Resumen capítulo 1 La Promesa

Resumen capítulo 1 La Promesa

Otto Maquin

23/04/2024

La Imaginación Sociológica, al parecer el último libro que escribió el sociólogo norteamericano Charles Wright Mills, data de 1,959 en el marco del post conflicto de la segunda guerra mundial, evidencia las certezas e incertidumbres que afrontaba el cientista social para aquella época.

En el primer capítulo titulado la Promesa, plantea que los individuos perciben que no tienen la capacidad de resolver en el día a día, que se sienten desconectados e impotentes ante los imponentes cambios sociales, es renuente en manifestar la necesidad imperiosa en que todo individuo, especialmente los dedicados al arte, economía, política y ciencia en general, deberían desarrollar una mirada especialmente profunda que los identifique y conecte, sus vidas particulares con las grandes transformaciones sociales del momento. Esa mirada particular unificadora Mills la denomina imaginación sociológica.

A lo largo de seis apartados en los que consiste dicho capítulo, Mills expone su pensar y sentir sobre la rigurosidad de estándares procedimentales de las ciencias físicas y los equipara con lo que él plantea, debería ser la imaginación sociológica en el desarrollo de la investigación de dicha ciencia. Pero al mismo tiempo se lamenta y riñe de cierta manera con los avances de las ciencias físicas de aquellos días, que llevaron al desarrollo de la bomba H, lo cuál califica de haber suscitado más problemas tanto intelectuales como morales, que los que pudo haber resuelto.

Mills argumenta que las grandes limitantes son las órbitas privadas en las que se desarrollan las personas, ya sea familiares, laborales o de vecindad, aduce que la cotidianidad los absorbe, pero en realidad lo que los hace no evidenciarse como sujetos históricos y sociales, en sus palabras, es que los hombres corrientes carecen de la cualidad esencial para percibir la interrelación del hombre y la sociedad, su vida particular con la historia del mundo.

Al momento de hacer una analogía con las situaciones que vivimos hoy en día, es decir 65 años después de escrito el libro, por lo menos para sociedades con el nivel de desarrollo de la guatemalteca, se evidencia como un texto totalmente vigente, esa apatía o indiferencia social, ese hartazgo de sentirse minúsculo e insignificante ante una esfera política, social y económica voraz, desnaturalizada, privada de toda empatía con los grupos vulnerados históricamente, la vivimos hoy.

Es más, vemos y hemos sido testigos de como élites económicas y grupos políticos de turno se han encargado de llevarnos a las condiciones de confusión, miedo e ignorancia total en la que hemos permanecido durante décadas hasta nuestros días. Ejemplo de lo anterior es el Curriculum Nacional Base -CNB-, es la herramienta pedagógica por excelencia que debería de aportar los insumos teóricos necesarios para ubicar, esclarecer y fortalecer el desarrollo de una ciudadanía consciente de quienes somos como sociedad y sobre todo apuntalar a los problemas sociales que mayor atención necesitan. Pero por el contrario todo queda en buenas intenciones, en la realidad la práctica magisterial pública, se encuentra en trapos de cucaracha, liderado en su gran mayoría por un mercenario sin escrúpulos, todo esto se traduce en una población desmotivada y enajenada que se siente ajena y extraña a la participación política.

Durante el desarrollo del capítulo Mills constantemente hace referencia a las dicotomías propias del análisis sociológico, no da tregua al lector para que haga un esfuerzo por relacionar y especialmente a analizar continuamente aspectos micro y macro que lo conduzcan a arribar a enfoques más amplios sin perder de vista la delicadeza de la minuciosidad.

Mills intenta desmitificar las interpretaciones comunes que normalmente se atribuyen a situaciones sobrenaturales, la suerte y el azar, por el contrario, lo achaca a la causalidad histórico – social, donde los individuos se ven atrapados desempeñando distintos roles sociales, comprendiendo los roles sociales como las pautas de conducta que la sociedad impone y espera de cada individuo.

Interesante cuestionarse que hubiera dicho Mills o el mismísimo Marx, sobre la transformación-derrumbe de paradigmas de las últimas décadas en torno al papel de la mujer en las sociedades actuales. Cómo interpretar que la discriminación positiva ha catapultado la participación de las féminas en distintos ámbitos llegando en muchas oportunidades a ocupar puestos de decisión, pero que por otro lado han surgido interpretaciones muy particulares del movimiento de emancipación feminista, como en el caso de Guatemala, donde en los juzgados de familia el hombre es culpable por el hecho de ser hombre, y en el mejor de los casos simplemente monetizan su participación, desterrándolo totalmente del proceso de crianza de los hijos.

