Estamos hechos de momentos, buenos o malos, momentos marcan nuestras vidas.

Tal vez has escuchado la frase que dice «el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional», y tal vez te preguntes, cómo uno podría elegir sufrir, cómo preferir rompernos en mil pedazos, cómo voy yo a querer que las cosas me afecten, me afectan porque no hay opción.

Y quiero decirte que si hay.

Creo que todos tenemos problemas, unos más graves que otros, pero todos los hemos tenido, y todos sabemos que es difícil enfrentar una situación adversa, más cuando no tenemos apoyo alguno, alguien de quién nos podamos sostener para evitar la caída. Y tal vez no podamos cambiar la circunstancia, pero podemos cambiar la manera en que la percibimos y cómo la tomamos.

Nuestro cerebro es un órgano perfecto que tiene una configuración inicial, al igual que una computadora, ésta configuración son nuestros primeros años de vida, cuando todo es nuevo para nosotros y estamos descubriendo paso a paso el mundo en el que hemos de vivir toda nuestra vida, esos años donde grabamos información importante que pasará a formar nuestra personalidad y carácter. Mismos que serán pieza fundamental en nuestro futuro y que guiarán completamente nuestras decisiones.

Cuando un niño es pequeño, lo ideal es que sus padres le brinden seguridad, que lo hagan sentir que él puede con todo y que el niño comience a sentirse seguro en el medio que lo rodea, pero lamentablemente no todos los niños corren con la suerte de tener padres que les inculquen este tipo de valores y muchas veces tienen que enfrentar problemáticas desde temprana edad y en condiciones donde no tienen alguien con quien poder desahogarse.

Un niño debe tener libertad, porque al quitársela sentirá miedo en un futuro al hacer las cosas, al igual que si no tiene atención irá por la vida con la misma inseguridad, y como todo ser vivo, incluso las plantas al verse atacadas producen la resina, así mismo nosotros como seres humanos, al vernos atacados por cierta situación por instinto nos defenderemos. El problema es que cuando se crea un trauma, nuestro cerebro funciona de una manera diferente, de manera que sólo capta los momentos acontecidos en forma de imágenes y los graba en el «disco duro» de nuestro cerebro haciendo que cada vez que nos creamos en una mala situación actuemos por inercia y pensemos que todo está relacionado con la desgracia y que estamos siendo agredidos, de manera que tendremos deseo de aislarnos y a lo único que conduce el aislamiento es a la depresión.

Por eso es importante saber, que sea cuál sea nuestra situación, y sea cuál sea la configuración que tuvimos de pequeños, cada vez que uno sufre, es verdad que se va haciendo más fuerte, y poco a poco, si logramos encaminar nuestras emociones de manera correcta crearemos lo que se llama «resiliencia» que es la manera en cómo enfocamos nuestro dolor, nuestro sufrimiento, nuestros traumas, nuestras situaciones adversas, por buen camino y creamos con ellas algo bueno, hacemos que nos dejen de afectar poco a poco y entendemos que a cualquier persona le pudo haber pasado, pero que lo sucedido es algo que no podemos cambiar, pero sí podemos decidir si nos quedamos para siempre culpandonos o culpando a otros del pasado, o decidimos superarlo y continuar con nuestra vida buscando alcanzar la mejor versión de nosotros mismos; realmente si nos ponemos a pensar, es imposible que toda la gente exitosa haya corrido con la suerte de nunca haber sufrido y nunca haber tenido un trauma, es imposible. Lo que hace la diferencia entre esa gente y la gente que prefirió vivir toda su vida con excusas, es la mentalidad, la mentalidad de querer superarse, superar los hechos y lograr la autorrealización.

Hay una gran cantidad de gente que sufre y no genera un estrés post-traumático ya que tienen un buen manejo de sus emociones y entienden que si nos proponemos no sufrir, no lo haremos, o al menos disminuirá nuestro sufrimiento de manera notoria. Cómo dije antes, que duela es humano, pero podemos enfrentar el sufrimiento, darle nuestra mejor cara y seguir adelante, enfocarnos en cosas buenas.

Una vez que uno conoce el dolor, aumenta nuestra solidaridad, sabemos que no somos los únicos que sufrimos y nos hacemos empáticos con el dolor de otros, nos surge la necesidad de ayudar, de contribuir, que es algo hermoso y es algo que podemos lograr de cualquier manera. Por ejemplo, escribiendo. Al escribir, estamos autoplasmándonos en un conjunto de letras, la escritura dice más de nosotros de lo que podemos imaginar, hace que conectemos con otros, que nos comprendan, hace expresar cosas que tal vez no tenemos el coraje de decir con palabras. Todas las artes también son una manera de desahogarnos, el dibujar, pintar, cantar, componer, bailar, son cosas con las cuáles podemos plasmar nuestros sentimientos y convertirlos en algo bueno y podamos superar la tragedia.

No se trata de negar nuestros problemas o de evitar pensar en ellos, se trata de conocernos, de saber lo que nos afecta, lo que nos gusta y disgusta y realizar cambios significativos para nuestra vida, se trata de aceptar, de superar, de saber que por muy mal que nos haya tratado la vida, sólo tenemos una y que cada día es una nueva oportunidad para buscar desarrollarnos y sacar lo mejor de nosotros mismos, de luchar por nuestra felicidad, por nuestros ideales y que aunque los problemas lleguen a nuestra vida, estaremos siempre como robles, tomando toda situación para bien, y saber que ser fuertes debe ser nuestra única opción.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS