
Ciro Alegría fue un escritor y defensor de los derechos indígenas, nos emociona al remarcar el valor literario. Nació en Perú, a lo largo de su vida experimento desafíos: exilio, enfermedad por dar voz ante la sociedad, sin embargo, nunca olvido las experiencias de su infancia. En 1939, se publica su obra literaria Los perros hambrientos, Alegría nos resalta la lucha cotidiana de los campesinos contra las injusticias por parte de las personas con mayor autoridad, siendo olvidados por una sociedad que solo piensa en satisfacer necesidades propias, a pesar de que ellos cumplen un rol más importante en el trabajo agrícola. Además de marcar un dialecto andino muy diferenciado a lo habitual, con una ortografía fonética, que lo expresa más de lo que es en la realidad (Prendes, 2017). En cada uno de los capítulos, Alegría coloca a los protagonistas en situaciones asfixiantes que los sucumben como nos muestra el siguiente diálogo.
“—Patrón, ¿cómo que nuay nada? Sus mulas y caballos finos tan comiendo cebada. ¿No vale más quiun animal un cristiano? Bienestá que haga pastiar, que no le roben…Pero hoy es el caso que debe matar pa que coma su gente” (Alegría, 1954, p. 171).
En este extracto se manifiesta una escena de desesperanza, debido a que estamos frente a una expresión de desigualdad y explotación laboral, esto se puede inferir a través del tono tenso, con gestos de resignación. Siendo así que la expresión “no hay nada” denota un sentimiento de descontento ante el sentido de inferioridad, además de comparar el valor animal (punta grande) con la de un ser humano, siendo este la irracionalidad del suceso. En el diálogo que sostiene Simón Robles, se tiene la perspectiva que no saque a los animales a que coman; sino más bien el hecho de que puede suscitar un robo y es ahí la respuesta mencionada “pa que su gente coma”. Cabe resaltar que, al inicio del diálogo, la pregunta de Robles es acusatoria, pero luego adquiere el tono de urgencia y desesperación:
“Puede ser que llueva un poco y resulte sembrar postrero… Y váyanse…Se fueron los indios a paso lento, después de recibir una parte del grano que debía paliar su miseria.” (Alegría, 1954, p. 116).
Al final, se detalla también que la disposición de ayuda será limitada pues Don Rómulo solo les dará cebada y un trigo por cabeza con el fan de que con eso siembren y subsistan a la hambruna. El narrador deja en claro la incertidumbre que viven al precisar. Se fueron los indios en paso lento y debían paliar su miseria. El paso lento se podría asociar a la pobreza, la desigualdad social y el inminente riesgo que la miseria los abordara. El uso del verbo “paliar” acentúa a aliviar el sufrimiento del indio también se menciona “postrero” da un significado a la esperanza de un futuro mejor pese a las dificultades del presente.
“Uno de los gendarmes bajó del caballo y le dio una bofetada, tirándola al suelo, donde la Martina se quedó hecha un ovillo, gimiendo y lamentándose. Amarró seguidamente al Mateo y el pujaba sintiendo la carne corroída. El de galones acercó su caballo y le dio dos foetazos en la cara. —Así, mi cabo —rio el otro mientras montaba, pa que aprienda a cumplir con su deber este cholo animal” (Alegría, 1954, p. 34).
Nos transporta a un contexto de opresión y violencia, en el que los gendarmes ejercen una brutalidad despiadada sobre personajes marginados como Martina y Mateo. Esta escena nos revela una temática central que explora la brutalidad y la injusticia social, destacando un sistema que perpetúa la discriminación racial y la desigualdad. Los personajes, víctimas de maltrato físico y verbal, simbolizan a los olvidados y marginados de la sociedad, cuya condición de vulnerabilidad los convierte en blancos de un poder corrupto y deshumanizador. Finalmente, el diálogo entre don Rómulo y don Cipriano en ‘Los perros hambrientos’ de Ciro Alegría también nos permite entender cómo las políticas gubernamentales reflejan una desconexión con las realidades de las provincias:
“Un día don Rómulo sugirió: —Señor, quién sabe el Gobierno… —¿El Gobierno? gruñó indignado don Cipriano. Desde Lima se ven de otra manera las cosas. Yo he estado allá. Una vez hubo hambruna por Áncash, y al Gobierno le importó un pito” (Alegría, 1954, p. 129).
Este fragmento prefigura una crítica incisiva hacia el gobierno y sus instituciones, que fallan en atender a las poblaciones vulnerables. La conversación entre don Rómulo y don Cipriano refleja una profunda desconfianza en la capacidad del poder para abordar las crisis locales y una sensación de desconexión entre Lima y las regiones afectadas, como Áncash. La indiferencia del gobierno ante la hambruna subraya la negligencia y la falta de respuesta, ilustrando el problema social del abandono por parte de las autoridades y la frustración de los ciudadanos desatendidos.
Nuestro análisis del discurso narrativo de La novela “Los perros hambrientos” de Ciro Alegría nos expone una de tantas realidades que viven las comunidades marginadas y vulnerables de nuestro país, históricamente excluidas y olvidadas. A través de sus páginas, no solo nos invita a desarrollar mayor empatía, sino también a comprender los desafíos que enfrentan los personajes por la necesidad de sobrevivir ante la opresión y la desigualdad que están expuestos. Sin embargo, más allá de estas adversidades, la novela también ofrece un rayo de esperanza, que trae consigo la promesa de nuevos comienzos y oportunidades para la comunidad. Ante esto, ¿Cómo podemos fomentar una sociedad más inclusiva y compasiva hacia las comunidades marginadas y vulnerables? ¿Qué medidas podemos implementar para romper con esta situación y promover la equidad social? Este relato nos induce una reflexión profunda sobre la necesidad de un cambio profundo y sostenible para abordar las raíces del problema y promover una sociedad más justa que comprenda sus necesidades y derechos fundamentales.
REFERENCIAS
Prendes, M. (2017). Los perros hambrientos, de Ciro Alegría.
Alegría, C. (1954). Los perros hambrientos. [Internet Archivo]
https://archive.org/details/losperroshambrie0004ciro/page/186/mode/2up
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