A ojos del autor la capacidad de poseer la imaginación sociológica, provee al individuo de entender su propia experiencia, localizarse a si mismo en su época y conocer sus propias posibilidades en la vida, esto surge en la medida que comprende las condiciones de vida de otras personas que comparten sus mismas circunstancias. Esto me hace pensar que el enfoque sociológico que Mills plantea, sugiere como necesario o inevitable como parte de esta nueva mirada, desarrollar una conciencia de clase, que unifica al individuo con un grupo social determinado.

Y es aquí donde el autor devela cuál es la tarea y promesa del analista social clásico: captar la historia, la vida personal del individuo para comprender la relación entre ambas dentro de la dinámica social. Es enfático en aseverar que ningún estudio social que no vuelva a los problemas particulares, históricos y sus incidencias en la sociedad, pueda darse por satisfecho.

Mills se interroga sobre como determinar cuáles son los principales problemas para los conglomerados y las inquietudes clave para los individuos particulares, a lo que el mismo se responde, que para identificarlos debemos recurrir a preguntarnos sobre qué valores son preferidos, pero amenazados, y cuales son preferidos y apoyados por las tendencias de nuestra época.

En esta parte Mills aclara que la clave radica en cuestionarnos sobre cuáles son las contradicciones notorias de la estructura que están inmersas. Para el caso, me trae a la mente la situación de las juventudes guatemaltecas, son consideradas el bono demográfico, es decir una oportunidad de contar con una pirámide poblacional donde la mayoría son jóvenes, pero la misma sociedad no genera las condiciones para incluirlos, dotarlos de las mejores herramientas teóricas, prácticas, tecnológicas, etcétera, por el contrario, los expulsa al crimen organizado, los asesina o los convierte en migrantes, en mano de obra barata en el extranjero.

Según el autor cuando las personas no perciben ningún tipo de amenaza, las personas sienten bienestar, pero cuando advierte que hay valores amenazados experimentan crisis, ya sea como individuo o como grupo social, pero si esa situación de amenaza desborda todos sus valores, entra en una situación de amenaza y pánico total.

Pero lo anterior no es el peor escenario que identifica Mills, para el lo más preocupante es cuando el individuo no se identifica con ningún valor y por consiguiente no percibe ninguna amenaza, esto lo lleva a experimentar la indiferencia, lo que en palabras del autor si atenta contra todos los valores, convirtiéndose en apatía. También explica que cuando el individuo no se identifica con ningún valor, pero si percibe con agudeza una amenaza, esto Mills lo llama la experiencia del malestar, de la ansiedad. Para aquellos años el autor identificaba que se vivía con frecuencia la calamidad de un malestar vago, es decir que la persona sentía que nada marchaba bien, pero sin saber a qué acreditarlo.

Mills hace un parte aguas entre los años treinta y los años posteriores a la segunda guerra mundial, donde pasaron de advertir escasamente los problemas económicos a un ambiente enrarecido y poco claro sobre la situación que se comenzó a vivir, fue precisamente para esa época que los Estados Unidos se enroló en un pulso político armamentista, polarizando al mundo entero con su antagonista la Unión Soviética, arrastrando al concierto de naciones a tomar bando de un lado o de otro, en lo que se conoció como la guerra fría.

Ante tal situación Mills propone que la primera tarea político intelectual del científico social, consiste en poner en claro cuál es el origen y elementos del malestar y la indiferencia contemporánea, Mills está consciente que esa es la demanda que le hacen otros sectores de la sociedad a los sociólogos y es por esto que el autor identifica que las ciencias sociales se fueron tornando como el común denominador del periodo cultural, así como a la imaginación sociológica en la cualidad mental más necesaria.

En determinado momento de la lectura Mills acepta y reconoce que el propósito medular del libro es, aparte de definir el verdadero significado de las ciencias sociales para las tareas culturales, también lo es escudriñar sus usos y naturaleza, eso sin dejar de ofrecer al lector una radiografía critica e incisiva, de los caminos por los que se conducía la sociología norteamericana para aquellos días.

Mills se aparta de los demás sociólogos de su época, dejando en claro que, cuando el se refiere a la promesa, lo hace desde su punto de vista muy particular, sosteniendo que su concepto de ciencia social, no era el que se encontraba en boga para aquellos días, por el contrario remarca que su concepción teórica, es adversa totalmente a técnicas burocráticas que obstaculizaban la investigación social, con sus pretensiones metodológicas, las cuales a su parecer, solamente congestionaban el trabajo con conceptos poco útiles o triviales, desvinculados totalmente de los problemas de interés público y que en nada contribuían a resolverlos.

