personas o será que las demás personas también piensan lo mismo, que ellos ya se dieron cuenta de esto por eso tratan de ser felices con sus parejas.

Él ya había sentido ese miedo a volver a estar solo, hace un mes y medio su relación con una mujer había terminado, ellos llevaban dos años como pareja y el ya no se acordaba de cómo se sentía estar solo nuevamente, el sentimiento era como subirse a un bus al principio es difícil, se vuelve incomodo, pero con una pequeña sensación de felicidad por poder avanzar.

Se pone de pie en el borde de la azotea, ya se está poniendo oscuro el mira hacia abajo pensando en que debería hacer, siente una brisa fuerte que trae con ella el olor de un atardecer, el siente todavía la incomodidad de la soledad, sintiendo que no encaja con nadie, levanta el pie al frente, se empieza a tambalear, le tiemblan las rodillas, y da un paso atrás alejándose del borde, baja del edificio se dirige a su casa pensando en que si mañana será el día en que la soledad no haga parte de su rutina diaria.

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