Respiren

Viernes 16:36. Después de ese día largo solo quería llegar a casa.
18 de julio y Tristán. ómnibus, bocinas, murmullos y más voces; ojos perdidos tras los barbijos, caminantes distraídos, sin cuidado, apurados.

¡Respiren!, gritó. Mi andar se paralizó; el sonido, un lejano eco; el rojo del semáforo era eterno. Todo a mi alrededor tan quieto como una foto. Y entre tantas caras, la vi. Ojos café, pelo corto, andar sereno.
Respiré.

Con el verde volví a andar, pero mis pasos pisaron distinto.
Bajé por Tristán hacia el norte.
Hay quienes apenas perciben la calle, y quienes la habitan.
Conviven acentos de Cuba y de oficina; el ritmo acelerado, con pasos de barrio.

Señores que conservan la fachada, se ve desde hace varios años. Otros la van renovando.
Me pregunté qué pensará el señor que todos los días, desde temprano, vende libros al lado del mural del Principito.
Me llamó la atención cómo cambia el centro en pocas cuadras.
Pero más cambia, cuando cambia la mirada.