El autor advierte que, para aquellos días, se percibía un malestar muy generalizado tanto a nivel intelectual, como moral, el cual el lo adjudicaba a un malestar mayor, un malestar general de la vida intelectual contemporánea, que evidenciaba una urgente necesidad de generar trabajos importantes y significativos.

A esto Mills agrega sal a la herida, sincerándose con el lector y admitiendo que, como parte de su contribución a la discusión sociológica, él esperaba aumentar ese malestar, definir de donde provenía y cooperar a una pronta comprensión, de lo que en realidad significaba dicha promesa de la ciencia social. Pero no se queda allí e intenta ir más allá, también pretende en su libro indicar cuáles eran las tareas prioritarias a realizar, así como los medios disponibles para llegar a ellas.

Posteriormente Mills detalla un sinfín de acciones variopintas en las que se encontraban sus colegas de investigación, mientras unos le apostaban al trabajo grupal, otros se concentraban o daban mayor crédito a la investigación en solitario, otros más volteaban la mirada a los procedimientos doctos, es decir adquirir mayores conocimientos a partir de estudios profundos. Sin dejar de mencionar a los que preferían imbuirse en el refinamiento de métodos y técnicas, a lo que Mills calificaba como un gasto poco fructífero de energía.

Finalizando este apartado, el autor aterriza en lo que para él debería llamarse análisis social clásico, describiéndolo como una serie de tradiciones definibles y usables, donde predomina especialmente el interés por el conocimiento de las estructuras histórico-sociales, advirtiendo que las dificultades de dicho análisis están íntimamente amalgamadas tanto con los colosales problemas públicos de la época, como las insistentes inquietudes humanas.

A manera de espóiler, Mills inicia el cierre del capítulo la Promesa, anticipando sobre los temas que desarrollará en capítulos posteriores, llamando desafortunadas tendencias, a las veredas y deformaciones hacia donde el consideraba, que había discurrido el estudio sociológico.

Denomina como tendencia 1, Hacia una teoría de la historia, donde da crédito a los aportes de Comte, Marx, Spencer y Weber, establece que la sociología en manos de dichos autores se convierte en una labor enciclopédica relativa a la totalidad de la vida social del ser humano, considerándola de histórica y sistemática, pero también advierte sobre la facilidad con la que la historia del hombre puede ser deformada, calificando de visiones proféticas del futuro, entre los que menciona a autores como Toynbee y Spengler.

Dentro de la tendencia 2, la que titula, Hacia una teoría sistémica de la naturaleza del hombre y de la sociedad, aquí subraya los aportes de Simmel y Von Wiese, la sociología de estos autores nos aporta conceptos clasificatorios de todas las relaciones sociales, pero advierte que se interesan por una visión estática y abstracta de los componentes de la estructura social, convirtiéndose en formalismos complicados y áridos.

Tendencia 3, Hacia un estudio empírico de los hechos y de los problemas sociales, en este apartado aclara que, si bien Comte y Spencer fueron las bases de la ciencia social norteamericana hasta más o menos la primera guerra mundial, reconoce la clara influencia de pensadores alemanes, heredando a los estudios sociales norteamericanos una amplia tradición empirista.

En mi apreciación personal, a lo largo de ésta apasionante lectura, Mills siente la imperiosa necesidad de dotar al individuo común, pero especialmente a grupos académicos de las ciencias sociales, de un enfoque revelador y esclarecedor, generar un hilo conductor coherente, entre lo micro y lo macro, estructurar un puente de comprensión lógica entre las situaciones cotidianas del día a día, con los avasalladores acontecimientos de la historia, que queramos o no, nos atropellan, nos rebasan en cuanto a comprender sus causas y consecuencias.

Acontecimientos demoledores como la invasión española a nuestra tierra, o el hito histórico que representó la revolución francesa, por mencionar algunos, en su momento representaron un confuso y complicado nudo, que solamente en la lejanía del tiempo y gracias al trabajo, inquietudes y compromiso social de cientistas sociales como Mills, hoy podemos comprender e hilar apreciaciones más sobrias y poder entender en la medida de lo posible, que nos ha llevado a ser las personas que hoy somos.

Otto Rolando Maquin Reyes

Consultor – ASESCO-

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